border_color Por Margarita Cervio

Historias de General Pico: Zampieri y Quaglini, “¡algo más que una buena marca!”

Historias de General Pico: Zampieri y Quaglini, “¡algo más que una buena marca!”
6 Junio, 2021 a las 10:00 hs.

Luis Sebastián  Zampieri (Gigi)  llego en un barco de inmigrantes en el año 1951, con  28 años de edad, dos años y medio más tarde llega  Teresio Quaglini y   juntos  instalan la primera fábrica de de maquinas para bodegas del país, con licencia de la firma italiana Sernaggiotto.

En el año 1968 comienzan la primera etapa de la construcción de la planta fabril  de más de 4.000 metros cuadrados  que  fuera  modelo en el país, ubicada   en la calle  24 y 107   quien en  su mejor momento llegó a tener más de 100 empleados e importar hasta tres barcos . Vendían en La Rioja, San Juan, Catamarca , Río Negro,  Salta, Mendoza, Chile, Bolivia, Brasil y más  y sus maquinas enológicas se distribuyeron en las bodegas más reconocidas del país como Orfila, Suter, Resero, Bianchi, Peñaflor, Uvita, Arizu,  Etchart,  Gargantini, Giol,  Crotta , Jaimme Arbner, Cabrera, etc.

Transportadores, estrujadoras, electrobombas, mosto separadores, prensas continuas,  equipos de molienda  y otras maquinarias  procuraban facilitar y agilizar la vinificación,  extrañamente para muchos estas  maquinas que garantizaban un producto de calidad no salían de las regiones vitivinícolas sino del corazón industrial de La Pampa, orgullo píquense que a pesar de los avatares de la economía  nacional y de los altos costos de producir en La Pampa permanecieron en el lugar que los vio llegar.-

En el año 1983 instalan la primera bodega pampeana en la localidad de 25 de mayo para la firma  Valle del Prado S.A.

Para cerrar esta increíble historia de lucha, trabajo y amistad transcribo una entrevista realizada por Mario Brinatti y José Luis Ananía  para el boletín informativo N3 de la Cámara de comercio y Afines de General Pico, donde le preguntan A Gigi Zampieri ¿Porque vino a la Argentina?  Y su respuesta emociona y  nos da dimensión del esfuerzo y sacrificio de nuestros inmigrantes.

Aquí la respuesta:

“… Me trajo Giorgi que tenía una fábrica de motores: “Ferrero y Giorgi” Una hermana de Giorgi vivía en mi pueblo.

… Tuve la sensación que llegaba al desierto. Todo era viento y tierra. No me volví por orgullo personal. El 18 llegué a Pico y al otro día a la tarde mandaron. Comía en el Hotel el Gas en la calle 19 y dormía en el galpón sobre piso de tierra. A los dos meses de estar con Giorgi y como entre los inmigrantes regía una ley según la cual, el patrón era responsable del empleado a quien no podía despedir pero el empleado sí podía dejar el trabajo, me asocié con Rainoldi que bobinaba motores y yo hacía de tornero.  Caraffini – tío de Rainoldi- nos prestó la plata para comprar un torno que todavía conservo. Trabajábamos muchísimo. Teníamos el taller en lo de Patrilla. Poco a Poco nos fuimos agrandando. Yo era el único tornero que había en Pico. Después vino Mielgo”.

Teresio

Con Quaglini hemos vivido la vida juntos. Teresio ha vivido en mi vida. Nos escribíamos siempre. Yo no quería que se viniera. Le decía que acá era muy feo y muy triste, Si venís vas a llorar varios días. Hay que lavarse la ropa, no conocemos el idioma.

Le agarro como una locura. Me escribió y me dijo- Sino me llevas vos  a la Argentina, me voy a  Australia.  Entonces le dije que venga conmigo. Cuando llegó trajo la primera y única moto que había acá.

Vivíamos en la pensión de Dominguez en el barrio de Argentino.

Ya casado volví a Italia con mi familia. Habían pasado diez años de la partida. Allí surgió la posibilidad de obtener la licencia de la Sernaggiollo de quien éramos muy amigos y nos ofrecieron la representación en la Argentina.

Ya entonces nosotros trabajábamos para la Fiat de Córdoba. Con la representación de Sernaggiotto comenzamos la fabricación de maquinas para bodegas. La maquinaria que había entonces era obsoleta.  Nosotros trajimos la maquinaria más moderna que había en Argentina. Mientras las otras máquinas hacían diez quintales nosotros tirábamos hasta cien quintales.

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