La ciencia ha determinado la frecuencia ideal para ducharse
Es posible que la mayoría lo haga diariamente. No pasa nada, al contrario, está bien. El problema puede venir si te duchas todos los días con jabón, los 365 días del año.
Ducharse todos los días (con jabón) puede que no sea la mejor de las ideas salvo en casos particulares. ¿La razón? La clave está en una palabra: microbioma cutáneo, una capa de bacterias inofensivas que, si frotamos demasiado, pueden dejar la piel libre para la entrada de otros microorganismos, que podrían ser dañinos para nuestra salud.
Estudios científicos basados en la biología de la piel humana, apuntan a una serie de recomendaciones. El cuerpo humano es un órgano gigante capaz de bloquear sustancias nocivas para que no entren en la piel. De hecho, está cubierto de una gran cantidad de bacterias, hongos, virus e incluso pequeños artrópodos. Todos juntos forman lo que se denomina microbioma de la piel.
En su mayor parte, los investigadores piensan que estos microbios son bastante inofensivos. Sin embargo, a medida que interactúan con el exterior pueden detectar otros microbios que podrían enfermarlos. Por ejemplo, al frotar los ojos o poner la comida en la boca, las manos pueden añadir gérmenes que se deslizan más allá de la piel y entran en el cuerpo. En este caso, lavar las manos con jabón es clave, ya que se trata de un surfactante (agente activo) hecho de moléculas que unidas al agua es capaz de eliminar suciedad, aceites o bacterias al enjuagarlos.
Pero el lavado completo del cuerpo es muy diferente. Existen glándulas que siempre producen sudor y aceites que mantienen la piel hidratada y saludable. Estas necesitan de un equilibrio.
Si la piel tiene demasiada suciedad, células muertas de la piel o aceites, los poros pueden obstruirse, ocacionando diversos problemas. Por eso ducharse con jabón ayuda a deshacerse un poco de ese sudor y aceites. Sin embargo, con demasiada frecuencia puede no ser ideal. Para empezar, podría acabar con el microbioma que comentamos, y dado que el jabón y el agua lavan los aceites, la piel puede acabar demasiado seca y la capa externa se agrieta. Como resultado de ello se facilita la entrada de microbios que pueden causar enfermedades.