El 12 de abril de 1998 la bandera a cuadros cayó sobre la Ferrari victoriosa del gran Michael Schumacher. En ese momento nadie hubiera imaginado que la Fórmula 1 no retornaría a la Argentina.
Un contrato leonino y dificultades con la nueva legislación antitabáquica de la ciudad de Buenos Aires (en la época en la que las tabacaleras todavía aportaban la mayor parte del dinero) sacaron al Gran Premio del calendario.
Desde entonces se sucedieron diversas intenciones, pero que nunca llegaron a buenos términos. La opción más firme fue cuando la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció el regreso para fines de 2013 en un circuito callejero en Mar del Plata. Hasta se afirmó que se habían firmado los contratos pertinentes.
Pero Ecclestone, fue tajante cuándo se le pregunto al respecto en el GP de Mónaco: “No he visto ningún contrato y no hay nada firmado. No tengo ni idea”.
Las negociaciones se trabaron por dos motivos: uno económico (había que aportar 90 millones de dólares) y otro político: el gobierno nacional kirchnerista no quería darle la carrera a la ciudad de Buenos Aires donde ya regía el Macrismo. Y Ecclestone aceptaba negociar el regreso con una sola condición: la carrera tenía que hacerse en Buenos Aires.
Las gestiones actuales para logar el retorno de la máxima categoría arrancaron en el 2014; permanecieron congeladas durante 2015 por motivos por la campaña electoral (no había forma de asegurar respaldo oficial a las negociaciones con un gobierno saliente) y se retomaron en la segunda mitad de 2016, con el respaldo de la administración actual.
Ecclestone, ya no se encuentra al frente y con los nuevos dueños Liberty Media, mejoró las conversaciones. Según se comenta, la concreción de la carrera dependerá ahora de la remodelación del autódromo de la Ciudad de Buenos Aires, ya que el pago del derecho para traer a la F.1 estaría acordado.
