El candidato de la Libertad Avanza ganó el balotaje y es el presidente de Argentina.Javier Milei llegó a la política argentina y rompió los esquemas. El economista —según se define— “liberal libertario” logró lo que no lograron otros: colarse entre los espacios hasta ahora dominantes, el peronismo del Frente de Todos y el espacio del expresidente Mauricio Macri, Juntos por el Cambio.
Para comprender el fenómeno reciente de la política argentina, hay que remitirse al origen. Milei cultivó su popularidad rotando en sets de televisión como comentarista económico. Con su estilo vehemente y provocador, rápidamente se volvió un personaje indiscutido del prime time local, y algunos rasgos excéntricos de su personalidad terminaron de impulsarlo al estrellato televisivo.
Su irrupción en la política
Durante sus apariciones en la pantalla, comenzó a coquetear con la idea de iniciarse en la gestión pública, y en agosto de 2020 concretó el gran salto: lanzó su precandidatura presidencial para 2023. Fue el primero en hacerlo.
En 2021 concretó el desembarco en los cargos públicos. La Libertad Avanza, su partido, logró dos bancas en la Cámara de Diputados. Una la ocupa él, la otra su precandidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel. Y en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de este domingo se impuso como el candidato individual más votado.
Su carta de presentación es ser el candidato de lo que llama “anti casta política”, una referencia a lo que, según él, serían los políticos tradicionales, privilegiados de la actual situación, que no quieren el cambio. Su lema: “No vine a guiar corderos, vine a despertar leones”.
Mientras los otros partidos políticos dirimen sus internas, Milei instala temas en el debate público. La dolarización de la moneda y cerrar —“dinamitar”, en sus palabras— el Banco Central son dos de las medidas que repitió como un mantra.
En una entrevista con nuestro colega Andrés Oppenheimer adelantó que sus reformas de segunda generación incluyen la desregulación de la economía y el desarme de los programas sociales con la perspectiva de que todo eso le lleve unos 15 años de gobierno.