Su mamá mató a su papá y se quedó sin familia: ahora prepara una peligrosa travesía para promover la adopción

Su mamá mató a su papá y se quedó sin familia: ahora prepara una peligrosa travesía para promover la adopción
28 Julio, 2023 a las 10:35 hs.

Roberto Catalá fue separado de sus dos hermanos a los cuatro años y a los seis fue adoptado. Escalará una de las montañas más alta de Asia para llevar un mensaje a favor de la adopción de niños grandes.

Roberto Catalá nació en la ciudad de San Martín, pero vive en Neuquén desde que era chico. Tenía casi cuatro años cuando su mamá asesinó a su padre frente a él y sus dos hermanos. Fuera de ese hogar roto por la violencia de género con desenlace fatal, se enfrentó a un camino doloroso, pero lleno de enseñanzas. El montañismo fue la clave para terminar de sanar y, tras 15 años de actividad en el país, sumó un nuevo desafío: hacer cumbre en Tayikistán.

Era medianoche en Estambul cuando atendió el teléfono. Habló sin atenuantes, dispuesto a responder cada pregunta y mostrar todas las cicatrices, porque superó su sufrimiento, logró encontrar un aprendizaje en todas sus pruebas y está decidido a usar su vida como ejemplo para alentar a tantos chicos que esperan encontrar una familia.

Doña Lula, una vecina que se convirtió en su madre adoptiva

“Los tres hermanos fuimos a parar a distintos lugares. Dos se quedaron con mi familia paterna y yo me fui con un tío a Neuquén capital porque era quien me podía tener”, relató. Estaban a finales de los 60 y, al provenir de una familia humilde, fueron recibidos donde podían darles alimento y demás cuidados. “Mi tío hacía lo que podía, era un hombre trabajador, pero no sobraba nada. Yo dormía en el piso”, recordó en diálogo con TN.

Al cumplir los seis años, Roberto comenzó a visitar a Doña Lula, de 44 años, quien lo alimentaba y lo cuidaba. Elvira Catalá y su esposo vivían en una casa donde criaban animales de campo, nunca tuvieron hijos y, a pesar de ser mayor -para la percepción de esa sociedad-, ella estaba dispuesta a cuidar a un pequeño. Las visitas para almorzar pasaron a convertirse en estadías, hasta que Doña Lula le consultó al tío si podía adoptar a Roberto y comenzó los trámites de adopción cuando obtuvo la respuesta afirmativa.

El mensaje del cartel cambió con el tiempo. (Foto: Instagram @rocatala)

“Me preguntó si quería irme a vivir con ella y yo, un día, también le pregunté si la podía llamar mamá”, relató. En 1972, Elvira se divorció y Roberto pasó a tener el apellido materno, Catalá. Él la recuerda como una “mujer muy dura”, pero que le preparaba la leche, lo despertaba con un beso en la frente, lo abrazaba. “Fue una mujer que tuvo que enfrentarse a la sociedad neuquina, que era muy cerrada y muy católica, por separarse y por tener un hijo adoptivo. En esa época, los hijos adoptivos eran parias y no se podía hablar de ellos”, contó.

Así se sentía Catalá, como un paria. Sus compañeros de colegio no se enteraron de que él había sido adoptado hasta que fueron grandes, pero siempre sintió “la carga”. Sin embargo, el cariño que su mamá le mostraba, el trato de igual a igual de sus amigos y sus padres y su paso por una escuela católica fueron elementos que lo ayudaron a adaptarse y soltar.

“Yo fui adoptado”

Catalá es analista en marketing político, está a punto de cumplir 50 años y practica montañismo hace 15. Logró hacer cumbre tres veces en el Aconcagua (6971 metros); cinco veces en Cerro Bonete (6759 metros) y consiguió otros 2 miles y 3 miles. “La montaña es un deporte que me ha permitido perdonarme”, destacó. Le ayudó a encontrarse a sí mismo y lo inspiró a crear conciencia sobre la adopción.

Cada vez que va a la montaña, se toma una foto con un cartel que, en un principio decía: “Soy agradecido, yo soy adoptado”. “Me dio mucha vergüenza y tuve que romper muchos mitos conmigo mismo, con el tema de dar a conocer que era adoptado”, confesó, y el mensaje que compartía en ese cartel, como si fuese un reflejo de lo que ocurría en su interior, sufrió una transformación.

El nuevo cartel con un nuevo significado. (Foto: Facebook Ro Catalá)

Su concepto evolucionó gracias al intercambio con otras personas dentro de esta comunidad de adoptados y adoptantes que conoció a través de esta iniciativa. Ahora, anuncia que está “agradecido con la vida” por todas las oportunidades que le ha dado. “Ya dejó de ser ‘agradecido’, porque no es un tema de agradecimiento que un niño sea adoptado, por el contrario, es la obligación de la comunidad darle una familia a un niño. La ley no habla de que los padres tienen derecho a tener hijos, sino que los niños tienen derecho a una familia. Es una visión diferente, mucho más amplia, más bondadosa”, remarcó.

“También saqué el ‘soy adoptado’ por el ‘fui adoptado’ porque me di cuenta de que la condición de tener una familia es por adopción, pero no cargo con ella toda mi vida, con que soy un adoptado, soy un ‘paria’, porque al momento de ser adoptado, yo pasé a ser un hijo que no sería biológico, pero tengo todos los derechos y todas las responsabilidades de una familia hacia un hijo”, subrayó.

El mensaje de su cartel no era suficiente. Se comentaba en las redes, conseguía sus likes y muchos seguidores le escribieron para contarle que, gracias a una de esas fotos, habían encarado a sus padres y descubierto que eran adoptados. Sin embargo, Catalá sentía que era “muy falso” si se limitaba a eso. Fue entonces cuando la compañía de senderismo que fundó con un amigo, llamada “Mirá cómo lo hago”, comenzó a becar a chicos judicializados de entre siete y nueve años.

El próximo paso será ofrecer becas para adolescentes judicializados, los que más sufren por la espera. Es una forma de retribuir todo lo bueno que ha recibido. Es, además, su misión: “Si yo puedo salvar un niño, uno solo, valió todo lo demás”, confirmó. Asimismo, aprovecha cada espacio en los medios para destacar la labor de los grupos de padres adoptantes en todo el país.

Tayikistán, un sueño y parte de su campaña

Tardó ocho años en ahorrar para hacer este viaje a Tayikistán. Lo consiguió, en parte, por familiares y amigos que le brindaron apoyo moral y económico. Emprendió este viaje solo e intentará escalar la montaña Korzhenevskaya (7105 metros) partir del 29 de agosto. No le preocupa lograrlo, haber completado el trayecto a ese país de Asia Central es una cumbre conquistada para él: “Estar ahí hace que haya ganado todo lo que estaba soñando. Después veo hasta dónde lleguen mis pies”.

Su compañía “Mirá cómo lo hago” organiza actividades de senderismo. (Foto: Instagram @mira_como_lo_hago)

Además, al llegar a Tayikistán leerá la carta de un nene de 12 años que espera ser adoptado en solidaridad con la campaña del grupo Adopten Niños Grandes. Hay 2200 chicos en situación de adoptabilidad, pero solo el 1% de ellos tiene entre 0 y cuatro años. El resto (más del 90%) es mayor de cinco años y a esta edad ya son considerados nenes grandes. Estas cifras se cruzan con las de los adoptantes: más del 90% busca adoptar bebés o nenes menores de cuatro años.

Al volver, el objetivo de Catalá seguirá siendo trabajar para ayudar a los chicos que se sienten excluidos, como él se sintió una vez. “Es una desgracia cuando yo los miro y no puedo decirles más que esta es solo una pequeña frustración de ellos y mía también, porque la sociedad no está preparada para adoptarlos”, lamentó. Desgraciadamente lo único que les puedo decir es que hay que prepararse para lo que viene, que es cuando salgan de ahí (de los hogares) y se encuentren solos, hay que darles las herramientas. Ahí es donde la sociedad tiene que estar, si no los vas a adoptar, ayudá a fortalecerlos, dales educación, dales una herramienta para que ellos se puedan valer solos.

A los que buscan adoptar, también les aconseja: “Adoptá a un niño mayor y en dos días te van a decir papá, en dos días te van a abrazar y en dos días vas a sentirte padre. No seas egoísta y no pienses en tu futuro, en tu vejez, pensá en aquí y ahora. Hay una cultura social tan fuerte ‘tenés que ser padre, tenés que ser profesional’ y nunca se puede permitir ser lo que sos. Ese permiso es el que se tienen quedar hoy, pensar muy bien antes de ser padres adoptivos. Sé padre porque el corazón te lo pide, no porque la sociedad te lo impone”.

Fuente: tn.com.ar

En esta nota hablamos de: