Era la madrugada del 18 de enero cuando Andrea Ramos terminaba su turno en la recepción del hotel Inti Huasi de Villa Gesell. La mujer estaba en el deck del hospedaje cuando vio pasar a “una persona corriendo por la calle, para el lado del bosque”, que resultó ser uno de los 10 rugbiers acusados de asesinar a golpes a Fernando Báez Sosa.
Ramos precisó que eran “entre las 4.45 y las 5 de la mañana” del sábado 18 cuando vio a al menos ocho de los 10 acusados desde el deck del hotel ubicado a media cuadra del boliche Le Brique, frente a donde asesinaron al joven de 19 años.
Mientras corría el joven solitario Ramos divisó a “un grupo de chicos que estaba detenido frente al supermercado, que está muy iluminado” y notó que se los veía “contra el portón de ingreso”.
“Pensé que este grupo de chicos lo venía persiguiendo al primero que pasó corriendo desesperadamente”, reconoció Ramos, hasta que los rugbiers -ahora se sabe que eran ellos- “le gritan al que iba adelante y me di cuenta de que eran amigos”.
La recepcionista contó “ocho, más o menos” en el grupo que volvía a su casa de alquiler a los gritos por la calle. Según ella, los rugbiers narraban “una pelea que habían tenido, y de manera burlona, se reían, que le habían “‘roto la jeta a uno’, y que lo habían ‘llenado de sangre'”.
“Yo creí que era una pelea más de las que suceden en el verano. No le llevé demasiado el apunte. Los chicos siguen hasta la esquina, hacia la entrada al bosque, y doblan. De donde yo estaba, veo hasta la esquina. Después, ellos doblaron”, relató la mujer.
Para las 8 de la mañana del sábado el crimen de Fernando Báez Sosa ya era cosa pública y los investigadores policiales se presentaron en el hotel para preguntarle a Ramos datos como la vestimenta y el aspecto de los rugbiers, y la dirección hacia donde habían corrido.
“A partir ese dato, la fiscal habilitó el allanamiento”, reveló la recepcionista, que fue considerada una testigo “clave” en la causa.
Fuente: Minuto Uno.