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A 40 años del hundimiento del Crucero General Belgrano, el relato en primera persona del sobreviviente Omar Lacaze

A 40 años del hundimiento del Crucero General Belgrano, el relato en primera persona del sobreviviente Omar Lacaze
2 Mayo, 2022 a las 21:45 hs.

Este lunes 2 de mayo, se cumplen 40 años del hundimiento del ARA General Belgrano, en la guerra de Malvinas. Omar Lacaze es uno de los sobrevivientes de ese día y nos cuenta detalles de lo que sucedió al rededor de las 16 horas de ese fatídico día.

Lacaze formó parte de la última tripulación del Ara General Belgrano. El día del hecho, él cubría la guardia de crucero de guerra en la parte de control de tiro, el cual consistía en realizar guardia en una torre de proa. “Estaba en la parte alta del barco, junto con otro grupo de compañero donde hacíamos vigilancia” comentó. 

La guardia que debía realizar Lacaze era en el horario de las 12 a las 16 horas, aquí cabe recordar que el impacto del primer torpedo se dio alrededor de las 16 horas. “La guardia se reemplazaba dentro de los 15 minutos anteriores a la hora, y ese día, por alguna razón, la guardia que nos reemplazaba a nosotros se retrasó unos minutos y por eso no estábamos en la parte interna, generalmente bajamos la cubierta de la puerta principal” explicó.

En esa línea, remarcó que “cuando se produce el primer impacto, prácticamente nos levanta en el aire, el buque una vez que entra agua empieza a mover un poco, pero nos quedamos sin máquina, sin nada, se paró directamente el barco en el mar. A mí me golpea y me tira abajo de unos bancos que había, caí más o menos un metro abajo de la base del director de tiro, donde me puse un salvavidas que había ahí y yo tenía un casco puesto”. 

Seguidamente, Lacaze indico que ayudó a un compañero a colocarse el salvavidas. “Lo ayudé a atar eso y me dice “yo no sé nadar” y le digo “mira, yo tampoco”, le dije que busque su balsa, tirate a cualquier balsa y te van a llevar, porque cada uno tenía su rol de abandono, cada uno tenía su balsa designada, estaba organizado, pero al momento no sabía si tu balsa la había roto la explosión, por eso te tirabas a la que encontraras a mano, así que nos abrazamos y nos despedimos”. 

Luego de eso, continuó diciendo que él “estaba tranquilo”, así que “bajé a la cubierta principal, me encontré con un suboficial que estaba tirando balsas al agua, vi el agujero que nos habían hecho era tremendo, yo dije esto no lo tapamos con nada”. 

“Ayudé a sacar gente, porque el buque se cierra y queda unos tambuchos abiertos y la gente tenía que pasar con el salvavidas y era dificultoso para poder salir, así que tiré algunos para arriba, busqué unos bolsos que había con algunas cositas de primeros auxilios y cuando me fui a tirar a mi balsa, se fue la balsa sin que me esperaran a mí, y no había nada, había una balsa cerca a unos 50 metros del barco en el mar, ya quedábamos poquitos arriba, el capitán, otro suboficial y poco más” aseguró Lacaze. 

“Así que me tiro al agua, y el barco hacia succión al moverse y me pasó para abajo del agua, pero pude salir, y cuando salí arriba estaba en la cresta de una olita y la balsa estaba cerca a 10 metros, pegue un par de brazadas y logre subir” continuó su relato. 

Para esta altura, solo habían pasado minutos. Una vez que Lacaze sube a la balsa, el viento y las olas lo llevan hacia donde estaba hundiéndose el buque, cosa que ponía en peligro la integridad de la balsa. “Tratamos de alejarnos y nos volvía a traer, estuvimos ahí hasta que se hundió el buque e hizo un pequeño remolino y quedamos ahí girando, la balsa se quiso arrugar, pero había alguien que ya había tenido otro hundimiento y dijo “estirémosla porque se va a romper”. 

En ese momento, en la balsa que se encontraba Lacaze. Eran 15, los cuales estuvieron 36 horas a la deriva hasta ser rescatados. “Había olas muy grandes, llovizna, agua nieve. Allá se hace de noche muy temprano, el barco a las 17 horas no estaba más, y ya a las 18 y monedas no se veía nada”. 

“En un momento de la noche nos habíamos unido a las otras balsas, después el temporal tocaban las balsas una con otra, subía arriba de otra era un desastre, entonces cada cual siguió para su camino, por eso nosotros pensábamos que estábamos solos, porque no teníamos horizonte. Eran como 20 que estábamos, pero separadas en una distancia de que cada una tampoco nos veían a nosotros, entonces todos teníamos la sensación de estar solos” expresó. 

Lacaze cuenta que alrededor de las 16 horas del 3 de mayo pasó un avión por encima de su balsa, pero no tenían nada para poder hacer seña. “Teníamos linterna, pero no teníamos pila, y estaba la pistola, pero no la bengala, comida si teníamos caramelos, masitas y agua de otra bolsa que nos habíamos chocado y no había nadie, pero nuestra balsa ya no daba para más, no sé cuanto hubiéramos aguantado” dijo.

“Y serian las 2 o 3 de la mañana, y empezamos a ver una luz en el mar y decíamos “alguien nos busca”, pero no llegaba nunca esa luz, entonces uno piensa que no nos van a encontrar porque tanta oscuridad y el mar complicado como estaba, pero no, era que estaban alzando otras balsas que estábamos separados. Esa noche nos saca el ARA Burruchaga, y ahí nos encontramos con unos cuantos compañeros, era un barco que eran poquitas personas, y a ellos habían mandado a remolcarnos a nosotros, no a buscarnos hundido. Para ellos también fue todo muy difícil, primero la sorpresa de encontrar nada más que la mancha de petróleo”. 

Luego de estar recogiendo balsas, el día 5 de mayo llegan a Ushuaia, donde los proveen de ropa y comida. “En el caso mío, me arrancaron todo porque que yo tenía todos los brazos congelados, yo movía nada más que el hombro, el resto codo y muñeca no tenía movimiento y las rodillas tampoco, me paraba, pero me apoyaba en los talones porque los dedos estaban arrollados por el frío”.

Finalmente son trasladados desde Ushuaia y llegan a la Base Aeronaval Comandante Espora, Lacaze sostuvo lo difícil que fue. “Ahí había mucha gente y lo más difícil para mí es que cuando venían los chicos y mujeres y te preguntaban si había visto a fulano, si lo conocía, si lo habías visto y lo difícil, por más que uno haya visto lo que le haya pasado no podés decir nada”. 

Actualmente, Lacaze vive en Villalonga, provincia de Buenos Aires, con su familia y dos hijos. Físicamente no sufrió ninguna consecuencia del hundimiento. Hoy en día trabaja en su pueblo, el cual lo ha reconocido nombrando una calle, una biblioteca y una escuela a su nombre.

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