Por un robo, que concluyó con una muerte, Julio Matías Sosa admitió su culpabilidad y fue condenado a 12 años de prisión. La sentencia fue dictada por el juez de audiencia santarroseño, Daniel Sáez Zamora, a partir de un acuerdo abreviado presentado en forma conjunta por las partes.
El hecho por el que Sosa fue hallado culpable del delito de homicidio en ocasión de robo ocurrió el 19 de septiembre pasado. Ese día, a media tarde, el acusado ingresó a una vivienda de la avenida Uruguay, agredió a su único habitante –un hombre de 89 años– y se apoderó de una cámara fotográfica, un juego de llaves y diez medallas.
La víctima, Jorge Manuel Llanos, sufrió hematomas y lesiones en los ojos y en las regiones malar y cervical y fue internado en terapia intensiva, donde sufrió “un evento cardíaco, con neumonía, que puede interpretársela intrahospitalaria, con traqueotomía el 28 de septiembre”, detalló el fallo. Finalmente, al día siguiente falleció.
Sosa, de 30 años y con antecedentes registrables, admitió la autoría del hecho y, a partir de ello, el fiscal Oscar Cazenave y la defensora oficial María Antonella Marchisio convinieron el abreviado. En su parte resolutiva, además de los 12 años, Sáez Zamora lo declaró reincidente y dispuso que continúe en prisión preventiva efectiva hasta que la sentencia quede firme.
Más allá de la confesión del imputado, el magistrado –para dar por probado que Sosa fue el autor del delito– valoró otras pruebas independientes. Una de ellas fueron los registros de las cámaras de seguridad, que ubicaron al homicida merodeando el inmueble.
“Puede verse, muy claramente, al acusado circular por la zona cercana a la casa de la víctima. Ello quedó registrado en el video de la cámara de seguridad de una vivienda sita en la calle Leguizamón (…) Esto quiere decir que el acusado se encontraba a unos 300 metros del lugar del hecho y a pocos minutos en que irrumpiera en la vivienda”, indicó Sáez Zamora.
El juez también consideró los resultados de las pruebas genéticas, ya que se hallaron rastros sobre la mesa de la cocina. Así fue que pudo obtenerse “un perfil genético mezclado de tres individuos, en el que aparece el rastro genético del acusado y la víctima, que comparado al azar en la población con otro individuo, es 448 mil trillones de veces más probable que sean de Sosa y Llanos que cualquier persona seleccionada al azar. De esta manera, con una probabilidad altísima –casi infinita podría decirse–, pudo determinarse que el acusado estuvo en el domicilio de la víctima, sin ser un conocido de este o que existiera cualquier otra justificación para su presencia”.
Por último resultaron de suma importante una serie de allanamientos realizados en las horas posteriores, donde se secuestraron la cámara fotográfica y una moneda con la siguiente leyenda: “Al mérito Jorge A. Llanos 1923-30-10-1953”. Incluso el estuche de la cámara fue peritado y la conclusión fue que en él había “rastros genéticos de la víctima en razón de 200 mil billones de veces más probable que fuesen de Llanos que de otra persona elegida al azar”.