Este medio participó de la recorrida que llevó a cabo la Justicia Federal por la causa de la Subzona 14 III en la comisaría primera de General Pico. Se trata de un juicio donde se juzga a 6 exmilitares y expolicías por privaciones ilegales de libertad y tormentos en perjuicio de 196 personas entre 1975 y 1982.
El recorrido comenzó en la Comisaría Primera de General Pico y luego continuó en el barrio Militar. La misma se llevó a cabo en presencia de una de las víctimas, Raquel Barabaschi, quien estuvo detenida en el lugar y al momento de la recorrida dio detalles de lo que vivió.
Al respecto, Barabaschi, comentó “la Comisaría Primera sigue absolutamente activa, he entrado a ese lugar solo para certificar una firma o hacer algún trámite, es distinto caminar los pasillos por donde nos traían detenidos”.
En tanto, contó que su primer ingreso fue “colectivo” en enero de 1975, junto a otras 32 personas. “Habíamos hecho una toma pacífica de la Universidad Tecnológica donde yo era estudiante. Estábamos en plena resistencia por una intervención falsa que había venido desde Bahía Blanca. En ese primer ingreso estuvimos desde la madrugada, cuando se dio el desalojo, hasta el mediodía siguiente que nos llevaron a la Seccional Primera de Santa Rosa”, señaló.
Durante su relato, Raquel recordó una situación que le tocó vivir junto a una de sus compañeras. Se trató de una situación que tuvo lugar durante su detención en la Comisaría Primera de la ciudad y que da cuenta de la situación social que se vivía en 1975.
“Cuando nos sacaron de la facultad yo estaba leyendo “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano. Me metí el libro en el bolso y cuando llegamos a la comisaría mi compañera me preguntó qué hacía con ese libro encima, ‘nos van a sacar todo y lo van a ver’, me dijo. Decidimos esconderlo detrás de un armario que estaba contra la pared, pero lo poníamos, apretábamos el armario y el libro se caía, hasta que quedó“, recuerda Barabaschi esbozando una sonrisa.
Cabe destacar, que libros como el de Galeano y otros autores de la época, a criterio de la Junta Militar, eran considerados como “subversivos“, porque invitaban a imaginar y pensar realidades diferentes a la establecida.
En tanto, contó que con el paso de los años, y con el regreso a la democracia, siempre tuvo la tentación de ir a preguntar si alguien había encontrado el libro que escondieron en una situación tan crítica.
Luego de esa situación, fue enviada con arresto domiciliario al campo de mis padres, ubicado en la zona rural de Winifreda. Hasta 1983 Raquel tuvo prohibido el ingreso, no solo a la Universidad, sino a la ciudad de General Pico. “Para cuando pude volver, a principios de 1984, mi carrera ya no estaba“, finalizó.
