border_color Por Margarita Cervio

Relatos de General Pico: La gran historia del parque recreativo “Benicio Delfín Pérez”

Relatos de General Pico: La gran historia del parque recreativo “Benicio Delfín Pérez”
11 Octubre, 2021 a las 10:00 hs.

La Laguna, es y ha sido en la ciudad lugar indiscutido de encuentros. Su historia le da varios nombres. Por ejemplo, Laguna “La Arocena”, que hace mención al apellido del dueño de los campos donde hoy se encuentra.

Otros la nombran como “Club de Caza, Pesca y Náutica”, y algunos la mencionan como “Parque Recreativo Benicio Delfín Pérez”. Los más actualizados se refieren a la “Reserva Natural Urbana Benicio Delfín Pérez”.

La realidad es que cualquier piquense al que le digamos “te espero en la laguna”, no dudará en recorrer 7 kilómetros desde el centro de la ciudad, por la Avenida San Martín hacia el sur, para continuar luego por un camino de tierra que nace en la unión de la avenida con la calle 201.

Escribir este artículo me recuerda lo mucho que ha cambiado el acceso a la información. En 1998, año en el que comencé a trabajar en General Pico, no se “googleaba”. Las fuentes de información eran la biblioteca, el museo, entrevistas y diarios.

Guardo como un tesoro las hojas escritas a máquina de la entonces directora del museo, Rosita La Gioiosa, a quien molestaba casi a diario. Me pedía que volviese al día siguiente y me esperaba con todo lo que le pedía tipiado, y con su sello y firma. Yo salía muy feliz de allí, y me dirigía “a molestar” a Rodolfo Rivero, que se encontraba en su comercio armando anzuelos de pesca, para que me contara sobre el Club de Caza, Pesca y Náutica.

Hay mucho para contar, sobre la laguna y su diversidad, ya que atraviesa constantemente nuestras vidas, nunca somos indiferentes al ambiente que nos rodea.

Miremos juntos un paisaje de nuestra laguna, seguramente veremos naturaleza, pero también cultura. Cuando le ponemos nombre a un ave o a una planta deja de ser únicamente un ser vivo, para pasar a formar parte de la cultura y del turismo del lugar, aparece en danzas, en canciones, en topónimos, en cuentos, en refranes, en artesanías, en obras de arte, en la gastronomía, en leyendas, etc.

La interacción es constante y moldea al piquense. Qué distintos seríamos si estuviésemos rodeados de selva. Nuestros artesanos estarían tallando tucanes y no un cardenal amarillo en madera de caldén.

En todo lo que nos rodea podemos ver esa interacción y esa diversidad. Por ejemplo las aves son referenciales: si estás despeinado, “tu cabeza es un nido de caranchos”. Podés ser “un picaflor” si sos de cambiar seguido de amor, yendo de flor en flor. “Cabeza de pajarito” si te olvidás de las cosas. “Pato criollo” si te mandás macanas seguido. Podés “hablar como cotorra”, tener “mirada de arpía” o ser ¡”un gallina”!. Te ponés “mañero como loro viejo”. Llamemos “a los caranchos” (abogados). Ya pasé “la edad del pavo”, etc.

El nombre de un lugar está asociado a una realidad, a una historia y a las lenguas de quienes poblaron antaño esos lugares y muchos hacen referencia a la naturaleza, como es nuestro caso, ya que nuestro departamento se llama Maracó (MARA/ Liebre – CO/Agua).

Ahora podemos buscar el pronóstico del clima en el celular, pero antiguamente lo predecían las aves. Cuando la chuña de patas negras canta, el tiempo cambia y si canta durante la tormenta, es que saldrá el sol. Cuando canta la perdiz y se nubla, ¡agua segura!. Si canta la bandurria de noche, saldrá el sol, pero si grita al emprender vuelo se viene la tormenta. Cuando el pirincho grita fuerte aparecerá el ventarrón.

La diversidad biológica es indispensable para los seres humanos, tanto para nuestra supervivencia, como por los servicios que obtenemos de ella.

Pero, la pregunta recurrente es ¿por qué se llama así nuestra laguna? Héctor Pérez Farías, hijo de Benicio Delfín Pérez nos cuenta que la Reserva Natural lleva este nombre en honor a quien fuera uno de los principales propulsores de su creación, el Sr. Benicio Delfín Pérez.

Don Benicio Delfín Pérez, fue un policía que hizo su carrera durante treinta años en el entonces Territorio Nacional de La Pampa. Nativo de Victorica, luego de rotar por casi todos los puestos policiales del oeste pampeano, en febrero de 1942, recaló en General Pico y aquí se quedó definitivamente con su familia. Vivió de cerca la creación de la comisión “Pro compra terrenos para el asentamiento de una unidad militar”.

Luego de unos meses esa comisión tomó el nombre de “Amigos de la ciudad de General Pico”. Estaba encabezada por el doctor Anselmo J. Palau y se mantuvo hasta que por circunstancias muy especiales, se fue transformando en lo que luego fue “CICAR”.

Los últimos años de aquella comisión fueron presididos por Don Benicio Delfín Pérez, retirado de las fuerzas policiales en 1956, a poco tiempo, de que el territorio pasara a ser provincia.

General Pico se transformó en los años finales de esa década, con la llegada del asfalto. El agua de lluvia que antes se absorbía en la arena, ahora corría peligrosamente a veces en gran cantidad, hacia su desnivel natural que formaba la laguna Maracó.

Ésta estaría delimitada hoy, por todo lo que comprende el Parque Industrial, hasta el monumento a Juan D. Perón y Eva Duarte y más atrás hasta las inmediaciones del Hipódromo y hasta la otra Estación de Servicio El Aeroplano.

En ese lugar concentró su inquietud Don Benicio Delfín tratando de convencer a las fuerzas vivas del pueblo y a las autoridades, para que se acopiara todo ese caudal que se recibía en cada lluvia, y hacer allí una gran laguna.

Los años fueron pasando y la inquietud de Don Benicio se fue diluyendo, ya que los gobiernos de turno, puestos por decisión del gobierno central a pesar de ser ya una provincia, no dieron lugar a esta idea. Pero las autoridades municipales siempre mostraron apoyo a las ideas, planos y proyectos diseñados por él, que para esta altura, ya había estudiado los terrenos en cartas topográficas levantadas en el año 1952, donde se podía ver una cota de altura máxima en el pueblo, en una franja que se puede delimitar por las calles 10 por un lado y 28/30 del otro, con una franja que va desde la calle 25 hasta la 33.

Eso marcaba el escurrimiento del agua en mayor cantidad hacia aquel bajo, ya que para el otro lado, las aguas derivaban hacia otro bajo que se conocía entonces como “La laguna El Arbolito”, que extendía sus aguas hasta donde actualmente se encuentra el autódromo.

Los años y otros estudios que se realizaron cuando las autoridades pasaron a ser otras, por elección ciudadana, hicieron que se construyeran varios canales debajo de algunas calles (en determinados sectores de la 9 y la 2), para dar salida definitiva a lo largo de la calle 19, hasta donde concluía la misma en su encuentro con la ruta que venía de Trenel.

Luego de trasponer las vías del ferrocarril, barreras de por medio, se accedía a la entonces ruta 143. Todo eso fue modificado por la llegada del Parque Industrial y con ese canal al quedar eliminado ese contacto con la ruta, se levantó la cabina del lugar conocido como “La barrera de El Embarcadero” y se construyó allí una obra que sirve de derivación para llevar el agua de las lluvias, por un canal a cielo abierto que se dirige hacia el bajo del campo de la familia Arocena, a quienes se le expropiaron las tierras donde actualmente llegan esas aguas.

A todo esto, Don Benicio Delfín, que ya prácticamente había dejado de lado sus inquietudes y se había abocado al armado de su libro “Historia de la vida de la Pampa Central”, no se enteró de que otra gente, con otras inquietudes, había seguido trabajando sobre el tema, pero ahora manejando otra salida para acopiar las aguas pluviales.
Por inquietud de uno de sus hijos, un día fue a conocer esas obras. Lógicamente las valoró pero como era hombre de no olvidar los temas que había estudiado, se dio cuenta que la laguna natural, con nombre y todo, iba a desaparecer. No se entristeció, pero tampoco se alegró.

Pocos meses después de haber visitado estas obras Don Benicio falleció, no pudiendo ver la obra terminada.
El señor Ricardo F. Pastor en 1985, entonces miembro del Concejo Deliberante, presentó la moción para que el parque a inaugurar llevara el nombre de este luchador por las inquietudes de su pueblo y así quedó denominado el lugar: “Parque Recreativo Benicio Delfín Pérez”.

El 20 de noviembre de 2010, se procedió a la reinauguración del lugar, y la familia de Don Benicio, ahora extendida hasta el grado de bisnietas/os, se hizo presente y plantó en su nombre un caldén, árbol autóctono de la provincia.

Continuará….. porque la historia de este lugar tan querido y disfrutado ha pasado por distintos momentos: tristes, alegres, trágicos, esperanzadores pero nunca indiferentes.

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