Por Norberto G. Asquini

UNLPam: la Universidad peronista “al servicio del pueblo”

UNLPam: la Universidad peronista “al servicio del pueblo”
Alfredo Domínguez, a la izquierda, rector normalizador entre 1974 y 1975, acompañado por el rector de Río Cuarto
12 Abril, 2021 a las 11:00 hs.
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Norberto Asquini

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El 12 de abril de 1973 la Universidad de La Pampa se nacionalizó y comenzó otra etapa de su vida institucional. Los meses siguientes fueron de incertidumbre, entre el cambio de gobiernos y el traspaso de la casa de estudios a la órbita nacional. Se sucedieron tres interventores y continuó la movilización de estudiantes, docentes y no docentes por el gobierno que debía tener la Universidad pampeana y su perfil institucional. Sin embargo, en diciembre del 73 el ministro de Educación de Nación, Jorge Alberto Taiana, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, designó una conducción peronista. Con los nuevos aires ideológicos del proyecto de educación nacional y popular para la reconstrucción y la liberación, las nuevas autoridades intentaron darle una impronta de “universidad al servicio del pueblo” que sería barrida en octubre de 1975 con una intervención de derecha que preanunció lo que pasaría durante la dictadura militar que se desataría meses después.

La Universidad peronista

El 29 de noviembre de 1973 Taiana viajó a Santa Rosa y afirmó que “la Universidad debe ser intervenida por personas que estén identificadas con la idea del gobierno justicialista y con la idea del Ministerio”. El 28 de diciembre fue designado así el contador público Jorge Ricardo Bragulat, nacido en Caleufú y el primer rector que tuvo la UNLPam egresado de sus aulas en 1969. Vinculado al peronismo de izquierda estaba en la Universidad del Comahue trabajando cuando fue convocado por el gobernador Aquiles José Regazzoli.

El nuevo gobierno universitario que se puso en marcha en el ’74 era de signo enteramente peronista, y la política impulsada por su gestión tuvo como propósito conformar una “Universidad del pueblo” para lo que acometió la reforma de su estructura. En su tarea, que duró poco más de un año y medio, trataría de imponer un proyecto de modernización académica y de ampliación edilicia. La conducción peronista tuvo que enfrentar fuertes resistencias tanto dentro como fuera de las paredes de la institución. Por un lado, de las agrupaciones estudiantiles de Franja Morada y la izquierda, y por otro de las autoridades de Educación nacional y del Ejército.

Jorge Bragulat, foto de los años 80, el primer rector interventor egresado de la UNLPam

Bragulat asumió el 7 de enero y su primera definición fue: “En la Universidad se debe avanzar en la idea de ponerse auténticamente al servicio del pueblo”.
El equipo de conducción estaba conformado por una docena de personas. La mayoría de sus integrantes tenía como horizonte ideológico el peronismo, a pesar de la heterogénea composición de sus miembros que iban desde la ortodoxia nacionalista a las vinculaciones con la Tendencia. Sin embargo, mantenían ideas homogéneas respecto de la función de la Universidad.

“Había una relación directa con el peronismo en todos, pero con sus matices. No era monolítico. La orientación mía venía más que de una idea de peronismo tradicional, de promover una reforma económica profunda. Más vinculado a lo que tenía que ser una redistribución de la riqueza”, explicó Bragulat durante una entrevista con el autor.
Entre los integrantes de ese equipo estuvieron el abogado Hugo Chumbita, que se hizo cargo de la secretaría académica y luego pasó a ser director del Instituto de Estudios Regionales (IER). El médico Alfredo Otálora asumió como secretario de Acción Social, ocupó el cargo hasta enero de 1975 cuando se fue al Servicio Provincial de Salud y fue reemplazado por el historiador Juan Carlos Grosso, un intelectual volcado al peronismo.

En Ciencias Humanas se concentró el núcleo más fuerte de la línea de izquierda. Allí fue designado el 6 de marzo un profesor de Bahía Blanca, el sociólogo Sacha Altaráz. Ana Gispert Sauch, una docente de gran predicamento, militante en la JUP local, cumplió la función de secretaria académica de esa facultad en un primer momento. En Económicas asumió un profesional de perfil técnico, Alfredo Domínguez, un joven economista de la UBA que había cumplido funciones como asesor en el Ministerio de Economía de Nación. En Agronomía, fue designado el ingeniero Néstor Bossio, que ya era profesor. En 1975 se agregaron como decanos de la recién creada Facultad de Exactas y Naturales Juan Macluff y en Veterinarias Elbio Taroni.

Para algunos críticos de esa conducción, ese constante estado deliberativo y de discusión frenó el funcionamiento de proyectos, si bien todos reconocen que hubo logros importantes que fueron señeros para el ámbito pampeano.

Los verdaderos obstáculos a la nueva conducción llegaron de parte de un estudiantado movilizado y activado por las luchas universitarias. Fueron los dirigentes de Franja Morada y FAUDI, que integraban las conducciones de los centros de Económicas y Agronomía, los más férreos cuestionadores de la línea política. Otro sector fue Apulp, el gremio de los no docentes conducido por Ciro Ongaro.

Cambios en la conducción

Las innovaciones implementadas por Bragulat y su equipo lograrían tanto seguidores incondicionales como no pocos opositores. Tal vez la transformación más importante fue la modificación de los contenidos académicos y la ampliación de las carreras ofrecidas. En febrero la intervención dictó una resolución para que en las tres facultades y el departamento de Naturales se formaran mesas de trabajo para discutir los planes de carreras, los programas de las materias y la organización y funcionamiento de las cátedras.

El 14 de marzo del ’74 fue promulgada la nueva Ley Universitaria 20.654, votada para normalizar las casas de estudios y dotarlas de un gobierno. La nueva ley establecía además la edad del rector normalizador, que debía tener más de 30 años. La condición fue impuesta por los sectores de la derecha peronista para que el encargado del rectorado de la UBA Ernesto Villanueva no pudiera asumir el cargo.

Por entonces Bragulat tenía 28 años y se tuvo que buscar a un reemplazante. Tras varias reuniones, recordó Bragulat, quedaron dos nombres en danza para sucederlo, ambos con distinto perfil: Domínguez, un técnico; y Chumbita, un hombre más político. Finalmente, el nombramiento recayó en Domínguez, que asumió el 1 de abril. Bragulat, que pasó a desempeñarse como secretario general y fue también designado decano de Económicas, un enroque que no alteraba el proyecto asumido a comienzos de año.

Domínguez continuó y profundizó el proceso de transformación de la UNLPam con la expansión de la oferta estudiantil, la adecuación de los planes de estudios y las ampliaciones edilicias.

La nueva etapa

A comienzos de septiembre del ‘74 Domínguez y Chumbita informaron sobre las innovaciones que llevaría adelante la conducción universitaria. Se esperaba extender los títulos ofrecidos a diez y ampliarlos con títulos intermedios o carreras cortas. Anunciaron para 1975 la creación de la Facultad de Veterinarias -que funcionó en la ciudad de General Pico- y la jerarquización del Departamento de Ciencias Exactas y Naturales que pasó a ser facultad. Explicaron además la puesta en marcha en Humanas de las Licenciaturas y del profesorado de Jardín de Infantes en Pico; en Económicas se ofrecería la opción a Contador Público o Licenciado en Administración. En 1975 se anunció la creación de la carrera de Técnico en Cooperativas Mutuales dentro de la Facultad de Económicas, impulsada por Bragulat. Fue una de las pocas universidades del país en la que se introdujo y funcionó hasta la dictadura militar.

El proyecto académico más ambicioso e innovador del equipo de conducción fue la puesta en marcha del IER, el más recordado por muchos pampeanos.
La transformación de la UNLPam se observó también en lo edilicio. En marzo del 74 se informó sobre la iniciación de la construcción de la nueva sede -cuyo proyecto estaba previsto cuando era provincial- en calle Gil frente a la plaza San Martín. Se adquirió otros inmuebles, como el de la calle 9 de Julio entre Pellegrini y Pico.
Durante una entrevista con el autor, Bragulat rescató: “Quedó el recuerdo de cosas potenciales que pudieron hacerse o haberse hecho que después se retomaron como cosas posibles, no utópicas. La profusión de estudios regionales y geográficos se hicieron; otras fueron más difíciles como las ideas de revolución aplicada en lo económico que son más complejas. Mucho no pudo llevarse a cabo, pero si la revolución de ideas con la modificación de planes de estudio, de contenidos de las materias”.

Durante 1975, y mientras desde Nación la derecha peronista intervenía Universidades vinculadas a la izquierda, la UNLPam continuó con el mismo equipo. Comenzaron a llegar docentes de otros lugares. La UNLPam fue receptora de algunos que quedaban sin trabajo, eran hostigados o se les cerraban puertas por sus ideas. Llegaron a instalarse a Santa Rosa varios docentes de la Universidad Nacional del Sur y la del Comahue, pero también de la UBA o Córdoba. El geógrafo Alejandro Socolovsky fue uno. Hubo profesores instalados en la provincia que después tendrían renombre en los ámbitos académicos como Juan Carlos Tedesco, Luis Alberto Romero, Juan Carlos Geneyro, Néstor García Canclini, Hugo del Campo y Néstor Gaggioli -presidente luego de la Asociación Física Argentina-.

El final de un proyecto

El 12 de septiembre de 1975, el ministro Pedro Arrighi le aceptó la renuncia a Domínguez y el 7 de octubre se hizo cargo de la intervención Armando Seco Villalba y un nuevo equipo llegado de Buenos Aires identificado con la derecha peronista.
Para algunos autores, la violencia represiva ejercida en las aulas universitarias antes del golpe del 24 de marzo de 1976 fue un anticipo de la política de la dictadura en la educación superior y del terrorismo de Estado. En las universidades argentinas, la dictadura se adelantó para acabar con las conquistas alcanzadas. De hecho, la intervención de Seco Villalba se quedaría hasta mayo de 1976.
En noviembre de 1975 cuando comenzó a funcionar la Subzona 14 en La Pampa la mayoría del equipo de conducción, y docentes que habían llegado en esa etapa, fueron perseguidos y encarcelados y muchos cesanteados. Bragulat, Chumbita y Otálora, después Bossio, fueron detenidos y torturados. Gispert Sauch perseguida tuvo que escapar. Domínguez o Grosso cesanteados se fueron.
Así terminó una etapa de la UNLPam en los 70 que intentó una “universidad al servicio del pueblo” y que pocos recuerdan.

(Norberto Asquini es autor de “Crónicas del fuego”, “El Informe 14” y el capítulo de “La Universidad de La Pampa. 50 años de historia”).

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