Por Norberto Asquini

El golpe a Perón: conscriptos pampeanos bajo fuego

El golpe a Perón: conscriptos pampeanos bajo fuego
20 Septiembre, 2020 a las 09:03 hs.
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Norberto Asquini

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Se cumplen en estos días 65 años del golpe de Estado al presidente Juan Domingo Perón que comenzó el 16 de septiembre de 1955 y se extendió hasta el día 21 cuando asumió una junta militar. En los combates que se sucedieron entre leales y golpistas y los bombardeos de la Marina antiperonista, hubo decenas de muertos, y si bien nunca se registró una cifra oficial, el Archivo Nacional de la Memoria documentó al menos 156 víctimas fatales, entre ellos civiles.

En La Pampa, por entonces provincia Eva Perón, mientras en otros puntos del país se levantaban los oficiales antiperonistas, las tropas de los cuarteles de Toay y General Pico fueron leales a Perón y marcharon a sofocar el golpe a Bahía Blanca. Las columnas de conscriptos pampeanos quedaron bajo el fuego de los aviones rebeldes de la base de Puerto Belgrano.

El golpe a Perón

El 16 de septiembre de 1955, el general Eduardo Lonardi y un grupo de oficiales y civiles iniciaron un alzamiento armado en la Escuela de Artillería de La Calera, en Córdoba, contra el gobierno constitucional. Al mismo tiempo, el almirante Isaac Francisco Rojas sublevó la base Puerto Belgrano, en Bahía Blanca, y varias naves zarparon hacia Buenos Aires. También se levantaron en la base Río Santiago, cercana a La Plata. Otro foco se estableció en Curuzú Cuatiá, Corrientes. Los combates se sucedieron durante horas.

El día 17, el segundo del levantamiento y bajo estado de sitio, las tropas leales en La Pampa marcharon desde Santa Rosa y General Pico para reprimir el foco golpista de Bahía Blanca, donde iban a converger otras unidades desde toda la provincia de Buenos Aires.

El Regimiento 13 de Caballería, con asiento en Toay, se dirigió por la ruta 33 hasta Sierra de la Ventana, donde se iba a dar la concentración total de las fuerzas leales desplazadas contra las bases de Puerto Belgrano y Comandante Espora. También iba el Regimiento 3 de Artillería de Pico. Esas tropas fueron acompañadas durante su traslado por el bombardeo de los aviones enemigos.

Un testigo bajo fuego

Hace unos años entrevisté a uno de los conscriptos pampeanos que fue testigo de esas jornadas cuando tenía 20 años. El médico y ex senador, Enrique Martínez Almudévar hacía la “colimba” en el Regimiento 13 de Caballería de Toay. Mientras cursaba la carrera de Medicina en Buenos Aires, le tocó el servicio militar e ingresó a la Enfermería.

En septiembre, los conscriptos pampeanos estaban de maniobras en Boeuf cuando se declaró el alzamiento militar contra el gobierno peronista. “Nos subieron en camiones y ambulancias que habían requisado y nos llevaron a tomar la base de Puerto Belgrano en Bahía Blanca. Así que salimos todos encolumnados en camiones, coches. Antes de llegar a Tornquist se nos sumaron los de Azul que eran de artillería. Fue un viaje de un día o dos, y para que no nos viera el enemigo no prendíamos ni la cocina”, recordó.

Martínez Almudevar rememoró: “Cuando llegamos a Tornquist, nos para la aviación de la base de Belgrano y ahí sobre la ruta nos bombardeó. Eran aviones contra fusiles Mauser. Creo que no nos tiraron a pegar, nos tiraban al costado de la ruta. Yo estaba con la ambulancia con un soldado de apellido Arballo, fue la última vez que lo vi porque después se fue de la ambulancia. Y atrás venían los de Azul en la columna. Nos tiraban bombas todo alrededor de los vehículos. Cuando venían los aviones corríamos de la carretera y nos tirábamos en la cuneta y se sentían los alambres que se cortaban por las bombas y las ametralladoras. Me parece que a las bombas las tiraban con la mano”.

“El único muerto que hubo –recordó–, porque heridos no hubo, fue un chico de Azul que venía en el último transporte de la columna. Se asustó y salió corriendo para atrás, por la carretera y tuvo la mala suerte que cayó una bomba entre él y el resto”, recordó.

Al ataque

Las tropas leales, entre ellas las pampeanas, llegaron el domingo 18 a unos 100 kilómetros de Bahía Blanca desde donde al día siguiente pensaban desatar la ofensiva. Hasta esa jornada se sucedieron combates en varios puntos del país.

En Tornquist, se agruparon el Regimiento 13 de Caballería y el Regimiento 3 de Artillería, junto a destacamentos de comunicaciones, zapadores y blindados, los que estuvieron bajo el acoso aéreo y sufrieron algunas bajas.

Martínez Almudevar indicó que luego del bombardeo entraron en la localidad bonaerense y el sector enfermería fue directamente al hospital, junto a la plana mayor. “Estaba junto a un cabo y otro compañero más. Teníamos cama, cocina, comida. La gente nos daba sánguches y nosotros les dábamos una bala de recuerdo. En ese momento no sabíamos qué era lo que pasaba, no teníamos la mínima noción”.

“A las pocas horas sobrevoló un avión y panfleteó la ciudad, con el mensaje de que si no se rendía el regimiento iban a bombardear la ciudad. La gente entonces nos dejó de dar y nos pedían que nos fuéramos. Se les terminó la emoción, cuando estuvieron por tirar las bombas, nos pedían ‘váyanse muchachos’”.

El entonces conscripto recordó cómo fue el final el día 19. “Exigieron a los jefes nuestros que se rindieran. Entonces fueron a un campo que estaba pegado a Tornquist. Cuando estábamos en el campo, como la ambulancia la ubicaban al principio de la columna, yo estaba con el jefe nuestro al que le sebaba mate. Se reunió con el jefe de Pico, que le decían el ‘Gato Negro’. Allí desplegaron una sábana blanca. Bajaron los aviones en el campo y los oficiales se rindieron”, resaltó.

El golpe final

En la mañana del lunes 19, la flota golpista bombardeó los tanques de combustible de Mar del Plata como advertencia a Perón. A pesar de que no había una definición militar, el presidente decidió que no hubiera más derramamiento de sangre. Ese mediodía, se leyó por radio un comunicado de la Presidencia que afirmaba que Perón renunciaba y ponía el gobierno en manos del Ejército.

Pasado el mediodía del lunes 19, las columnas del Ejército se retiraron de Tornquist ante el desconcierto que reinaba en el país. En la mañana del 21, el gobierno constitucional terminó de hecho y se levantó el bloqueo al Río de La Plata. Perón se refugió en la embajada de Paraguay y luego partió al exilio, ante la amenaza constante por parte de los rebeldes de intentar secuestrarlo para fusilarlo.