Crónicas de La Pampa

Se cumplen siete años de la muerte de Arquímedes Puccio en General Pico, la historia del famoso líder de un clan homicida

Se cumplen siete años de la muerte de Arquímedes Puccio en General Pico, la historia del famoso líder de un clan homicida
4 Mayo, 2020 a las 18:05 hs.

Este lunes 4 de mayo de 2020 se cumplen siete años de la muerte de Arquímedes Rafael Puccio, quien falleció en 2013 a los 83 años en General Pico tras sufrir un grave deterioro en su salud que derivó de un accidente cerebrovascular.

Puccio falleció en su cama, “mientras dormía”. Eliud Cifuentes, un amigo y pastor que lo cuidaba, fue el que lo encontró.

Crónicas de La Pampa

En ciertas ocasiones, las historias se disipan y se desvanecen poco a poco en la memoria. Por eso, a veces es necesario recordar que uno de los criminales más temidos y reconocidos en la historia penal de nuestro país vivió y murió en General Pico.

Antes de abordar sus últimos días en suelo pampeano, es preciso señalar que muchos periodistas investigaron los crímenes que cometió y lo que ocultó. De su vida y de su historia. De su clan y su familia. En fin, de sus fábulas y miserias.

Estamos hablando de Arquímedes Rafael Puccio, quien nació un sábado 14 de septiembre de 1929 en el barrio de Barracas en la Capital Federal, siendo el mayor de seis hermanos y con un destino a cuestas que jamás imaginaría de pequeño.

Entre sus labores, se conoce que trabajó de abogado, contador y hasta fue considerado empresario. Sin embargo, no pasó a la historia por su profesión, sino por sus crímenes sangrientos.

En 1957 se casó con la docente Epifanía Ángeles Calvo con la que tuvo cinco hijos: Alejandro, Silvia, Daniel, Guillermo y Adriana.

Luego de contraer matrimonio con Epifanía, Arquímedes se afincó en una vivienda ubicada en San Isidro, un escenario tétrico donde tendría lugar el secuestro de personas.

En cuanto a su formación educativa, Puccio concurrió al Colegio Comercial Hipólito Vieytes de Buenos Aires y se desempeñó en una serie de cargos públicos, donde fue hasta distinguido.

En aquel tiempo, fue parte del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea donde trabajaría con un integrante de su futura banda delictiva, Guillermo Luis Fernández Laborda.

Posteriormente, Puccio encabezó un grupo dedicado al secuestro extorsivo de personas junto al propio Fernández Laborda, el coronel retirado Rodolfo Franco y algunos de sus hijos. También, estuvo involucrado un contador de su confianza.

Una fascinación por hacer el mal

El primer golpe de la banda, tuvo lugar un jueves 22 de julio de 1982 cuando secuestraron a una persona cercana a Alejandro Puccio. Se trataba del joven Ricardo Manoukian (23). En este caso, la víctima permaneció atada por nueve días y escondido en un baño de la casa de los Puccio.

Trágicamente y a pesar de que su familia pagó un importante rescate (500.000 dólares de la época), el joven Ricardo fue asesinado y su cuerpo fue arrojado a un río cercano al partido de Escobar. Su cuerpo apareció en una localidad de Tigre un tiempo después.

A poco menos de un año de ese hecho, la banda delictiva se puso otro objetivo: una vez más, eligieron un jueves. El 5 de mayo de 1983, se dispusieron a secuestrar al ingeniero y rugbier Eduardo Aulet (24). La víctima fue emboscada y cayó en manos de los Puccio.

Nuevamente se repitió el pago, pero también el trágico final: Eduardo fue asesinado en la ciudad de General Rodríguez, antes de que la banda cobrará los 150.000 dólares exigidos. Como en el primer caso, el cadáver fue encontrado en 1987, cuatro años después. La tragedia, en este punto, parecía no tener fin.

Hasta ese momento, nadie parecía sospechar que los Puccio tendrían algo que ver con los secuestros. Ni la Policía ni la prensa. Ya planeaban el tercer golpe.

Los oscuros pensamientos de Arquímedes se posaron en un nuevo empresario, se trataba de Emilio Naum (38), de mucha más edad que las otras dos víctimas. Un plan bien ejecutado podría conducirlos a hacerse de una fortuna.

Sin embargo, nada fue como lo esperaron. Puccio interceptó en la calle a la víctima, quien lo conocía y mediante la actuación tenían la intención de reducirlo y secuestrarlo.

Al comprender realmente lo que estaba pasando, Emilio se resistió y fue ejecutado de un disparo en el pecho por Fernández Laborde, quien muchos años después brindó una confesión de este asesinato.

La banda, como era de esperarse, se escapó sin lograr su cometido.

El cuarto objetivo de los Puccio fue totalmente distinto a lo alguna vez habían planeado y ejecutado. En este caso se trataba de la adinerada señora Nélida Bollini de Prado (58). Extrañamente, su nuevo objetivo era mujer y mucho mayor que sus víctimas anteriores.

Por suerte, esta vez, Bollini de Prado fue rescatada con vida luego de que personal policial allanara la casa de San Isidro un viernes 23 de agosto de 1985.

En la vivienda, detuvieron a Alejandro “Alex” Puccio, que se encontraba con su pareja. En paralelo, Arquímedes con otros integrantes de la banda fueron detenidos al intentar cobrar el rescate del último secuestro.

Cuatro meses después, en diciembre de 1985, a Puccio se le dictó una pena de reclusión perpetua y una accesoria. Quienes lo conocieron advierten que nunca admitió sus crímenes. Tiempo después, en la cárcel, se recibió de abogado.

Sus oscuros días en General Pico

Veintitrés años después, en abril de 2008, Arquímedes obtuvo un beneficio de acuerdo a la Ley del “2×1” y fue enviado al Instituto Correccional Abierto de General Pico, tras que le revocaron una domiciliaria que cumplía en Capital Federal. Ese mismo año, murió su hijo Alejandro, tras un fallido intento de suicidio cometido unos años atrás.

En nuestra ciudad, Puccio estuvo alejado completamente de su familia y de sus antiguos amigos y fue beneficiado con la libertad condicional. Luego de estar libre eligió por voluntad propia vivir en General Pico. Aquí, ejerció su nueva profesión hasta poco antes del final de sus días.

Según un artículo publicado en Infobae, antes de su muerte, Puccio le pidió a un evangélico que lo cuidaba que su epitafio llevara esta frase: “dispuse de todo y lo tuve todo. Pero no me sirvió de nada”.

Tal vez como una especie de juego del destino, el viejo y rabioso criminal Arquímedes, asesino repudiado por la sociedad, se fue desvaneciendo de a poco en el olvido. Nunca se supo realmente qué pensaba de lo que había hecho y si admitía realmente la culpa de sus crímenes. Es probable que nunca se arrepintiera de sus asesinatos.

Un sábado 4 de mayo de 2013 a los 83 años partió físicamente de este mundo tras sufrir un grave deterioro en su salud que derivó de un accidente cerebrovascular. Puccio falleció en su cama, “mientras dormía”. Eliud Cifuentes, un amigo y pastor que lo cuidaba, fue el que lo encontró.

Luego de haber causado tanto daño y sufrimiento, Puccio murió solo. Nadie quiso saber nada con su cuerpo. Una excelente serie y una recordada película llevaron su historia a volverse aún más conocida. Aunque realmente la realidad superó ampliamente a la ficción.

Arquímedes Puccio fue enterrado en una fosa común. Su mirada oscura y su locura abandonaron finalmente este mundo y General Pico fue testigo.

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Fuente: Crónicas de La Pampa: Los solitarios días de un oscuro asesino que murió en General Pico del 21 Julio, 2019 escrito por Santiago Wiggenhauser para infopico.com

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