Alberto Fernández tenía decidido desde hacía varios días el endurecimiento de las medidas que empezó a aplicar desde el domingo con la suspensión de clases, la licencia para ciudadanos con riesgo y el cierre de las fronteras.
A principio de semana ya era casi un hecho la definición de parar el país al máximo posible, sin contar los servicios esenciales, ante el avance del coronavirus en el país.
El Presidente se reunió durante casi cuatro horas en la quinta de Olivos a los gobernadores y al jefe de Gobierno porteño, un aliado inesperado y fundamental del Gobierno desde hace más de una semana, para consensuar una serie de medidas drásticas y homogéneas con las provincias para tratar de contener la pandemia que tiene en jaque a los sistemas sanitarios del planeta.