Crónicas de La Pampa: Relato sangriento de un jefe criminal que sembró el terror y murió en su ley

thumb image
18 Agosto, 2019 a las 15:12 hs.

Una breve historia de violencia quiere irrumpir la calma del espectador. Un peligroso bandido caminó las calles de General Pico. Es posible que pocos lo recuerden y eso ya es suficiente para escribir estas líneas. 



Una leyenda bastante oxidada cuenta que Rogelio Gordillo nació del amor que se tenían dos chacareros que vivían en la localidad de Colón, al norte de la provincia de Buenos Aires y a unos 390 kilómetros de General Pico.

“El Pibe Cabeza”, como fue bautizado en el ambiente delictivo mucho después, nació el 9 de junio de 1910 y convivió con sus seis hermanos hasta que murió su padre.

Luego, la familia se trasladó a General Pico, un pueblo que comenzaba a ser pujante en plena década del ‘20 con el empuje de las actividades agrícolas y ganaderas. Una comunidad que sin saberlo alojó a un futuro criminal.

Una vez radicado aquí, consiguió empleo en el oficio de peluquero, con tan solo 16 años.

El joven Rogelio Gordillo cometió su primer delito, aparentemente, por disputar el amor de una mujer. Extrañamente, le disparó a la madre de su joven novia y se dio a la fuga junto a ella, refugiándose en una chacra.

Allí lo encontraron y lo encarcelaron en Santa Rosa. Luego de pocos meses de presidio, salió en libertad. Con 19 años, nunca jamás volvería a tener empleo.

Su historia se fue marcando por la violencia. No volvió con su novia y decidió mudarse a Santa Fe, donde cometió sus primeros delitos.

En Rosario conoció a otro célebre delincuente de la época: Antonio “el Vivo” Caprioli. Se hicieron de dos automóviles, pistolas y ametralladoras “Thompson”. Estaban preparados para dar sus golpes iniciales.

Luego de irse de General Pico, Gordillo se obsesionó con los asaltos: robaron en “Rosario, Casilda, Armstrong, Venado Tuerto y Villa María, entre otras ciudades de Santa Fe y Córdoba” describió el periodista entrerriano Paulo Kablan, “así como también en localidades de la provincia de Buenos Aires” donde “se contaban historias sobre atracos legendarios”.

Durante los incesantes atracos, los bandidos podían apropiarse de sumas cuantiosas, utilizaban la violencia extrema y alcanzaron a asesinar a todo aquel que se resistiera.

Según narran los artículos periodísticos, en enero de 1937 se produjo uno de los golpes más memorables y que incluso tuvo repercusión mediática a nivel nacional. Esta vez, ocurrió en Rosario.

El grupo encabezado por “el Pibe Cabeza” asaltó una renombrada joyería de la época. En el atraco se hicieron de oro, distintas alhajas y bastante dinero.

Durante el escape, la banda de Gordillo arrolló a un canillita de tan solo 12 años.

Con precisión exacta, Kablan cuenta que “el Pibe Cabeza se detuvo y le dio unos pesos al chico, momento en el que se acercó el cabo Santo Contreras, quien dijo que tenían que ir al Hospital y de ahí a la Comisaría, sin darse cuenta de que estaba frente a los delincuentes”.

En ese momento de suma ansiedad y nerviosismo, la violencia ganó terreno: “la banda de Gordillo secuestró al canillita, al policía y a un matrimonio, al que le robaron el auto. El dueño de ese vehículo y el canillita fueron abandonados en la huída y el cabo Contreras fue cobardemente asesinado. Y la mujer recién fue liberada un par de días después” sintetizó el periodista.

Posteriormente y tras algún tiempo juntos, el grupo criminal se disolvió. “El Pibe Cabeza” fue a Buenos Aires en compañía de “El Vivo” Caprioli. Acerca de este episodio, Kablan asegura que “la intención del delincuente no era robar, sino visitar a María Romano, una joven de no más de 19 años que esperaba una hija de él”.

De la misma forma en que la noche se estremece, lentamente, el final de Gordillo se aproximaba.

Matar o morir

El 9 de febrero de 1937 se celebraba el Carnaval nacional y el colorido de la murga y los habituales bailes hacían resplandecer la Capital. “El Pibe Cabeza” seguía compartiendo tiempo con “El Vivo”. En ese clima festivo, tomaron la decisión de dirigirse al domicilio donde se alojaba la señorita Romano. Tiempo después, decidieron pasear.

Los rumores corrían durante aquellas jornadas de verano. Seguramente un informante anónimo posibilitó la feroz cacería.

Una división de policías aguardaba con la paciencia de un cazador que confía en su trampa. Podían anotarse una victoria en sus carreras. El aire se respiraba dificultosamente, mientras que la calma expiraba poco a poco. De pronto la balacera aconteció y Gordillo, sorprendido, se refugió detrás de una planta. Sus dos armas tendrían que hacer un último esfuerzo para que escape de la muerte.

El intercambio fue feroz y fatídico. Una bala alcanzó uno de sus brazos. Un potente disparo acribilló su pecho. Lo asesinaron al instante y de forma violenta. ¿Habrá llegado a sentir miedo? Sangre, pólvora y final. “El Pibe Cabeza” se fue en su ley. Mató y murió. En General Pico es probable que pocos lo recuerden.

Escrito por S.W. – Artículo de infopico.com

————————————————————————————————————————-

Artículos de consulta

– “El Pibe Cabeza, primer jefe de las superbandas” de Paulo Kablan.