Crónicas de La Pampa: Dulces recuerdos de la histórica visita de Violeta Parra a General Pico

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14 Julio, 2019 a las 14:00 hs.

Un relato potente y una memoria precisa aseguran que nuestra ciudad se convirtió en un lugar muy importante para la vida de la artista chilena. Gracias a la vida ella recorrió estas calles y pudo disfrutar de “un patio de mil colores”. Se fue pronto, pero siempre se la extraña. Su música regó el suelo pampeano y nos dejó una historia que debía ser escrita. Pero sobre todo, leída y recordada. 

Por Santiago A. Wiggenhauser. 



La multifacética chilena Violeta del Carmen Parra Sandoval fue, sin dudas, una de las artistas más importantes de la música Latinoamericana y tal vez del mundo.

Lo que pocos saben, aunque se ha escrito mucho sobre su visita por reconocidos y prestigiosos periodistas e historiadores pampeanos, es que vivió en General Pico durante algunos meses de 1961, hace ya 58 años.

En aquella oportunidad, Violeta Parra se hospedó en el hogar familiar de don Joaquín Blaya y protagonizó un hecho histórico para la comunidad piquense: se presentó en la popular peña “El Alero”, dirigida por Juana Daunes de Álvarez.

Esta valiosísima artista chilena ya era conocida en distintos puntos de Sudamérica y hasta había visitado Europa. También, fue reconocida como la mejor exponente del folclore de su país en 1954.

Sus familiares, en ese contexto cultural, eran famosos por ser parte de una reconocida familia que había dedicado su vida al arte.

Gracias a la vida, en General Pico

En un artículo escrito por Miguel Machesich en la “Luciérnaga Curiosa”, el histórico dirigente Cristian Sergio Blaya (hijo de Joaquín Octavio Blaya) explica que “Violeta llega (a General Pico) con pocos recursos económicos. Y hace algo que hacía en Chile. Era una persona que exigía y de tocar timbre a los funcionarios o patear puertas. Cuando ella llega a Pico, le dicen que quien la puede atender es Blaya (un diputado de aquel tiempo)”.

En su relato, plasmado por Machesich, Blaya recuerda que “Violeta llega a mi casa de la calle 20 N° 753 un sábado o un domingo y toca timbre. Mi padre estaba (el resto de la semana permanecía en Santa Rosa) y la recibe”.

En este punto, el hijo de Joaquín Octavio Blaya indica que “es posible que Violeta se haya vuelto con ellos (Joaquín y su hermana) hasta Santiago con la ayuda económica de mi padre. No estaban en condiciones de afrontar ningún gasto. Y Violeta, que se había hecho amiga de mis padres, vuelve. Ellos le elogian mucho el trabajo artístico y se queda seis meses en mi casa de aquel año 1961”.

Según el preciso recuerdo de Blaya recogido por Machesich, en General Pico, Violeta Parra “descansa, se siente desestresada, pinta mucho” en un lugar definido como “casi un departamento de dos ambientes que tenía ocho por cinco metros”. El comedor de la casa “lo ocupa ella con sus pinturas, arpilleras, cerámicas. Con toda la luz que entraba por los ventanales del frente, trabaja y ahí parece que recupera fuerzas”.

En otro apartado, Blaya señala que “después de La Pampa, Violeta se va a Buenos Aires. Nosotros la vinimos a ver una vez y tomamos una café con ella. Con algún éxito estaba actuando en radio con cierta llegada. Después se va a Europa y en Francia expone sus telares en el Museo del Louvre”.

Durante las memorias de Blaya, bien plasmados por Machesich, se revela que “las canciones más lindas y las que más me gustan (‘Gracias a la vida’, ‘Volver a los 17’), de las más de 180 que escribió ella, las hizo después de su paso por La Pampa”.

En este pasaje, Blaya asegura que “mi padre siempre decía que se sentía nombrado por Violeta en la letra de “Gracias a la vida” en los versos que hablan de ‘la casa tuya, tu calle y tu patio’”.

En su relato detallado, el hijo de Joaquín Octavio Blaya encuentra tal vez uno de los recuerdos más tiernos de Violeta, quien “se sentaba en el comedor y yo, acostado en el piso, ponía mi cabeza en sus piernas y la escuchaba toda la tarde tocar la guitarra. Componía, cantaba, tocaba la guitarra y yo escuchaba. Tengo la visión de estar acostado en el suelo escuchando verdaderos conciertos”.

Posteriormente, Cristian Blaya sostiene que “no sé bien porque puso fin a su permanencia en Pico. En mi casa se la valoró por lo que era ella, por su potencial” mientras que agregó que “seguimos muy conectados por carta después que se fue. En febrero de 1963 le manda una desde España a mi madre”. En esa carta, Violeta Parra lamentó “haber dejado el patio de mil colores”, según destaca con gran importa Machesich.

“Yo no me suicido por amor”

Luego de haber vivido grandes aventuras y algunos desencuentros, Violeta Parra se suicida​ a los 49 años en una carpa de La Reina, en Santiago de Chile, el 5 de febrero de 1967. Seis años después de su paso por La Pampa, se disparó en la cabeza.

Mediante una carta para su hermano Nicanor, Violeta sostiene que “yo no me suicido por amor. Lo hago por el orgullo que rebalsa a los mediocres”.

Su funeral se realizó el 7 de febrero. Fue sepultada en el Cementerio General de Santiago, mientras que tiempo después sus restos físicos fueron llevados al Memorial del Detenido Desaparecido y del Ejecutado Político. En su honor se construyó una plazoleta.

A pesar de los años, ríos de tinta siguen corriendo en búsqueda de rescatar alguna otra historia de su vida. Violeta Parra descansó y renació en General Pico. Su música regó el suelo pampeano y nos dejó un relato que debía ser escrito. Pero sobre todo, leído y recordado.

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Artículos de consulta

-“A 47 años de su muerte. Cuando Violeta Parra fue pampeana. Testimonios de sus olvidados días en General Pico” de Miguel Machesich. Publicado el 15 de agosto de 2010 en el suplemento La Galera del Diario La Reforma.

-Violeta Parra (1917-1967) de Memoria Chilena perteneciente a la Biblioteca Nacional de Chile.