Un joven de Rancul participó de una expedición que incluyó varios días de cabalgata y vivir en zonas inhóspitas.
Juan Pablo González es un joven de Rancul, apasionado por los caballos, que en el mes de febrero decidió emprender el Cruce de los Andes. “Fue una experiencia única e increíble, que hay que vivirla”, relató.
En diálogo con Zonal Noticias, comentó que el viaje lo tenía organizado para el año pasado, al cumplirse el bicentenario del cruce a Los Andes de San Martín, sin embargo por un problema de salud, debió postergarlo.
El joven oriundo de Rancul, contó que la travesía cuenta con distintas temáticas: la cabalgata sanmartiniana que son seis días, cabalgatas siete horas por día, y el cruce de los Andes, que es el que hizo González.
“Estas cabalgatas como las que hice yo, son durante seis días y pasás por lugares más rústicos”, expresó. Juan Pablo calificó la experiencia como “única, increíble, inexplicable, hay que vivirla”.
De acuerdo a su relato, la travesía comenzó por terrenos difíciles, más empinados, “que hay que hacerlos tranqueando o trotando sobre piedras, además vas cruzando ríos, son seis días sin leña, sólo leña de vaca y alguna que otra rama de retama”.
Contó que el clima es muy crudo “mucho frío, viento, mucho sol, poca sombra, son varias horas de cabalgata por día, se viaja sin ningún lujo, con una sola muda de ropa, se come liviano y se duerme en el suelo con el recado de cama, a casi 4 mil metros de altura”.
“Contemplar la naturaleza”
Al hablar de la experiencia vivida, destacó: “nada se compara con contemplar la naturaleza y particularmente arriba de un animal que lo siento como una parte de mí, eso no tiene precio”.
“Te sentís tan chiquito ante tanta inmensidad”, expresó aún emocionado por la experiencia vivida.
González viajó del 9 al 17 de febrero, partió desde Los Molles, de ahí a Las Leñas. “Para llegar al límite fuimos por un paso que se llama San Elena que es la montaña más alta del lado de Chile”, narró.
En total eran 20 aventureros. Juan Pablo viajó solo desde Rancul y luego se reunió con el grupo que también hacía la travesía y con los baquianos, que son los dueños de los caballos, y los instructores.
El joven de Rancul señaló que los caballos son nacidos y criados en esos terrenos y son “los únicos que aguantan”.
“Hay que animarse”
Relató que los días que estuvieron en la montaña sólo viajaban con dos mudas de ropa que llevaban en las alforjas de los caballos, y llevaban caballos sueltos por si alguno se lesionaba durante la cabalgata.
En tanto las provisiones las trasladaban en los caballos cargueros o mulas.
Sobre el cierre de la charla, Juampi, como lo conocen sus amigos, expresó: “es muy recomendable, simplemente hay que animarse y estar preparado para pasar un poco de frío y calor”.
En su caso personal lo motivó mucho su pasión por los caballos, el desafío de transitar por caminos difíciles y en especial el haberse cumplido los 200 años del cruce de San Martín.