Por Norberto G. Asquini
Las elecciones de medio término suelen servir como termómetro para los gobiernos y la oposición. Y Santa Rosa no será la excepción. Las legislativas en la capital pampeana pueden ser consideradas por un lado como el patio trasero del conflicto entre el gobierno provincial del PJ y el nacional de Mauricio Macri, pero también el centro neurálgico de la disputa que definirá resultados y posicionamientos provinciales de cara a 2019. Los números que arrojen las primarias del 13 de agosto no pasarán desapercibidos ya que tendrán toda una carga simbólica. Si bien para algunos las legislativas en una ciudad no son definitorias ya que los resultados pueden tener dobles lecturas, para otros son un claro anticipo de lo que ocurrirá dentro de dos años.
A tres semanas de votar, todavía la calle está fría, al decir de un justicialista. Para algunos en el PJ, Santa Rosa es una incógnita. Se percibe bronca hacia el gobierno del presidente Mauricio Macri, la que se desparrama a todo el arco político. Un votante enojado cuya manifestación se busca canalizar de algún modo. El independiente es el elector codiciado por todos para volcar la balanza.
El PJ busca consolidarse
Ambos campos políticos, el PJ y la oposición, van a buscar un resultado simbólico en la capital provincial. Para los dos esta elección es en buena medida determinante. La capital provincial es donde la oposición tiene su mayor caudal de votos, y además gobierna la ciudad; para el PJ ha sido un terreno esquivo en la década pasada y perdió dos intendencias en los últimos años. General Pico es el bastión del vernismo, como lo es el oeste, y el interior es mayormente peronista. Pero Santa Rosa no, y es donde vota el 34% de los empadronados. La fragmentación y el conflicto interno del peronismo, además de malas gestiones municipales, llevaron a un flaco presente en la ciudad que se trata de revertir con una lista de consenso. Esta elección, donde todas las líneas van unidas, puede ser el inicio de esa recuperación.
El peronismo, con todas sus variantes, sus ismos, está tratando de buscar su síntesis. O al menos su configuración para afrontar 2019. El color predominante es el verde vernista, pero como se vio en el variopinto acto del viernes 14 en el Club Argentino, hay demasiadas banderas. Si bien muchos de esos sectores están encolumnados.
Si en dirigencia hay divisiones, las bases han perdido su rumbo. Los referentes barriales (“punteros” en el lenguaje corriente) han trabajando para unos y para otros, a favor y en contra, y hasta hecho campaña para la oposición. La falta de la municipalidad para el justicialismo, o de un intendente con poder, también llevó a esta situación de dispersión. El poder, finalmente, se organiza desde arriba. Y eso lo sabe el gobernador Carlos Verna. Se necesita un proceso de renovación y eso se está buscando. Desde el segundo piso de Casa de Gobierno se empieza a pensar en quienes pueden encabezarlo en lo local, siempre bajo la conducción del gobernador. Una figura a futuro a la que se ve con buenos ojos es la del ministro Pablo Bensusan, salido de la vernista 17 de Noviembre como el subsecretario José Pérez. Otros asomaron la cabeza en esta campaña con intenciones de ser como la otra vernista Espacio Capital. Y están las estructuras locales que se hacen notar como el marinismo o el lezcanismo.
El justicialismo busca además ampliar su base de respaldos. La peronización del discurso es algo que algunos discuten como contraproducente dentro de la ciudad. Afirman que en Santa Rosa hay que buscar los votos no peronistas, los independientes que acompañaron siempre al PJ y que en la última década comenzaron a migrar sus apoyos.
Los dos proyectos opositores
Para la oposición estas elecciones también son determinantes. Dentro del radicalismo en Cambiemos se juegan dos proyectos políticos. Los números de Santa Rosa definirán posiblemente al ganador provincial.
Francisco Torroba, el exintendente de Santa Rosa, que dejó una buena imagen después de la debacle larrañaguista y el desaliento actual, tiene su capital político en la ciudad. Su estrategia electoral se basa en la diferencia que puede sacar en la capital y General Pico. En el interior su competidor, Martín Berhongaray parece tener ventaja -un dato que surge de sondeos oficiales, sin necesidad de encuestas difundidas por el candidato de poca credibilidad-, apoyado por varios opositores a Torroba y la billetera del senador Juan Carlos Marino. Berhongaray juega con el apoyo de la estructura municipal comprometida en su campaña.
Se está disputando así quién es el “dueño” de Santa Rosa, si es Torroba plantándose nuevamente como opción de poder del arco opositor hacia 2015 o es el intendente Leandro Altolaguirre junto a Berhongaray apurando lo que consideran la “renovación” dirigencial. Ambos sectores se miden y Santa Rosa será definitoria para sus aspiraciones dentro de dos años.
¿Un plebiscito local?
Para algunos, estas legislativas será también un plebiscito a la gestión del intendente Altolaguirre. Esta elección puede marcar el termómetro de la sociedad hacia el rumbo de su gobierno. En 2015 aplastó al PJ, esta vez no se sabe qué puede ocurrir. Al jefe comunal se le pueden achacar problemas de gestión y políticos -conflicto permanente con los empleados municipales, diferencias con el gobierno provincial por obras públicas o créditos, manejo del agua potable y calles intransitables- pero también tuvo que asumir en una ciudad con una herencia muy pesada a la que se sumó una catástrofe natural como fueron las lluvias. Pero la argumentación de la “pesada herencia” ya no sirve como justificación.
Altolaguirre ha tratado de mantenerse ajeno, en lo personal, a la interna desatada entre otros por su hermano Hipólito porque prioriza la relación frente a la Casa Rosada y quiere preservar la gestión. Pero el resultado lo marcará.
Para legitimarse, la boleta de Cambiemos tiene que ganarle al peronismo unido. Además hay dos cuestiones, si gana Berhongaray, será una victoria de Altolaguirre. Pero si lo hace Torroba pero se impone Cambiemos al PJ, la puede usar en ese sentido también. Hasta se le podrían sumar a estos votos al sacar cuentas los que junte el opositor Frente Progresista del socialista Luis Solana, que es parte del Frepam y tercia en la votación. La cuestión es si pierde Cambiemos contra el peronismo. Y si además pierde Berhongaray. Los dos años que quedan se harán muy largos.