La diputada Claudia Godoy (PJ) es la autora del Ley de Regulación del Ejercicio Profesional de los Acompañantes Terapéuticos, actualmente en la Legislatura Provincial.
La iniciativa de la legisladora dice en el artículo primero que se apunta a lograr un régimen regulatorio “de la actividad de acompañantes terapéuticos como profesional auxiliar en el campo de la salud, desempeñándose en establecimientos asistenciales, residencias para adultos mayores, centros de día, centros educativos terapéuticos, casas de medio camino o cualquier otro establecimiento habilitado y domicilios particulares”.
También que se considera acompañante terapéutico a “aquel agente de Salud que presta servicios de atención personalizada al paciente (y su familia); abarca el trabajo con niños, adolescentes, adultos, personas con vulnerabilidad, cuidados paliativos, enfermedades crónicas; participando en la elaboración de estrategias de tratamientos no farmacológicos; cuya función es colaborar en la recuperación y reinserción social del paciente, tendiente a mejorar su calidad de vida. Posee formación teórica práctico para integrar equipos interdisciplinarios. Es condición que este profesional haya obtenido títulos otorgados por instituciones reconocidas por autoridad competente en función a sus respectivas competencias”.
“El Acompañante Terapéutico debe solicitar matrícula profesional en la dependencia determinada a tal fin por el Ministerio de Salud de la Provincia”, dice en su articulado.
Entre los fundamentos se destaca la formación de acompañantes terapéuticos, llevada a cabo en el año 2009, organizado por el Consejo de Asistentes Sociales y avalado por la asociación de Acompañantes Terapéuticos de la República Argentina (AATRA).
También que la Ley N° 26.657, de Salud Mental, promueve la creación de equipos interdisciplinarios para el abordaje de las patologías, contemplando esta figura.
“El acompañante terapéutico se configura en un agente auxiliar en grupos interdisciplinarios que promuevan la inclusión social de pacientes, extendiendo los modelos tradicionales de asistencialismo y favoreciendo la integración del asistido en la vida social, cotidiana y familiar evitando el aislamiento y la estigmatización, al tiempo que identifica situaciones de riesgo y permite la vinculación de los asistidos con su entorno familiar y cotidiano”, agrega.
Finalmente resalta que “Resulta de vital importancia, frente a las crecientes demandas de quienes desarrollan este recurso terapéutico interdisciplinario, contar con un marco reglamentario y normativo de su labor, no sólo desde la perspectiva de quienes ejercen la actividad, sino en la necesidad de acompañar el incremento de pacientes y sujetos afectados por distintas condiciones que requieren de su intervención”.