Un vecino lo definió como “el rompe ruedas”, nombre que lejos de ser exagerado parece estar acorde a su capacidad destructiva.
Comenzó siendo un simple hueco en la cinta asfáltica, de los tantos que hay en la ciudad, pero la circulación de vehículos y el accionar del agua cumulada por las precipitaciones aumentaron su diámetro y profundidad.
El bache se encuentra en la intersección de calles 26 y 11. Más de un automovilista desprevenido lo descubrió junto a sus consecuencias, un fuerte golpe en los neumáticos que bien puede romper una cubierta y hasta dañar una llanta. Aún más riesgoso resulta para ciclistas o motociclistas, que bien podrían caer al pasar por él.
El peligro de este hueco en el asfalto aumenta los días de lluvia, cuando el agua se acumula fácilmente en esa esquina y lo cubre por completo, convirtiéndolo en una trampa oculta. Los vecinos piden soluciones inmediatas, que lo rellenen pero de una forma efectiva, ya que siempre con el tiempo vuelve a aparecer.
