Por ley los adolescentes de 16 y 17 años pueden acceder a la posibilidad de participar de la máxima expresión de la democracia que es el voto. Sin embargo, las elecciones pasan y la falta de interés por parte de este sector de la sociedad sigue siendo una lastimosa tendencia.
Si bien cada vez más jóvenes se suman al mundo de la política militando e integrando listados en diferentes niveles, a la hora de votar no hay un reflejo de esto en las urnas. A diferencia de los abuelos de más de 70 años, que pese a no tener obligación eligen hacer uso de su derecho, los adolescentes se muestran indiferentes y dejan pasar la oportunidad de cumplir con su deber cívico.