Ya se están pensando las estrategias para las legislativas de 2025 y algo está claro: las marcas electorales tendrán más peso que los nombres a la hora de poner el voto. Lo mismo ocurrirá en La Pampa.
Marca una: los libertarios
Desde Nación se sabe que la marca de La Libertad Avanza en la boleta única tendrá su arrastre por sí misma, sea quien sea el candidato que pongan. En jerga futbolera, hoy los libertarios dicen que “la tienen atada” al pie por el nivel de adhesión que ha sostenido hasta ahora el presidente Javier Milei a pesar de cualquier mamarracho que pueda cometer, como insultar al colectivo LGTB. En los últimos meses, gracias al votante golpeado pero que sigue prendido a la esperanza de que algo mejore, con una inflación a la baja y un dólar por ahora quieto. Pero los nubarrones, y gruesos, están a la vista. Los presentes, como el haber quedado prendido en una estafa con criptomonedas que es escándalo mundial (y cuyas repercusiones política deberán medirse en los próximos días) o futuras, con plan económico con base de barro que se va a tratar de mantener a flote hasta que llegue la hora del voto.
Como en otras provincias, LLA se presentará en La Pampa y la lista la armarán desde Nación Karina Milei y Santiago Caputo. No necesitan mucha estructura, ya que con la boleta única los aparatos pierden su espacio porque no se necesitan fiscales. Desde Buenos Aires analizan que salvo en Santa Rosa y el oeste, donde el peronismo está fuerte, Milei tiene adhesiones en el interior, sobre todo el agropecuario. Y en General Pico, ya que la desafección vernista los ayuda.
Marca dos: el peronismo
La otra marca será la del peronismo, se llame como se llame el frente que presente el oficialismo provincial. Se espera que no haya PASO y esto limitaría la presentación de candidaturas múltiples. En el PJ el nombre puede ser importante (mejor tener algo de conocimiento), pero más lo que representa. Y sobre todo en una legislativa donde se disputan más coyunturas o valores que personalismos. Desde 2017 en adelante, en las legislativas nacionales, el Justicialismo presentó una sola lista, la “oficial”. El perfil o la identificación del candidato representaba el mensaje que se quería dar al votante: en 2017 Ariel Rauschenberger fue un postulante no identificado con las principales líneas, un hombre de consenso para evitar divisiones; en 2019 Hernán Pérez Araujo y Carmina Besga fueron la unidad entre el vernismo y el kirchnerismo, cuando todo iban bien entre ambos; en 2021 fue la lista de unidad –menos el vernismo que la boicoteó- entre plurales, el kircherismo y el marinismo; y en 2023 volvió a ser Rauchenberger, candidato de último momento, con el objetivo de lograr cierta unidad con un perfil consensualista.
Pero siempre está la marca: la lista del frente peronista es la boleta del oficialismo provincial y la contracara al gobierno de Milei y sus políticas anti-Estado.
Más que marca, por ahora un nombre
Y está la UCR. Una marca que a nivel nacional está ajada y atomizada, pero que en La Pampa mantiene su fortaleza. Es extraña la política pampeana: mientras se caen a pedazos los partidos a nivel nacional, el PJ y la UCR siguen siendo partidos potentes y arraigados.
Las tres líneas centrales del radicalismo parecen haberse puesto de acuerdo, asado de por medio: van a ir con un candidato propio y nunca se sumarían a la marca LLA. Si es que LLA los quiere adentro. Lo que se analiza es que, en vez de marca, esta tercera opción de la UCR podría usar la carta del nombre instalado: el ex candidato a gobernador Martín Berhongaray. Sería el postulante natural que dejaría conformes a todos los sectores en este momento crítico. Mientras, Berhongaray hace su juego como siempre. Como el tero, grita por un lado que podría presentarse, y por otro pone paños fríos, sobre todo con la prensa. Ganas no le faltan, pero especulación tampoco.
Los dirigentes radicales consultados dicen tener sondeos que indican que podrían terciar en la elección quedándose con una de las tres bancas en juego. Otros analizan que la “tercera vía” es difícil de proyectar, aunque no imposible, ante la polarización entre LLA y el peronismo. Si Berhongaray fuera el candidato, entonces habría que ver qué Berhongaray sería en la boleta: si el que impulsado por el radicalismo del interior sacó 43% en mayo del 2023 para la gobernación; o el que se tuvo que bajar de sus pretensiones para diputado nacional meses después porque los números no le daban, y no se equivocó porque el candidato radical perdió con el del Pro.
