En una extensa y reveladora entrevista transmitida por INFOPICO RADIO 99.9, el urólogo y cirujano especialista en cirugías transgénero, reparativas y reconstructivas genitales, Dr. Javier Belinky, compartió detalles sobre su trayectoria, la evolución de estas intervenciones en el país, los desafíos que enfrentan los pacientes y el impacto transformador que implica su labor. Acompañado por el médico pampeano Dr. Pablo Dédola, Belinky ofreció una mirada íntima al universo de la cirugía de reasignación de género y sus implicancias médicas, legales y sociales.
Del tabú a la ley de género
La trayectoria de Belinky se remonta a tiempos en los que la cirugía de reasignación de género era casi un acto clandestino, sin respaldo legal ni social. “No sólo era tabú, sino que era ilegal, la ley viene del 2012. En realidad, nuestra primera cirugía primaria de género fue en el 2005, con una autorización de la Corte Suprema de Justicia, siete años antes de la ley de género”, explicó el cirujano. Este marco legal, que hoy es considerado uno de los más amplios del mundo en materia de derechos para personas trans, le permitió a él y a su equipo avanzar en un terreno antes inhóspito.
Formación, experiencia y vocación
El interés de Belinky por la cirugía reconstructiva genital comenzó de manera casi fortuita durante su formación en el Hospital Durán de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, bajo la tutela del doctor Cheli, pionero en el ámbito reconstructivo, comenzó a tratar pacientes con complicaciones provenientes de intervenciones realizadas en el extranjero. “Empezamos a adquirir mucha experiencia en esto y, hasta que un día, dijimos: ‘Bueno, empecemos nosotros a hacerlo’”, recordó el especialista.
La creación de un equipo multidisciplinario con endocrinólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud fue clave. Trabajar en conjunto fue esencial para evaluar, contener y preparar a pacientes que requerían algo más que una intervención quirúrgica: un abordaje integral que tuviera en cuenta la salud física, mental y emocional.
La evolución del paciente y la diversidad de casos
Con el tiempo, el volumen de pacientes creció exponencialmente. Al consultar sobre la cantidad de cirugías anuales, Belinky comentó: “Este año hice 92 vaginoplastias primarias, sin contar retoques o complicaciones, y 30 faloplastias”. Este dato refleja el aumento constante en la demanda de este tipo de procedimientos: “Cuando reviso mis estadísticas desde 2005, cada año opero más que el anterior”, añadió.
Las edades de los pacientes son tan variadas como sus historias: “Mi paciente más joven tiene 16 años, y la más grande operada 82”, mencionó. Muchos llegan tras un largo proceso de comprensión y aceptación de su identidad. “Habitualmente, cuando uno va para atrás, los sentimientos primitivos vienen de la primera infancia”, sostuvo, enfatizando que la vivencia de la identidad de género se manifiesta a edades muy tempranas, a pesar de las dificultades sociales y familiares.
Desafíos sociales y económicos
Si bien la aprobación de la ley de identidad de género en Argentina (2012) sentó las bases para la cobertura de estas intervenciones, los obstáculos persisten. Según Belinky, “El principal problema hoy en día es económico. Muchas coberturas médicas no quieren cubrir estas cirugías, o muchas personas no tienen obra social”. La burocracia y el financiamiento siguen siendo barreras frecuentes, si bien más pacientes que nunca acceden a estos procedimientos.
A nivel global, el cirujano destaca el posicionamiento argentino: “No existe una ley más amplia que la Argentina. Ni Ámsterdam, ni Suecia, ni Estados Unidos”, aseguró, subrayando que la legislación local está considerada de las más progresistas del mundo.
El rol del cirujano y la satisfacción del paciente
Más allá de las cuestiones técnicas y legales, la conexión humano-paciente es uno de los aspectos más notables: “El vínculo con el paciente es extremadamente íntimo; he tenido pacientes que se han tatuado mi nombre o la fecha de la cirugía”, relató Belinky, quien destaca la gratitud y la felicidad que sienten quienes, tras la operación, al mirarse al espejo, se reconocen a sí mismos por primera vez.
“Es devolverle la felicidad a estas personas; cuando la cirugía está bien hecha e indicada, y pasa el posoperatorio, es increíble”, expresó con emoción. Esta satisfacción profesional y humana, según el especialista, supera con creces la respuesta que se obtiene en otros campos de la medicina. Para quienes han dedicado años a cirugías oncológicas u otras especialidades, el impacto transformador en la vida de los pacientes transgénero es notable.
Alcance federal e internacional
El Dr. Belinky no sólo trabaja en Buenos Aires, sino también en el extranjero. Opera en hospitales de Estados Unidos y Europa, y recibe pacientes de toda la Argentina y de diversos países. En relación con el seguimiento de los casos, explica: “El 80% de mis pacientes viene del interior o del extranjero. Les pido que se queden 20 días en Buenos Aires, luego vuelven a su lugar de origen y hacemos controles remotos”.
Este sistema de seguimiento a distancia, apoyado en la telemedicina y la comunicación constante, facilita la vida del paciente y demuestra que el acceso a estas intervenciones no está limitado por la geografía.
La mirada hacia el futuro
La entrevista concluyó con un mensaje de respeto y comprensión. “Hay gente que no está de acuerdo con este tipo de cirugías, y yo lo respeto absolutamente. Pero lo importante es entender que hay que respetar a quien uno tiene enfrente, no prejuzgar”, enfatizó Belinky.
El avance de la cirugía de reasignación de género en Argentina muestra un camino desde la clandestinidad hacia la institucionalización y la protección legal. Gracias a profesionales comprometidos, equipos multidisciplinarios y un marco legislativo de vanguardia, cada vez más personas pueden vivir de acuerdo a su identidad de género, celebrando la libertad y la integridad personal.
La experiencia del Dr. Javier Belinky, sumada al testimonio del Dr. Pablo Dédola y el contexto que brindaron en INFOPICO RADIO 99.9, es un claro reflejo de que la medicina también puede ser una herramienta de transformación social. En sus manos, un bisturí no sólo corrige anatomías, sino que ayuda a trazar nuevos futuros.