En su habitual columna en INFOPICO RADIO 99.9, el kinesiólogo y fisioterapeuta Macota Espada abordó en profundidad las diversas afecciones que puede sufrir la rótula —también conocida como patela— y la importancia de un diagnóstico temprano para evitar complicaciones mayores. Este pequeño hueso, cuya forma inspiró su nombre (del latín “patella”, que evoca la silueta de una pequeña sartén), cumple un rol fundamental en la mecánica de la rodilla, pese a su aparente sencillez.
Espada señaló que la rótula es una pieza ósea única: se encuentra “flotando” entre tendones y músculos, sin articular directamente con otro hueso, al igual que el hueso hioides en el cuello. “La rótula no tiene contacto con otros huesos, simplemente está flotando ahí sobre la superficie del fémur”, explicó. Debido a esta característica anatómica, una fractura de la rótula, aunque genere una inflamación notoria, puede llegar a ser relativamente menos dolorosa si la articulación se mantiene en reposo. “Generalmente no duele. Sí duele esa inflamación que se provoca en todo lo que es el componente articular de la rodilla, sí duele obviamente si la forzás a moverse”, aclaró el especialista.
No obstante, las afecciones de la rótula no se limitan a fracturas. Espada describió otros problemas frecuentes, como las tendinopatías relacionadas con el sobreuso —comunes en deportistas— y la condromalacia rotuliana, un desgaste progresivo del cartílago que reviste la cara interna de la patela. Esta última, aseguró, provoca dolor al iniciar el movimiento, especialmente tras estar sentado por períodos prolongados o al realizar ejercicios como sentadillas. “El paciente dice: ‘me pincha, me pincha la rodilla’… es incomodísimo”, ejemplificó.
En el otro extremo, las afecciones degenerativas, como la artrosis fémoro-patelar, suelen resultar menos sintomáticas que la condromalacia. “Tiene menos sintomatología una artrosis de rodilla que la carencia de cartílago propia de la condromalacia, que te manifiesta ese pinchazo mucho más repetitivo y condicionante”, destacó Espada, aunque también advirtió que, cuando la artrosis avanza, puede requerir intervenciones más complejas, incluyendo cirugías.
Finalmente, el profesional subrayó la importancia de prestar atención a las señales de alerta: “La rodilla es bastante noble y cuando hay una afección, enseguida va a proceder con inflamación, dolor, impotencia funcional (…) No siempre se trata de meniscos o ligamentos, tenemos esa isla ósea —la rótula— que, cuando se afecta, es bastante molesta”. Un diagnóstico oportuno y el tratamiento adecuado, que incluya el fortalecimiento del cuádriceps, la mejora del rango articular y el correcto alineamiento de la rodilla, pueden evitar que estas afecciones degeneren en lesiones más invalidantes.
La rótula, aun siendo un hueso pequeño y aparentemente simple, desempeña un papel esencial en la estabilidad y función de la rodilla. Conocer sus vulnerabilidades y prestar atención a los síntomas es un paso clave para mantener la salud articular y prevenir complicaciones futuras.