Juan Pablo Bonino, en diálogo con “La Redacción”, abordó una problemática en aumento: la incidencia de los juegos de azar online entre adolescentes. Este fenómeno, que se aceleró durante la pandemia, plantea desafíos para las familias, las escuelas y los organismos gubernamentales. Según Bonino, no se trata únicamente de adolescentes, pero este grupo preocupa especialmente por la vulnerabilidad frente a estas plataformas.
Una preocupación creciente
“El problema se evidenció claramente a partir de la pandemia con la proliferación de sitios ilegales de apuestas y la facilidad de acceso que tienen los chicos y chicas. Es un problema grave, del que no tenemos demasiada conciencia, pero que es necesario afrontar seriamente”, destacó Bonino, haciendo hincapié en cómo estas conductas afectan la vida cotidiana de los jóvenes y generan un impacto a nivel familiar y social.
Bonino remarcó que las apuestas online no son vistas como un problema por los jóvenes. “Hemos realizado encuestas en colegios, de manera anónima, para entender si esto era una realidad o una fantasía. La verdad es que muchos chicos reconocen recurrir al juego y las apuestas, pero no lo perciben como una dificultad, lo cual agrava la situación. Si uno no considera que algo es un problema, mucho menos puede intentar superarlo”, explicó.
Acciones provinciales y el desafío de la prevención
En respuesta a esta problemática, Bonino subrayó los esfuerzos de la provincia de La Pampa, que este año lanzó un programa de prevención y sensibilización sobre los riesgos del juego en niños y adolescentes. “Estamos trabajando en campañas y talleres en las escuelas, que son el ámbito donde más se detecta este problema. Además, esta semana la Cámara de Diputados aprobó un proyecto vinculado a este tema”, informó.
El programa involucra varias áreas gubernamentales, incluidas niñez y adolescencia, salud mental y educación. Este abordaje multidisciplinario busca enfrentar lo que Bonino definió como un consumo problemático. “Es un problema mundial. Por ejemplo, Australia prohibió el uso de plataformas de juego para menores de 16 años. Aquí, cualquier chico de 13 o 14 años tiene una billetera virtual, maneja dinero de forma virtual o usa las tarjetas de sus padres, generando mucho daño.”
Datos preliminares y próximos pasos
Respecto a la información disponible, Bonino mencionó que la encuesta provincial se realizó este año y los resultados preliminares fueron presentados hace un mes y medio en un encuentro técnico. “Estamos a la espera del informe final, que discutiremos próximamente. Por ahora, sabemos que los chicos acceden al juego de manera habitual, pero todavía no logran identificarlo como un problema.”
El funcionario también señaló un aspecto cultural que dificulta abordar el problema. “A los adultos nos cuesta visibilizar esta situación cuando afecta a nuestros hijos o hijas. Generalmente genera vergüenza y se intenta resolver en el ámbito privado, pero sin ayuda profesional es muy difícil salir de este círculo.”