Mientras se espera que se ponga en marcha la experiencia liberal de la presidencia de Javier Milei, el gobernador Sergio Ziliotto, como sus pares provinciales, va midiendo las consecuencias económicas de las medidas que están por venir y buscando blindarse para afrontar el golpe.
Ziliotto tomó decisiones defensivas con el presupuesto para sostener al Estado provincial (ese mismo que apoyó la gente en mayo) y una gestión de cuño peronista. Más allá de que muchos votantes identifican “el Estado” con el desbarajuste y la crisis de la administración nacional de Todos por la Patria, en la provincia se garantizan funciones con finanzas ordenadas.
Ese blindaje local se suma al federal: los gobernadores han hecho causa común para ponerle límites a la motosierra liberal y marcar la agenda en el Congreso, el lugar de poder donde se discutirá la gobernabilidad. El escenario político actual está fragmentado y en reconfiguración y el próximo gobierno no cuenta con apoyos provinciales ni mayoría en el Congreso. Y será en ambas cámaras donde se jugará el éxito del programa liberal y la suerte de los gobernadores.
En ese marco, esta semana Ziliotto se reunió con los mandatarios provinciales del peronismo. La Liga garantizó gobernabilidad, pero están atentos y vigilantes. Además se reunieron los de Juntos por el Cambio, también hablaron de gobernabilidad, pero dijeron que no van a cogobernar. Y los cuatro mandatarios de los provincialismos, aliados al peronismo, se juntaron por las suyas con discursos en el mismo sentido.
Finalmente, todos juntos plantearon la primera escaramuza con la futura administración mileista: acordaron enviar un proyecto de ley al Congreso para compensar la pérdida de fondos con el Impuesto al Cheque. Un aviso a tener en cuenta de la presencia federal en la política nacional.
Desde la bandera del federalismo, y desde la Liga de Gobernadores peronistas, es donde se parará Ziliotto para “defender a La Pampa”, tal como lo planteó en la campaña. Esa expresión no fue solo un recurso discursivo para apoyar a Sergio Massa, fue una postura frente a lo que se planteaba enfrente. Un proyecto que impulsa la retirada drástica del Estado, desregulaciones y liberación de precios, reformas e imposición del mercado, y por supuesto, motosierra a los aportes discrecionales a las provincias. En todos esos casos, los eslabones más débiles son las provincias, y los municipios.
Desde lo político, todo esto se está dando en un escenario de repliegue del peronismo tras la derrota (las derrotas, si pensamos en las provincias perdidas). También Ziliotto deberá posicionarse en ese sentido. Igualmente recién se está acomodando la dirigencia. A pesar de la debacle nacional, en La Pampa el mapa político del peronismo marca la unidad frente a lo que viene. A futuro, habrá que observar qué papel jugarán los gobernadores en la reconfiguración del peronismo y en la resistencia frente a las políticas liberales, y que hará el kirchnerismo, hoy muy golpeado y recluido en cuarteles de invierno.
Por ahora, la consigna de Ziliotto es blindarse y marcar con la Liga de Gobernadores una agenda para ponerle límites al tsunami liberal. La ola se está viendo y hay que prepararse.
