En el corazón de La Pampa, la ciudad de General Pico amanece con el eco de una voz ronca y el recuerdo de una figura emblemática: Martín José “Petete” Barroso, el “Canillita” de Dios, quien marcó con su paso los rincones de esta comunidad.
Cada 7 de noviembre, Argentina se detiene para celebrar el Día del Canillita, un homenaje a aquellos que, día tras día, nos acercan las noticias y relatos de la realidad a través de diarios y revistas. Esta fecha, que comenzó a celebrarse en 1947, tiene sus raíces en la obra teatral de Florencio Sánchez y en las piernas flacas de esos jóvenes vendedores que dieron origen al término “canillita”.
En General Pico, este día cobra un significado especial al recordar a “Petete”, quien con sus largas caminatas y su carga de periódicos, supo ganarse el afecto y el respeto de todos. Aunque su voz se apagó el 14 de octubre de 2010, su espíritu solidario y su compromiso con la comunidad perduran en el tiempo.
Hoy, la esquina de las calles 17 y 20, su último punto de venta, se convierte en un altar espontáneo donde los piquenses rinden tributo a su memoria. La ciudad reconoce su legado no solo como el canillita que fue, sino como el personaje ineludible en la narrativa de esta comunidad.
Con anécdotas que aún resuenan entre quienes lo conocieron, “Petete” dejó una huella indeleble en la memoria colectiva. Su figura se erige como un símbolo del trabajo incansable y del servicio desinteresado, valores que hacen eco en el alma de General Pico.
En este Día del Canillita, mientras los vendedores de prensa continúan con la tradición, General Pico se une para decir: “Petete”, tu historia sigue escribiéndose en cada página que pasa bajo nuestros ojos, en cada sonrisa que despiertas en el recuerdo y en cada periódico que sigue repartiendo historias por la ciudad.
