Pico en los ochenta: ¡Feliz Domingo para la Juventud en el Rojo!

Pico en los ochenta: ¡Feliz Domingo para la Juventud en el Rojo!
8 Octubre, 2023 a las 11:00 hs.

Tarde de domingo de agosto, a poco de terminado el almuerzo familiar. Las tres tribunas en los laterales del salón de la sede céntrica del Rojo, repletas de estudiantes secundarios, o al menos la memoria nos trae esa imagen.

Algunas banderas identifican colegio y curso, también los cantitos. El locutor da la bienvenida y se larga la música que truena en el gimnasio al ritmo del Puma Rodríguez y el “agarrensé de las manos”. Así era uno de los comienzos de la Fiesta del Estudiante en Independiente.

El Feliz Domingo piquense. Una competencia entre los cursos de los distintos colegios durante toda una tarde con prendas (y los bailes que se hacían los sábados a la noche) para sumar puntos que después de dos meses de juegos tenía su gran premio: el ansiado viaje a Bariloche.

Fueron un puñado de años, del 87 hasta el 89 seguro (alguien afirma que llegó hasta el 90), pero dejaron una marca en una generación que participaba en cada prenda o en los preparativos de los bailes, o que simplemente asistía a esa fiesta dominguera. No fue una idea novedosa. Todos los domingos por la tele desde comienzos de los setenta se podía ver el programa “hecho con amor” que conducía Silvio Soldán y duraba toda la tarde hasta entrada la noche.

Feliz Domingo para la Juventud es un clásico que quedó presente en la nostalgia nacional. Dijimos que no era novedosa, pero pensándolo bien lo fue para Pico. Imagínense, tampoco había mucho más para hacer y los estudios de Canal 9 quedaban muy lejos.

No hay casi registros en el club, algunos de sus impulsores ya no están y la memoria de quienes participaron flaquea, por eso esta crónica que rememora esos domingos está hecha a base de un puñado de recuerdos. Por supuesto, tampoco muchos registros fotográficos, no se llevaban cámaras en esa época. La imagen que ilustra este artículo es casi un hallazgo.

¿Cómo nació? “Necesitábamos generar recursos”, indica uno de quienes integraron la Subcomisión Social que llevó adelante la fiesta. La organización estaba en manos de un grupo de socios del club, la “familia roja”. El Turco Hopp, Stella Roldán, Ricardo Alisón, Estela Paulón, Oscar Salto, Marta y Hugo Vega, Clara Baigorri, Horacio Arnes, Juan Muñoz (de los que se recuerdan) y otros que colaboraban cuando podían. Un esfuerzo descomunal de tiempo y esfuerzo. Todo a pulmón, diría Lerner.

En la fiesta participaban los quintos y cuartos años de los colegios por un viaje de egresados a Bariló Bariló. La mecánica era juntar la mayor cantidad de puntos en las prendas que se ganaban durante el domingo (comenzaba sobre las 15.30, finalizaba a las 19). Y también los puntajes conseguidos con los bailes, que se organizaban entre dos o tres cursos, y que eran evaluados por su originalidad. Había un reglamento general y también, meticulosos y previsores, habían hecho uno para cada juego.

¿Cuáles eran las prendas? Algunas eran sacadas de Feliz Domingo. Estaban las deportivas y las de conocimiento. Había cursos que se desenvolvían mejor en las primeras, otros que tenían sus “bochos”. Estaban los que les gustaba participar, y los que iban obligados por sus compañeros porque otra no les quedaba y después si perdían tenían que afrontar las burlas. Estaban los que competían a muerte y vivían en carne propia la rivalidad con los otros colegios, y los que iban a pasar la tarde y aprovechar para “fichar” al que le gustaba. Se jugaba al vóley mixto, fútbol femenino, básquet. Estaba el famoso Yo sé, el de preguntas y respuestas. Uno que había que buscar una aguja (de madera) en un pajar, otro de armar un rompecabezas. Para el Yo sé se tenía que mostrar alguna destreza. Si una compañera sabía bailar, adentro. Si uno tocaba la guitarra, adentro. Hubo un grupo de música que incorporó una PC de aquellos tiempos, toda una novedad en tiempos analógicos, y que solo hacía ruiditos, pero que les daba chapa de modernos. Y hasta había un jurado a lo Prato Murphy.

Los sábados a la noche se armaba el baile, en el mismo salón. En la previa, algunos cursos tenían que presentar un sketch o un número, que también puntuaban. Cada baile era temático y se organizaba entre varios cursos (que recibían el mismo puntaje). Recuerdo el del fondo del mar y el del cementerio, con lápidas y telas colgando.

No quedan registros de los ganadores. Uno de los consultados recordó que los viajes se los llevaron en varias oportunidades los cursos del Normal, que tenían más divisiones que el resto, y que por supuesto eso genero algún reclamo de otros colegios. Todo muy lindo y divertido, pero se competía en serio.

Alguien también rescató que antes hubo una experiencia parecida en el club, otro de los entrevistados se confundió con la estudiantina que hacía Costa Brava por ese tiempo pero que duraba un solo día.

La Fiesta del Estudiante duraba unos dos meses, y cada domingo quinientos estudiantes llenaban el salón durante toda una tarde aplaudiendo cuando se ganaba, puteando cuando se perdía. Duró hasta que el salón del Rojo lo convirtieron en boliche en el 91. Después quedó en el recuerdo, como una marca bien ochentera de Pico que todos rememoran con una sonrisa. Otra que Soldán y el cofre de la felicidad.

(Norberto G. Asquini)

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