En seis meses, su pequeño local se convirtió en la sensación de Chacarita. TN habló con Mena Duarte, una de las socias fundadoras de la primera fábrica de pastas basadas en plantas de Buenos Aires.
Desde que inauguraron su local en abril, “fue un boom”. Cuenta Gimena “Mena” Duarte a TN que el primer día vendieron unas 150 cajas de pastas y a las dos semanas ya tenían una cuadra de cola antes de abrir. Desde entonces, las ventas no pararon de crecer y Tita, la vedette de Chacarita, la primera fábrica artesanal de pastas 100% basada en plantas de Buenos Aires se convirtió en una sensación en el barrio con sus fideos ultracoloridos.
Además de emprendedora, Mena Duarte (36) es guionista y productora. Hija de gastronómicos, había creado un proyecto de pastas vegetarianas y veganas a puerta cerrada que “nunca terminó de despegar”. Hasta que un día vio un local chico en alquiler en Chacarita, su barrio, del cual se enamoró. Una amiga en común le presentó a la cocinera Inés La Torre (31), que se convirtió en su socia en Tita.
“Queríamos hacer algo visualmente lindo, lúdico, diferente, con pastas de colores y 100% veganas”, explicó Duarte sobre la idea detrás de Tita. En las redes, muchos de sus clientes afirman que sus ravioles, cappellacci, fettucine, parpadelle y cavatellis son tan lindos que “da lástima comérselos” o “están para colgar en la pared”.
Obviamente, al tratarse de un local vegano, la masa está hecha sin huevo. Son pastas de sémola, semolín, agua y sal trabajadas de manera artesanal, una por una, a mano. Para darles color usan todos ingredientes naturales y de origen vegetal como remolacha, espinaca, cúrcuma y carbón activado.
“La pasta en Argentina es algo muy tradicional, muy conservador. Nosotras le sacamos eso, venimos a revolucionar la mesa dominguera. Somos todos chicas, jóvenes, nos cagamos de risa”, dijo Mena.
Un equipo de mujeres veganas
El llamativo nombre del local “salió de un capricho”. “Buscaba algo que suene bien argentino, pero a la vez sea un poco transgresor y femenino”, explicó Duarte.
En el “monoambiente” de Bonpland 850, como llaman con cariño a su pequeño local de 16 m² y azulejos amarillos, el equipo es “100% femenino”. Además de Inés y Mena, trabajan en la fábrica “Agus, Jazmín y Nat”, todas con tatuajes, bandanas y gorras en la cabeza, y casi siempre con música de fondo.
“En la gastronomía, como en otros ámbitos, las mujeres nos estamos plantando, nos escuchan más, aunque faltan años luz para la igualdad. Está bueno armar un equipo de mujeres, trabajamos bien, todo a pulmón, es un camino que se está desarrollando”, dijo.
Según un informe de la Unión de Industriales Fideeros de la República Argentina (UIFRA), el consumo promedio de pastas frescas en el país es de 1,15 kilos por habitante. Pero aún son escasas las propuestas destinadas al público vegano y vegetariano, pese a que ya representa un 12% de la población, según un censo realizado por la Unión Vegana Argentina.
Hasta ahora solo se conseguían algunas opciones congeladas en dietéticas y en un par de casas de pastas que tienen una línea vegana. Había allí un vacío que Tita vino a llenar a golpe de scarpinocc de papa, cebolla caramelizada y hongos.
“Aunque hay un auge de la oferta plant based en Buenos Aires, la Argentina es un país recontra carnívoro, todavía hay mucho prejuicio con que lo vegano es una lechuga light. Pero la gente se sorprende y descubre muchos sabores nuevos, cosas muy ricas que se hacen con hongos y frutos secos”, explicó Duarte.
Con sus pastas largas, cortas y rellenas de kimchi, verduras, hongos, y crema de cajú, las chicas de Tita supieron conquistar “tanto a veganos como a los que vienen de comer un asado la noche anterior”.
La pasta que más venden se llama trifungi, un raviol triangular con tres tipos de hongos y queso crema de cajú que llegó a la carta de Anchoita, el restaurante que el multifacético piloto y cineasta Enrique Piñeyro tiene a la vuelta.
“A la mayoría de los que no suelen consumir productos veganos les encanta, flashean y los hace pensar. Es nuestra manera, sin militar fuerte, de mostrar que es rico y variado comer vegano. Aunque cada tanto viene alguien a preguntar qué tenemos y cuando le decimos que hacemos ravioles sin queso ni carne sale corriendo”, acotó.
Según dijo, la clientela del local es más bien joven, aunque también hay personas mayores que viene a comprar “sin ningún tipo de prejuicios” o “por recomendación de sus hijos”.
El domingo es el día que más se llena, y la producción vuela muy rápido por la puerta-ventana de la casa de pastas. Llegan vecinos del barrio, pero también de otros lados, gracias a un importante boca a boca digital. Para amenizar la cola, las chicas de Tita tratan de adivinar el signo de los clientes y si aciertan, se ganan una porción de focaccia.
“Jamás invertimos en publicidad, se dio todo de manera muy natural y orgánica”, destacó Duarte.
En su cuenta de Instagram comparten mucho de su día a día y el público se enganchó. “Hay una dinámica medio de reality que generó mucha empatía. Más que clientes es una comunidad, hasta nos traen regalos, pasan y se quedan a charlarnos por la ventana. Es un lugar muy extraño el que se armó”, explicó.
“La comida entra por los ojos”, dice el refrán. En una época donde se agarra el celu para sacarle una foto al plato antes que el tenedor, con su propuesta que alía sabores y colores, Tita la vedette de Chacarita tenía todo para triunfar.
Ahora, Inés y Gimena están armando otro local más grande, a pocas cuadras del original, en Paternal, con la idea “que sea también un restaurante de pastas”. El lugar aún está en obras. Ellas calculan que abrirá sus puertas en los primeros meses de 2023.
Fuente: tn.com.ar