Este viernes, el Tribunal de Impugnación Penal hizo lugar a los recursos del Ministerio Público Fiscal y la querella particular y condenó a la pena de prisión perpetua (declarándolos reincidentes) a Claudio Ezequiel Lara y Emanuel Alexis Velázquez por el homicidio del odontólogo Samuel Prodolliet, ocurrido el 14 de marzo de 2020 en General Pico.
En el juicio oral, el Tribunal de Audiencia de esa ciudad los había condenado a 25 años de prisión por el delito de homicidio en ocasión de robo; pero ahora los jueces de la Sala A del TIP, Mauricio Piombi y Pablo Balaguer, revocaron ese fallo y les dieron prisión perpetua como coautores del delito de homicidio criminis causae, en razón de haberse cometido para facilitar el robo y lograr su impunidad.
Los recursos de impugnación fueron presentados por la fiscala María Verónica Campo y los abogados particulares, Néstor Sánchez y Marcelo Petrelli, en representación de los familiares de la víctima.
En cambio, el TIP no hizo lugar a los recursos de los defensores oficiales Héctor Freigedo y Alejandro Caram, en nombre de Lara y Velázquez, respectivamente. Ellos habían solicitado la revocación parcial del fallo y penas de 12 años de prisión.
Prodolliet fue asesinado durante la madrugada de aquel día en su vivienda de calle 1 entre 104 y 106. Lara y Velázquez, ambos de 31 años, sorprendieron a la familia del odontólogo mientras dormía.
Por una obra en construcción lindante a la casa, accedieron al patio y luego ingresaron tras violentar una ventana. La víctima intentó repeler el ataque y recibió siete puñaladas con dos armas distintas. Una de ellas le produjo la hemorragia masiva que derivó en su muerte.
“Quisieron matar… y mataron”
Piombi, autor del voto inicial al que adhirió Balaguer, expresó al fundamentar la resolución del TIP, que tras analizar los testimonios oídos en el debate, y “más allá de la respetable opinión de los magistrados que integran el Tribunal de Audiencia, la prueba indica que los imputados quisieron matar y mataron a Prodolliet para lograr su cometido, que no era más que llevar adelante el robo en la casa de su familia y lograr no ser habidos”.
“Es claro que, tras revisar la planta baja y lograr sustraer dinero de una cartera, al subir a la planta alta armados con cuchillos y hallar a la víctima en la puerta de su habitación, desplegaron un ataque de tal magnitud, que resulta impensable un final distinto (…); y una vez superado el obstáculo continuaron en su plan criminal, que no era otro que hacerse del dinero que hubiera en el domicilio”, agregó el Tribunal.
“Sin perjuicio de que pueda considerarse que llevaban los cuchillos para facilitar el robo y poder amedrentar con ellos a las víctimas, surge de manera central y objetiva que ante la presencia de Prodolliet, ambos acometieron de manera inmediata contra él y tras herirlo de muerte, exigieron a su esposa que les entregara ‘la plata’, como señalaron las testigos”, indicaron Piombi y Balaguer.
Con relación a esa agresión, subrayaron que debía tenerse en cuenta, ya que “el feroz e inminente acometimiento que describieron las victimas tenía como propósito innegable segar la vida del odontólogo, quien no permitía lograr el fin delictual que se habían propuesto (…); que evidentemente no era más que hacerse del dinero que exigieron tras apuñalarlo”.
“Un acto voluntario y directo”
Más adelante, los magistrados manifestaron que Lara y Velázquez estaban armados y en el contexto agresivo en el que actuaron, “sea por la oposición o resistencia (de Prodolliet), eligieron como blanco de su ataque una zona del cuerpo que tiene los órganos esenciales para sostener la vida humana (…) Sobre él acometieron con brutalidad o crueldad, asestándole diversas puñaladas, que provocan su muerte en escasos minutos”.
“Si suponían o sabían de antemano de la existencia de dinero en el domicilio, si bien no fue probado, en nada cambia o aporta en el análisis de los hechos; pues, si es claro que tras apuñalar a la víctima, continuaron exigiendo a su esposa que les entregara el dinero que había en la casa”, acotó el TIP.
Inclusive, Piombi y Balaguer destacaron que “la circunstancia de que se dieran a la fuga sin lograr hacerse de un mejor botín, en nada menoscaba la existencia de esa subjetividad de los coautores, relativa a la conexión existente entre el homicidio y el robo, en los términos que la fiscalía delineó en su acusación (…); pues de la conducta desplegada por ambos no se puede más que concluir la intención determinante de la voluntad de provocar el deceso a la víctima, que se atravesó en su plan criminal (…). La acción que provocó la muerte, surgió como un acto voluntario y directo y en vista de la agresión, medió en los acusados una representación del resultado (final)”.
Finalmente, los jueces concluyeron que “la muerte no se produjo de manera accidental o incidental, sino que fue parte del plan criminal que, si bien pudo o no ser planeado con anterioridad, demuestra que estaban preparados para actuar de esa manera contra quien se opusiera en su cometido (…). De ese accionar surgió la existencia clara de una conducta directamente encaminada a dar muerte a quien iban a desapoderar del dinero, pues no dudaron en apuñalarlo impiadosamente al presentarse como un obstáculo en su camino”.
EL HOMICIDIO
En la madrugada del 16 de marzo de 2020, Lara y Velázquez ingresaron por la obra en construcción lindante al domicilio donde vive la familia Prodolliet, con fines de robo.
Para ello saltaron el portón de la obra lindante y saltaron el tapial que la divide con el patio de la casa, cayeron a un estanque de agua e ingresaron por la ventana que se encuentra en esa pared, la cual estaba abierta, ya que no presentó signos de haber sido forzada.
Una vez adentro -por los propios dichos de los imputados, pero también por la reconstrucción y análisis de la trayectoria de las huellas del domicilio realizada por la Agencia de Investigación Científica- comienzan a revisar casi la totalidad de la planta baja de la casa: Velázquez toma de una cartera que estaba colgada la suma de $1300, dejándola sobre la mesa, revisaron también el interior del cajón de una mesita que se hallaba en el sector del living y también se hallaron rastros en la cocina y puerta trasera.
Luego suben las escaleras, dejando mojado el pasillo que lleva a las habitaciones. Por la hora, siendo ya la madrugada, en la casa estaban todos durmiendo: el matrimonio en su habitación y en el otro extremo de la planta alta, la hija adolescente de ambos.
Cuando se dirigen a la habitación matrimonial, son sorprendidos por el dueño de la casa y comienza a resistirse, primero tomó al más bajo, Velázquez, lo redujo con su brazo izquierdo contra la pared. El hombre era más alto que ellos, medía 1.89 metros.
La pelea sucedió en el umbral de la puerta de entrada a la habitación matrimonial. Marcela, la esposa, desesperada gritaba desde su cama, relatando que de a ratos el otro sujeto -Lara- venía y trataba de defender a su amigo, y que ambos lo agredían como con navajas o sevillanas, lo sabe por los movimientos que hacía su marido. Con la mano izquierda sostenía del cuello al hombre más bajo, y con el otro brazo trataba de evitar que el otro ingresara a la habitación.
En ese momento la hija más joven del matrimonio, se despierta con los gritos de su mamá, pudiendo observar en el camino el agua en el piso del pasillo, y al acercarse a la habitación de sus padres observa a un hombre que la toma del brazo y la tira contra la cama donde estaba su mamá.
En ese momento el padre dice que llame a la policía, pero se acerca el hombre y le quita el teléfono de su mamá y el de su papá. La pelea termina cuando viene corriendo hacia ellos el más alto y todos caen al piso. Prodolliet ya no se levantó más.
Las testigos dicen que los acusados allí se quedan mirando, hablan entre ellos, L. oye que decían que tenían que irse porque se iba a complicar, o parecido, y uno se acerca y le pide a su mamá la plata.
Ante esta situación se retiran del lugar, dejando una mochila con herramientas y cuchillos sobre el tapial del patio. Arrojan el celular de Samuel en el estanque junto con un cuchillo tipo carnicero, y el otro lo arrojan en la obra.
También fue hallado en la esquina de la casa, yendo hacia el Barrio Roca, el celular de Marcela Masmas, lo que hizo pensar a los investigadores que los autores habían ido hacia el Barrio Roca, donde efectivamente fueron captados por las cámaras de seguridad y unos días después fue hallada en ese mismo barrio la mochila de la hija del matrimonio Prodolliet.
Según los jueces «los acusados al declarar si bien reconocieron los hechos y pidieron perdón a la familia de Samuel Prodolliet, lo que relataron no se condice con el resto de las pruebas, por lo que esa supuesta confesión no fue tal, sino tan solo una manera de mejorar, cada uno, su propia situación procesal, expresando ambos no haberle dado muerte a Prodolliet -por no haber llevado cuchillo-, y por lo tanto, culpándose mutuamente».