Mariam Nabatanzi es de Uganda y su vida estuvo empañada por un matrimonio violento y una rara condición de extrema fertilidad.
Mariam Nabatanzi asegura que no sabe lo que es ser feliz. Su vida, trágica desde su nacimiento, sólo le ha planteado episodios violentos y una incontrolable fertilidad para la que los médicos no tuvieron respuesta. A sus 40 años y después de haber dado a luz a 45 hijos, fue abandonada por su marido y cada día debe encontrar la manera de alimentar y cuidar a sus hijos.
“Crecí llorando, mi hombre me ha causado mucho sufrimiento”, contó la mujer en una entrevista con la agencia Reuters en su casa de una aldea en Uganda rodeada por algunos de sus niños. “Toda mi vida se ha ido cuidando a mis hijos y trabajando para ganar algo de dinero. Comencé a tener responsabilidades de adulto siendo muy joven. No he tenido alegría, pienso, desde que nací”, señaló.
Según relató, a los pocos días de haber nacido vivió su primera tragedia. Ella era apenas una beba y su mamá la abandonó. Su padre rearmó su vida. Se casó nuevamente y, años más tarde, su madrastra tomó una terrible decisión: le agregó vidrio molido a la comida de sus cinco hermanos.
Ella se había ido a visitar a otro familiar y al regresar a su hogar todos sus hermanos estaban muertos. Escapó y a los 12 años se casó, obligada por un pariente que la entregó, con un hombre al que hoy prefiere no nombrar.
Él tenía 40 años, era polígamo y tenía varios hijos con sus otras mujeres. Al año de haberse casado, Mariam fue madre por primera vez. Tuvo gemelos, dos años más tarde fueron trillizos y al poco tiempo, en su tercer parto, cuatrillizos.
Actualmente vive en la aldea de Kabimbiri en Uganda y en total dio a luz a 45 hijos. Seis de ellos murieron y hoy debe mantener a 38. Tiene cuatro juegos de trillizos, tres de cuatrillizos y seis gemelos. El resto nacieron en partos únicos.
Cuando Mariam estaba en su sexto parto, ya tenía 18 hijos. Necesitaba detener esta descontrolada capacidad para quedar embarazada, por lo que fue a ver a un médico. Pero le dijeron que no se podía hacer nada porque tenía los ovarios inusualmente grandes. Se le recomendó no usar anticonceptivos, como pastillas, porque podrían causarle problemas de salud.
A los 23 años y ahora con 25 hijos, regresó al hospital para buscar una solución. Sin embargo, otra vez la respuesta fue negativa.
Condenada a un matrimonio violento y sin la posibilidad de evitar los embarazos, Mariam siguió teniendo hijos. Hace algunos años, esta ugandesa fue abandonada por su esposo, lo que la dejó sola para mantener a los 38 hijos.
“Él me golpeaba cuando trataba de hablar con él sobre cualquier problema, especialmente cuando llegaba a casa borracho…. Los niños apenas saben quién es, ya que es un padre ausente que le hablaba a sus hijos por teléfono y no estaba físicamente “, relató ella al canal africano Citizen TV. Finalmente, el hombre se fue y ahora Mariam debe buscar los recursos para darle una vida mejor a sus hijos.
“Mamá está abrumada, el trabajo la está aplastando, ayudamos donde podemos, como cocinando y lavando, pero ella todavía lleva toda la carga para la familia. Lo siento por ella”, contó su hijo mayor Ivan Kibuka, de 25 años, quien tuvo que abandonar la escuela secundaria cuando se acabó el dinero.
Desesperada por dinero, Nabatanzi hizo de todo: peluquería, decoración de eventos, recolección y venta de chatarra, elaboración de ginebra local y venta de hierbas medicinales. El dinero se escurre entre los gastos de alimentos, cuidado de la salud, ropa y aranceles escolares.
Como puede, vive con sus hijos en cuatro estrechas casas hechas de bloques de cemento y con techo de hierro corrugado. Su historia increíble, trágica y atípica ha recorrido el mundo y ella sólo piensa en darle a sus hijos las oportunidades que a ella siempre le faltaron. Tal vez así, algún día pueda saber cómo se siente la felicidad.
Fuente: clarin.com