Hambre y miseria en Afganistán: la gente vende a sus hijos para comer

Hambre y miseria en Afganistán: la gente vende a sus hijos para comer
10 Septiembre, 2021 a las 09:05 hs.

Una feroz crisis humanitaria y la hambruna han comenzado en el país a causa de la sequía, la guerra y el Talibán.

La nueva guerra en Afganistán es contra la pobreza. Una feroz crisis humanitaria y la hambruna ha comenzado en el país a causa de la sequía, la guerra y el Talibán en el gobierno, que impide hasta ahora una participación de las mujeres en el trabajo como antes.

Con 20 años de ocupación occidental y su retiro caótico, al menos dos millones de personas no tienen que comer. Muchas familias han comenzado a vender o canjear a sus hijas a los comerciantes del bazar o a los milicianos para conseguir dinero para comer.

En el bazar de Kabul, las familias llegan desesperadas a vender todos los objetos de su casa para conseguir efectivo para alimentarse o para escapar y pagar a los traficantes que los pasarán a Irán, Tayikistán o Pakistán.

Un niño: 200 euros

Un niño vale en el mercado 200 euros y una adolescente, 500 euros. Los venden familias que han llegado del interior de Afganistán, huyendo del Talibán y hoy no tienen trabajo ni cómo pagar la habitación donde viven.

Los que los compran los convierten en su pequeño esclavo en la casa o en el comercio o en su esposa. La pedofilia es rampante en Afganistán y los casamientos, forzados. Las mujeres nada pueden decir.

Al menos uno de cada tres afganos tienen ya hambre, dos millones de chicos ya están malnutridos y necesitan tratamiento y 18 millones de afganos necesitan inmediata ayuda.

La guerra contra la miseria

Después de la derrota de la OTAN en manos de unos milicianos con Kalashnikov “vintage” y en sandalias, el caos de la evacuación y un gobierno interino del Talibán de línea dura que se impuso por sobre los que se habían inclinado a los Hermanos Musulmanes de Qatar y Turquía, el nuevo escenario para los afganos es el de la miseria.

El Talibán llegó inesperadamente rápido a Kabul y no tiene planes para formar un gobierno definitivo. Sus 7 billones de dólares de reserva del Banco Central afgano están congelados en Estados Unidos y Gran Bretaña. Serán parte de la transacción para que constituyan un gobierno inclusivo, le devuelvan los derechos conquistados a las mujeres, que no se incline por proyectos terroristas ni se vuelva a aliar con Al Qaeda.

Talibanes en un mercado de Kabul. Foto: AFP

Los donantes extranjeros han desaparecido. Pero la ONU cree que se debe seguir ayudando al pueblo afgano, más allá de su gobierno.

El FMI bloqueó el acceso a los fondos de 460 millones de dólares de emergencia de reservas y el Banco Mundial frenaron la ayuda el pasado 25 de agosto.

Un acuerdo internacional de 60 países para entregar a Kabul y Afganistán una ayuda de 12 billones de dólares también está en peligro.

El ex gobernador del Banco central Ajmal Ahmady dijo la semana pasada que con los congelamientos de fondos internacionales, el Talibán solo podrá tener acceso a una pequeñísima fracción de sus reservas. No más del 0.2 por ciento. China y Paquistán no podrán ayudar porque el Talibán probablemente continuará sancionado legalmente.

​El nuevo gobierno

Primero los gobiernos deberán reconocer el gobierno talibán provisional, que ellos no imaginaban de esta forma. El clan Haqqani, cuyo líder tiene un pedido de captura del FBI de 5 millones de dólares, es su ministro del interior.

Mujeres afganas en un camino hacia Kabul. Foto: AFP

Los negociadores del acuerdo de Doha fueron relegados en la distribución de los cargos. Las etnias del país no están representadas. Solo los pastunes están en posiciones de poder y los hazaras huyen y los tadjic resisten al talibán. Las mujeres están encerradas en sus casas, temerosas de los casamientos forzados y las que se atreven a manifestar han sido brutalmente reprimidas.

Son todos estos temas que Occidente deberá utilizar como presión para retomar la ayuda, evacuar a los miles que se quedaron abajo en la educación y vencer a la hambruna.

No hay dinero para sueldos

El 75 por ciento del gasto público del país depende del apoyo externo y esta pérdida es catastrófica. Los precios de los alimentos se han duplicado y centenares de personas en los sectores de seguridad y trabajadores del gobierno han perdido sus empleos.

El Talibán permanece bajo sanciones internacionales por terrorismo. Pero Antonio Guterres, secretario general de la ONU, dijo que los servicios básicos del Talibán estaban cercanos a colapsar completamente. No hay dinero para sueldos, y los bancos limitan las extracciones a 200 dólares semanales.

Al menos hay 550.000 personas oficialmente desplazadas antes que el Talibán tomará el poder. Se espera que al menos medio millón esté huyendo o tratando de hacerlo si consigue los fondos para pagar los traficantes. El Covid arrasa en el país y solo el 3 por ciento de los afganos ha sido vacunado.

Ante esta situación catastrófica, Estados Unidos autorizó a sus propios contratistas a enviar comidas y productos esenciales al país. La UE y Gran Bretaña están explorando como transferir fondos de emergencia a las ONGs sobre el terreno, ignorando a los Talibán. Western Union fue la primera agencia de transferencias internacionales que abrió.

Más que reconocimiento al Talibán y su dilema, el mundo y sus poderosos no podrán abandonar al pueblo afgano, a sus necesidades de alimentos, ropa, medicamentos, vacunas. La ayuda debe ser a ellos y la necesitan con urgencia.

Fuente: clarin.com

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