Por la saturación de contagios, faltan sedantes para intubar y otros insumos críticos en clínicas y hospitales del AMBA

Por la saturación de contagios, faltan sedantes para intubar y otros insumos críticos en clínicas y hospitales del AMBA
21 Abril, 2021 a las 13:45 hs.

La alta demanda no da tiempo a reponerlos. Ante la escasez de estas drogas están empezando a usar relajantes del sistema nervioso central que estaban en desuso. El personal médico también está al límite de su capacidad por la cantidad de reinfecciones.

Los relatos de los médicos, enfermeros y kinesiólogos que están en la primera línea de atención de pacientes graves con coronavirus son alarmantes. La velocidad en el aumento de personas que requieren asistencia respiratoria no da tiempo para reponer insumos en algunas clínicas y hospitales del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Por la escasez de sedantes, se están empezando a usar relajantes del sistema nervioso central que estaban en desuso, pero el principal déficit es la falta de personal capacitado.

La saturación de las terapias intensivas es un hecho. Ya hay pacientes ventilados en piso y hasta en las guardias, y se está enviando a unidades coronarias a los internados con otras patologías para liberar las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) exclusivamente para la atención covid. “El temor de no llegar a dar respuesta a quien lo necesita es cada vez más cercano”, reiteran una y otra vez.

El personal está cansado y el único incentivo es salvar la mayor cantidad de vidas posible, aún poniéndose en riesgo ellos mismos. Esto es así porque la reinfección es alta pero, como la mayoría está vacunada con las dos dosis, su cuadro suele ser relativamente leve. El problema es que por al menos 14 días dejan sus puestos y el trabajo se sobrecarga para sus compañeros.

No es de forma generalizada, pero por la escasez de sedantes, algunos centros de salud comienzan a utilizarse relajantes del sistema nervioso central que estaban en desuso (Foto: Carlos Brigo/Télam)

“Somos las manos del familiar que no puede pasar”, describió en diálogo con TN.com.ar, Alejandra Lupis, kinesióloga con más de 26 años de experiencia en el Hospital Meléndez.

“Recién estamos entrando en calor. Los pacientes son cada vez más jóvenes y tienen muchas afecciones respiratorias y es ahí donde está el problema”, contó un enfermero del Hospital Finochietto. Mientras que Héctor Ortíz, enfermero del Hospital Durand, pidió desesperado “que la sociedad tome conciencia de cómo estamos en los hospitales”.

Insumos y recursos críticos

Si bien la mayoría de los empleados del sistema público y privado de salud confirmaron a este medio que algún tipo de faltante se registra, el más crítico es el de recursos humanos.

Tanto en el Gobierno porteño como en el bonaerense, aseguraron que se están reforzando los envíos de insumos y que tienen stock suficiente para atender la segunda ola. Sucede que la velocidad de contagios requiere cada vez de mayor atención médica y muchas veces la reposición no llega a tiempo.

“Nosotros no tenemos faltantes. Nos hemos stockeado bastante”, aseguró a TN.com.ar el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. Mientras que desde el equipo de Daniel Gollan, su par de la provincia de Buenos Aires, dijeron que llevan “gastado casi el doble de oxígeno y sedantes”. “Estamos reponiendo y en condiciones de hacerlo. No deberían faltar”, afirmaron.

El trabajo diario en las terapias

En el Sanatorio Güemes, uno de los centros privados más importantes de la Ciudad de Buenos Aires, la situación es crítica. El personal de terapia intensiva trabaja sin descanso, 29 días al mes.

Debido a la saturación que están atravesando, se decidió no rotar más a los médicos residentes y que se queden en UTI. En épocas sin pandemia, durante los cuatro años de residencia se intercala el tiempo en terapia con el de otras especialidades y eso ayuda a una mejor formación. A eso se le llama rotación. “Se nos cancelaron las vacaciones y las rotaciones. Nos sumaron una terapia intensiva extra y a clínica médica le sumaron atender a cinco pisos del hotel de enfrente del sanatorio”, describió una médica intensivista.

En los hospitales públicos el panorama no es mejor: faltantes, saturación y cansancio están a la orden del día. “La situación es muy angustiante. Estamos bastante limitados con los medicamentos que permiten adaptar a los pacientes al respirador y a veces se logra cubrir la demanda intercambiando con otros hospitales, como en una suerte de trueque”, explicó Lupis.

Si bien confirmó que “se duerme a los pacientes con lo que hay”, aseguró que “todos se intuban dormidos”. El miedo social es que, tal como sucede en algunas regiones de Brasil, por la falta de anestésicos se llegue a la decisión de intubar sin sedación. Pero por ahora eso no sucede y no prevén que sea algo que vaya a pasar en el corto plazo.

En el Meléndez, donde Alejandra es jefa de kinesiología, ya tiene pacientes ventilados con Asistencia Respiratoria Mecánica (ARM) en la guardia durante varios días. “Es algo no deseable, porque está saturada con diversas patologías, lo que no permite que el control sea el deseado”, explicó.

En el Finochieto ya les informaron que van a comenzar a rotar distintos tipos de antibióticos. “Para mantener un paciente ventilado hay que tenerlo sedado y se usa mucho relajante de nivel del sistema nervioso central, eso está faltando y estamos usando otras medicaciones que ya estaban en desuso”, aseguró uno de los enfermeros.

Entre ellas mencionó que “el Atracurium, que es un relajante del sistema nervioso central, que lo que hace es mantener a la persona totalmente inconsciente y relajada para que pueda estar adaptada al respirador, ya escasea”.

Un paciente con COVID-19 es atendido en la terapia intensiva en un hospital del AMBA. (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian)

Además, señaló que “hoy se acabó el Propofol”, que es un medicamento anestésico y proyectó que “se van a seguir acabando cosas, seguro”. Concretamente, lo que faltan son los relajantes neuromusculares (Atracurrium, Propofol, Midazolam) que son específicos para que el paciente pueda estar con respirador. Y si bien hay una serie de antibióticos y corticoides que todavía no están en falta, ya escasean a días de comenzar la parte más dura del otoño.

Rocío también es kinesióloga intensivista y trabaja los hospitales Bocalandro, de Loma Hermosa, y San Miguel Arcángel, de San Miguel. Ambos tienen sus diez camas de UTI ocupadas y hay pacientes ventilados en piso y en guardia. “No había pasado ni en el peor momento de la pandemia”, recordó.

Como en otros lugares, la decisión de la dirección -con una bajada de línea desde Provincia- fue agrandar el sector covid y pasar a toda la terapia a la unidad coronaria y que quede toda la UTI para coronavirus.

En ninguno de los dos hay faltantes de medicación, pero Rocío contó que “a veces faltan bombas de infusión que hace que se tenga que elegir a quiénes se pone” y que hay equipos de mucha complejidad con los que no se cuenta o están rotos. “En ambos falta mucho personal, no hay médicos porque los sueldos no son buenos. También faltan kinesiólogos y enfermeros”, indicó.

En el Hospital Posadas se hizo una serie de sugerencias a los pacientes. Por un lado se les pidió que concurran sin acompañantes, además se están reprogramando las operaciones no graves y se recoordinó toda la circulación interna.

Trabajadores del centro de salud aseguraron que no tienen faltantes de insumos, pero confirmaron que la terapia trabaja sin descanso. Suelen tener unas tres camas que se liberan por día (por fallecimiento, derivación, alta médica o derivación) que rápidamente se vuelven a ocupar.

En las largas filas que se forman a diario con personas que buscan hisoparse, la positividad ronda el 35%, pero en su mayoría no requieren internación y se los deriva a sus casas, a centros municipales o a hospitales modulares.

En el Hospital Durand en la guardia también ya atienden pacientes con covid y los internados por otras patologías también fueron derivados a la unidad coronaria para liberar las UTI. “El problema más serio que tenemos, además de falta de camas, es la falta de recurso humano con formación y experiencia”, explicó Ortíz.

“Hay una escalada de pacientes que nos preocupa muchísimo. Las camas se están ocupando de una manera terrible. No solo en el Durand, también en el Ramos Mejía, en el Fernández, en el Pirovano y en el Piñero”, relató el enfermero, también delegado de ATE.

Alejandro Saied, director del hospital Eva Perón, de San Martín, reconoció que “el personal está estresado”. “Viene de un lastre desde el año pasado, con un alto número de contagios y sufriendo pérdidas irreparables. Lo positivo es que todo el personal que se quiso vacunar se vacunó, y entonces contamos con una mayor cantidad de gente en funciones”, señaló en diálogo con TN. ”La afluencia es cada vez mayor. En un mes aumentaron más del 100% de hisopados, y hay un 50% más de positivos. Y eso nos pone en alarma porque sube el nivel de internación”, indicó.

Algunas historias detrás de los médicos

La vida en la UTI no es fácil y el personal lo confirma a diario. Entre las situaciones que atravesó en los últimos días, Lupis recordó a “una mujer de 35 años, con 25 semanas de gestación que se fue complicando desde el punto de vista respiratorio, a la que se le debió practicar una cesárea de urgencia, y fue la manera de poder salvar a la niña y a la madre”.

También un paciente de 58 años, con mucha dificultad respiratoria, que “se puso a llorar sintiendo que iba a morirse” o un “muchacho de 41 años, sin antecedentes patológicos, acostado boca abajo y también con mucha angustia y miedo por cómo viene evolucionando”.

“Son cuestiones que se resuelven en pocos minutos. Estamos muy cansados, con situaciones de estrés permanentes. A veces salen bien, lo que a pesar del cansancio nos provoca mucha alegría y nos da fuerza para seguir adelante. Pero realmente siento que estamos al límite y el temor de no llegar a dar respuesta a quien lo necesita es cada vez más cercano”, dijo.

Fuente: tn.com.ar

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