El 10 de diciembre se cumplen 75 años del enlace entre el tres veces presidente argentino y Eva Duarte. Pero poco tiempo antes, el General llegó hasta la puerta de la Iglesia, pero no bajó del auto y huyó. Por qué lo hizo y quién lo aconsejó para que volviera a dar el “sí”.
Luego de los sucesos que acontecieron después del enlace civil entre Perón y Evita –ceremonia realizada en Junín el 22 de octubre de 1945 en la Casa Ordiales– la situación política tomó un cariz dinámico, donde la figura del coronel ya había traspasado todas las fronteras. Era la figura del momento.
Tengamos en cuenta que en la Argentina de entonces las estructuras sociales y costumbres obligaban indefectiblemente a que los contrayentes unidos por la ley civil, luego debían sellar ese acto con una ceremonia religiosa, más aún tratándose de un país mayoritariamente católico. Era el deber ser, lo que se estilaba y correspondía hacer.
Además, no estaba bien visto que Perón -ya lanzado a la conquista del poder- no se casase por la Iglesia, algo que sus enemigos y la propia oligarquía se lo enrostrarían y nunca se lo iban a perdonar.
Fray Pedro Errecart ofm.
Inmediatamente después de producida la Revolución del 4 de junio de 1943, Perón conoció a Fray Pedro Errecart ofm (1917–1998), que se transformó en su amigo y confidente. Se habían visto el 20 de junio de 1943, cuando Perón era jefe de la Secretaría del Ministerio de Guerra, cargo en el que fue nombrado el 8 de junio de 1943.
Ya desde ese encuentro comenzó a visitarlo e inició una estrecha relación con el entonces coronel Perón, que perduraría hasta la muerte de este último el 1ro. de julio de 1974. Cuando comenzaron a frecuentarse, a mediados de septiembre de 1943, Perón ya estaba al frente del Departamento Nacional del Trabajo.
Por lo tanto, resulta errónea la versión de que fue “Evita” quien le presentó a fray Errecart a Perón como relatan algunos historiadores. La verdad es que, por medio de Perón, Evita conoció a los frailes franciscanos, y en un futuro, sus hermanas mayores (Elisa y Blanca) comenzaron a asistir con frecuencia a la Basílica de San Francisco en el centro porteño, y con el correr de los años, hicieron los votos de terciarias franciscanas.
Fray Errecart, fue un personaje simpatiquísimo, que logró sorprender a Perón por su habilidad para relacionarse con uno de sus perros –al que nadie se le acercaba– y por la sinceridad con la que le hablaba. En un momento el fraile, mirándolo fijamente a los ojos, frontalmente le dijo: “Si no se casa por Iglesia no puede ser presidente”.
¿Qué vio Perón en este simple fraile? Fray Pedro fue un hermano lego franciscano. O sea que era el último “orejón del tarro” en la jerarquía de la Orden de San Francisco. Los legos son quienes se ocupan de labores manuales y de los asuntos seculares de un convento o monasterio, con el fin de permitir la plena vida contemplativa a los hermanos o monjes. Estos, en contraste, están abocados principalmente a la liturgia de las horas o a la obra de Dios y al estudio.
De esta forma, los hermanos legos tienen como propósito el apoyo práctico en la gestión de talleres, granjas, cocinas, oficios y otras dependencias del convento o monasterio, para dejar libertad a los hermanos o monjes de coro de orar y estudiar. Sin embargo, los hermanos legos también son frailes y/o monjes, que dedican una parte importante del día para orar.
Así era Fray Pedro, un sencillo fraile que logró llamar la atención del coronel. Esto demuestra también la simplicidad de Perón. No lo deslumbraban las jerarquías eclesiásticas, ni los príncipes de la Iglesia, ni menos aún las grandes pompas. Más bien prefería estar cerca de un fraile lego, sabiendo que su misión estaba en las periferias, con los más humildes y necesitados.
La sintonía entre ambos fue total. Perón abogaba por los más humildes, representaba a los trabajadores, y entre ellos, a los más desprotegidos; el fraile, lo mismo, si bien estaba al servicio de los jerárquicos de su Orden, su prioridad era ayudar a los marginales, a los más necesitados, a los más olvidados de la comunidad. No hay dudas que el fraile tenía “olor a oveja” por todos sus poros.
Por eso, Perón y fray Pedro se entendieron desde un comienzo y hablaron el mismo idioma. Fue al único personaje que conoció durante su vida política que le dispensó el trato de vos o de tu. Los dos poseían una gran simbiosis, compartían la sangre vasca de Iparralde (País Vasco en Francia), los padres de Errecart eran de Heleta y de Irisarri, y los bisabuelos de Perón eran oriundos de Baigorri y Banka.
Los dos tenían los mismos ideales: la justicia social y la inclusión. Esta conexión entre ambos, coadyuvó para que la confianza sea mutua, sincera, amena, perdurable y frontal.
Preparativos para el casamiento religioso de Perón y Eva Duarte.
A partir de esa proximidad, el fraile Errecart comenzó un trabajo minucioso para persuadir a Perón con el objeto de que se case con la joven “Evita”. Trabajó espiritualmente sobre la persona de Perón –a quien conocía muy bien– en largas tertulias celebradas en el 4o piso “B” del departamento de la calle Posadas 1567 de la ciudad de Buenos Aires, e influyó decisivamente para que ese acontecimiento se produjese.
“–Coronel, éste es un pueblo católico. A la Iglesia no le gusta nada el concubinato. Usted debería casarse por Iglesia, –le aconsejó el fraile.
–Pedrito, creo que tienes razón, pero lo voy a pensar bien –le contestó cauteloso Perón.
De todas formas, el militar no se tomó demasiado tiempo. Aunque apreciaba poco y nada los ritos eclesiásticos, tomaba en cuenta el parecer de la Iglesia, y, sobre todo, no desdeñaba el sentir de sus camaradas de armas. Por eso, a los pocos días decidió –tras el inmediato acuerdo de Evita– aceptar la sugerencia del religioso y confiarle los arreglos de la ceremonia. Eso sí, puso una condición: que el oficio se realizara en la mayor intimidad. Nada de gente apiñada en el atrio de la iglesia, vivando a los novios, ni cosa por el estilo.
Fue la propia Evita quien le informó a Errecart la fecha elegida: el 29 de noviembre de 1945. Hasta le comentó que le encantaría casarse en la basílica de Nuestra Señora de Luján, el principal santuario del país. Pero fray Pedro, que tenía muy en cuenta la condición puesta por Perón, la convenció de elegir un templo más modesto y de su propia orden, para garantizar la mayor discreción: el de San Francisco de Asís de la ciudad de La Plata, cercana a Buenos Aires.
Perón, entonces convencido de todo y más que confiado, le dijo al fraile: “Pedrito, arreglá todo con Eva”.
Perón, además de la condición para casarse por la Iglesia con su esposa Eva Duarte de una ceremonia discreta, tuvo una segunda: el acto religioso sería con los padres franciscanos. Esto lo hizo pensando en la amistad y afinidad espiritual que tenía con fray Errecart. Eligieron hacerlo en La Plata a instancias del fraile lego, en un lugar alejado de la gran ciudad, más sencillo, en la Iglesia de un Convento y no en una Basílica.
La ceremonia religiosa se celebraría en la Iglesia San Francisco de Asís de la ciudad de La Plata, ubicada en la calle 12 No 1773 (entre calles 68 y 69), donde funcionaba el Colegio Castañeda y el Convento de la Orden Franciscana.
El escribano Hernán Ordiales, extendió un Certificado del matrimonio civil a los contrayentes, que le entregaron a Fray Pedro, para que inicie los trámites relativos al casamiento por la Iglesia.
Esta Iglesia fue declarada Monumento Histórico Provincial en 1975 por haber sido el lugar donde contrajeron enlace Juan Domingo Perón y Eva Duarte, el lunes 10 de diciembre de 1945. Aunque a partir del 24 de marzo de 1976 la Junta Militar la eliminó del catálogo de monumentos históricos. En 1987, al asumir el gobernador Antonio Cafiero, se le reincorpora al catálogo de monumentos históricos. El 14 de octubre de 2011 la presidenta Cristina Fernández de Kirchner declaró lugar histórico a la Iglesia San Francisco de Asís de la Ciudad de La Plata, firmando el decreto No 1617/2011, para su preservación.
Primer intento fallido de boda
La primera fecha –el jueves 29 de noviembre de 1945– se frustró. Hay quienes atribuyen que se debió a unas amenazas de los enemigos políticos de Perón. Es bueno destacar que los días mientras Perón permaneció privado de su libertad como preso político en Martín García, fueron muy difíciles por la inseguridad que reinaba y el riesgo de vida que sufrían Eva Duarte y el entorno de Perón. Esa situación si bien se calmó con posterioridad al 17 de octubre, las amenazas prosiguieron vigentes por mucho tiempo más.
En cambio, hay otros que sostienen que el aplazamiento fue por la enorme concurrencia que se dio cita ese día al enterarse de la noticia. Perón, habría dicho: “No, con tanto tumulto no me caso”. Por ese motivo, así como llegó se marchó, y Fray Pedro, tuvo que buscar otra fecha.
Pese al empeño del fraile, las cosas no salieron bien. La aparición, el día de la boda, en un diario platense, de un anuncio del enlace provocó que una muchedumbre se congregara en el templo. Cuando Perón llegó a las inmediaciones y vio a tanta gente, se fastidió tanto que resolvió irse. Adentro de la iglesia, de punta en blanco, Evita debió aceptar, con el paso de los minutos, que ese día no se iba a casar. Lógicamente, Errecart –que había resuelto incluso no estar presente en la ceremonia para que los asistentes fueran los menos posibles– se disgustó mucho al enterarse del fracaso de su gestión.
Lejos de darse por vencido, volvió a la carga inmediatamente. Perón se había encerrado en sus oficinas de la Secretaría de Trabajo y Previsión, y no quería recibir a nadie, pero el fraile se las ingenió para verlo y otra vez delante de él le advirtió con énfasis:
–Coronel, usted debe comprender que quien difundió su casamiento es alguien que no lo quiere. Es evidente que lo hizo para perjudicarlo, para que tenga problemas con la Iglesia, con las Fuerzas Armadas.
Perón, más allá de su bronca, se sorprendió por la firmeza del frailecito, que no paraba de hablar.
–Le vuelvo a decir que, en este país de católicos, si usted no se casa por la iglesia, no creo que progrese. ¡Por favor! ¡No caiga en el juego de sus enemigos! –Clamó.
–Bueno, Pedrito, me voy a casar. Pero te advierto que ni vos vas a saber cuándo será. Y Eva se va a enterar una hora antes, así que anda y decile al cura que esté atento.
No fue tan a último momento, pero casi: la mañana del 10 de diciembre, fray Pedro recibió una llamada telefónica de Evita: «Hoy Pedro», le dijo ella escuetamente. El religioso entendió perfectamente. A las 20.25, la misma hora en que Evita moriría siete años más tarde, fray Francisco Sciammarella oficiaba en el mismo templo la postergada boda.
Previamente se había confeccionado en la Arquidiócesis de La Plata, la “Información Breve Matrimonial exclusiva para regularización de matrimonios y casos de urgencia”, expediente que lleva el No 2397. De su lectura, se observan al menos tres falsedades: cuando dice que Perón y Evita fueron hijos legítimos, y el año y lugar de nacimiento de Eva Duarte, donde se lee “Junín, 1922”. Estos errores son frecuentes en las actas y documentos de Perón y Eva Duarte, pero en modo alguno nulifican los actos y celebraciones.
Celebración en La Plata
Con todos estos intrincados acontecimientos, llegó el lunes 10 de diciembre de 1945, donde en la ciudad de La Plata se produjo tan emblemático suceso, en absoluta intimidad y secreto, donde los contrayentes recibieron la comunión eucarística.
Ese día el P. Bernardino Bermúdez confesó a Perón y a Evita el P. Fidel Rosell. La ceremonia la presidió el P. Sciammarella. Fray Pedro en esos momentos tenía solo 27 años. Terminada la ceremonia rezó un padrenuestro con el pedido al Señor que Perón fuera presidente de la Nación. El hecho del casamiento y toda la trascendencia pública que tuvo la boda le generó a Fray Pedro persecuciones, denuestos, etc. que soportó estoicamente. Se dio el caso que el Dr. Noble lo atacara desde «Clarín» motejándolo como el «monje marrón».
La boda fue celebrada en presencia de la comunidad Franciscana, integrada por los RR.PP. Francisco C. Sciammarella, párroco, superior del Convento y celebrante; Bernardino Bermúdez; Fidel Salvador Rosell; Avelino Paz y Nicolás Lecuona; el diácono Carlos de la Fuente (luego ordenado sacerdote), y por último el fraile lego Pedro Errecart.
La ceremonia quedó inscripta en el Libro de Matrimonios, Año 1945, Folio 297, de la Parroquia San Francisco de Asís. Junto a dicho documento, obra una reseña histórica redactada al dorso por fray José A. González ofm. En esta acta de matrimonio suscripta por el celebrante fray Francisco C. Sciammarella ofm, se consignan los mismos datos, con excepción que no figuran los nombres de los padrinos, como si se desprende del expediente matrimonial No 2397.
Fueron padrinos por el novio, Domingo A. Mercante, y por la novia, su madre doña Juana Ibarguren. Los testigos fueron Blanca Duarte de Álvarez Rodríguez y Juan R. Duarte, ambos hermanos de la novia. Eran las 20.45 cuando Perón y su flamante esposa Eva Duarte salieron de la iglesia. El coronel se retiró con la actriz. Tras ellos salieron un puñado de familiares y los siete franciscanos vestidos con sus hábitos, que vivían en esa parroquia.
Un dato de color, es que ese matrimonio y todos sus preparativos gozaron de una gran austeridad. Fueron muy pocos los invitados. No salió ninguna noticia en los diarios, ni antes ni después de la ceremonia.
Evita, de 26 años, lució un vestido corto de color claro con una mantilla negra. Juan Domingo Perón de 55 años, estaba vestido de traje y corbata.
El novio le obsequió, como recuerdo, un collar de oro con un broche en forma de flor. Después de la ceremonia los invitados compartieron junto a ellos una comida en una casona donde funcionaba la Gran Confitería París (sobre la Avenida 7 y calle 49), ubicada a pocas cuadras del templo. Estos acontecimientos, demuestran la discreción de Perón, cuando perfectamente las circunstancias donde se encontraba, predisponían a darse el lujo de “tirar la casa por la ventana”.
Queda claro que fray Pedro Errecart no fue el celebrante de esta ceremonia, pues tal cual referimos, era un fraile lego, por lo que no era sacerdote, ni tampoco diácono para esas fechas.
El fraile era compinche de Perón y estaba al tanto de la vida pública del funcionario y también de las intimidades de su vida privada. Nada le resultaba ajeno a los pasos que daba el coronel.
Perón le debe a él en buena medida, su éxito en las elecciones del 24 de febrero de 1946. Pues, tal cual le manifestó y anunció en su momento con mucha firmeza: “Si no se casa por Iglesia no puede ser presidente”.
Ignacio Cloppet es Miembro de la Academia Argentina de la Historia y autor de “Perón Íntimo. Historias desconocidas”, Areté, Buenos Aires
Fuente: infobae.com