Eloísa pasó por internaciones, transfusiones de sangre y quimioterapia. Su estado de salud requería de ayuda urgente en un momento sanitario muy particular. Conocé su historia.
Una nena de dos años recibió un trasplante de médula. El donante fue su papá. Afrontó múltiples internaciones, transfusiones de sangre y procesos de quimioterapia. Ella se llama Eloísa Melin y hoy volvió a sonreír. Ella superó la adversidad y se recupera. Eloísa es un nombre que significa “La Elegida”.
La familia de Eloisa es de la ciudad de Dolores, provincia de Buenos Aires, pero debió rehacer la vida en la Ciudad de Buenos Aires luego de que a ella le diagnosticaron síndrome hemofagocítico. Esta afección se caracteriza por afectar al sistema inmunológico. Puede derivar en reiteradas descompensaciones que afectan la salud y el bienestar del paciente que la padece.
“Al principio, no se sabía qué era. Ella levantaba mucha fiebre, con picos de 40 grados. Se le hinchaba la panza y se le brotaba el cuerpo. Ahí, fue cuando decidimos actuar”, relata a con bienestar Guiliana Santilli, su mamá.
Sin esperar más, Guiliana, Eloisa y su papá, Andrés, en septiembre del 2019 emprendieron viaje rumbo al Hospital De Niños “Sor María Ludovica” de La Plata. Allí, la estabilizaron y le realizaron múltiples estudios clínicos para descubrir qué le provocaba dicha descompensación.
Los días pasaban. Las semanas se transformaron en ocho meses de internación. “Los médicos nos dijeron que tenía síndrome hemofagocítico. Su médula trabajaba más de lo normal y las células se atacaban entre ellas. Se quedó sin defensas”, cuenta su mamá.
Eloisa tuvo que comenzar a recibir varios bloques de quimioterapia. Para marzo del 2020, ellos seguían en el hospital. Esta vez, no solo afrontando el tratamiento, sino, también, se encontraron a la espera de hallar un donante de médula.
Su estado era delicado. La atención médica, así como los medicamentos que le suministraban, eran muy buenos pero no lo suficiente para mejorar su condición. Es por ello que, con intervención del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación y Trasplante (INCUCAI) y el Hospital Italiano de Buenos Aires, Eloisa debió ingresar en una lista para aguardar que llegara su trasplante.
“Su enfermedad vivía en la sangre, no había tiempo que perder. Con el tema de la pandemia, no había chances de que la médula llegara del exterior”, comenta Giuliana. Los días transcurrían. Eloisa necesitaba con urgencia un trasplante.
Con el correr del tiempo, y considerando que aún no aparecía un donante dentro del país que fuera compatible con ella, los médicos sugirieron la posibilidad de efectuar un trasplante haploidéntico. La particularidad de este caso es que la médula es donada por padres o hermanos y existe sólo un 50 por ciento de compatibilidad. Entonces, su papá, Andrés, se convirtió en su donante.
El procedimiento se realizó el 12 de mayo de este año. Un día antes, su papá donó la médula. Y ocho días después, ya trasplantada, comenzó a funcionar. “Ella está bien, no lo podemos creer. Ahora su médula es idéntica a la del papá”, revela la mamá.
“Sabemos que fue un milagro porque el tratamiento que afrontó era muy agresivo. La enfermedad, también. Siempre tuvimos fe y esperanza con el trasplante y la compatibilidad”, dice Giuliana.
Durante el año de tratamiento, Eloisa estuvo desnutrida porque no comía bien. También, dolorida y sin pelo a causa de la quimio pero jamás se le borró la sonrisa de su rostro. A pesar de su corta edad, se mantuvo en pie gracias a su gran fortaleza y al amor que le brindaron sus papás. Hoy, ella es una nena que está en camino a curarse por completo. Atravesó toda su internación con música porque a ella le encanta bailar. “Tenemos que esperar a los próximos años, cuidando que la médula siga trabajando bien, pero estamos encaminados”, agrega.
Y este mes, para sumar a las buenas noticias, la familia retorna a su ciudad. Vuelven a Dolores. “Nos vamos a reencontrar con familiares y amigos. Los extrañamos mucho”, exclama Giuliana. Si bien, ellos están aislados por precaución para preservar la salud de Eloisa, no quita que puedan saludarse desde la vereda o por la ventana de su hogar: “Estamos muy emocionados”.
Fuente: tn.com.ar