En los 90, a diferencia de la década anterior, las noches piquenses se hicieron más populares, más estruendosas, más “movidas”. Si en los 70 las boites eran el lugar de encuentro; si en los 80, como recordábamos, comenzaron a partir de Butterfly, el primer boliche “grande” y los nuevos gustos juveniles, a partir de entonces ingresamos de lleno a una vida nocturna marcadas por las “megadiscos”, boliches que también marcaron una época: fueron los años del reinado de Oriente, que llegó a congregar a 4.500 personas en una sola noche, pero también de Petroleum, Zoom y Magnus.
Alejandro “Tosca” Muñoz es la referencia de esos años. El DJ histórico que tuvo Oriente y que conoció sus noches. Muñoz comenzó “de casualidad” en la música cuando en 1988 un curso del secundario necesitó de urgencia quien amenizara un asalto. A partir de ahí se fue haciendo “de abajo” y llegó a pasar música en todos los boliches de la época.
El cambio de década
En los comienzos de esa década empezó a pasar música en La Cueva, un lugar que se convirtió “de culto” para los piquenses. Ubicado en donde fuera Cascay sobre la calle 13 en pleno centro. Los miércoles se hacían allí los bailes de los universitarios y los viernes era la noche del boliche. No había otra cosa ese día, porque todos asistían al reducto piquense. “La Cueva era un lugar extraño, ambientado como una verdadera cueva, un lugar que ya venía de antes y tenía un ambiente particular. Nadie se asombraba de lo que pasara allí. Iba gente muy distinta a la del boliche común. Se consumía más rock nacional, muchos clásicos”, recuerda “Tosca”.
Por entonces, desde 1991, el sábado era la noche de Petroleum. Un boliche creado por el club Independiente, luego que el salón se utilizara para los bailes de los Domingo para la Juventud local, que tuvo como objetivo ayudar con la recaudación al equipo de básquet que comenzaba a jugar en la Liga Nacional.
A partir de los 90 los gustos de la música para bailar comenzaron a cambiar. “Un jueves era feriado y hace una fiesta Petroleum, el Lobo Palermo que era el disc jockey, no pudo llegar y pasamos música nosotros. Había mil personas y la música fue diferente, más nacional y más para divertirse”, indica Muñoz. Fue un quiebre: comenzaron las fiestas temáticas y a llegar los grupos y bandas a tocar en vivo. “Llegaron los que estaban de moda como Los Twist, Rata Blanca, un 21 de septiembre fue de Eddie Sierra en el que ingresaron más de dos mil personas. También Banana Pueyrredón, Jazzy Mel, La Portuaria”, recuerda.
Para la década de los 80, con la llegada de la democracia, de la apertura y de la aparición de una cultura juvenil que se abría camino, entramos a los años 90 y a otra forma de vivir la juventud. Fueron los años de los gobiernos de Carlos Menem y del proceso de profundas reformas económicas generadas por el modelo económico neoliberal que iba a repercutir profundamente en el entramado social.
El periodista Norberto Asquini, quien escribió sobre las noches de Butterfly, analiza el contexto económico que tuvo esta época: “Fue un modelo económico que consiguió derrotar a la inflación y le dio estabilidad al país con la convertibilidad, pero también generó un incremento de la pobreza, la desigualdad y la desocupación. La apertura comercial indiscriminada inundó de productos extranjeros el mercado y se dio un auge del consumo popular casi como un ‘derecho social’. Años de modernización tecnológica como parte de la ‘inserción’ del país en el nuevo orden mundial globalizado. Por supuesto, un modelo económico insostenible que empezó a deslizarse por la pendiente y que acabó con un estallido social gigantesco”.
La era de las megadiscos
En el 93 nace Oriente, en la calle 17 entre 14 y 12. Pero no anduvo en los primeros tiempos. Apenas abrió un fin de semana con toda la furia y después pasaron dos meses sin que fuera mucha gente. “Es difícil Pico. Trajeron a los Ratones Paranoicos y los Vilma Palma y había 60 personas”, indica Muñoz.
“Fue una megadisco. Fue la primera empresa de la noche, habían invertido millones. Los dueños fueron Osvaldo Olivero y Mario Rimoldi. Había un contador, un control de todo lo que se consumía, relaciones públicas, bien organizado. No se regalaba nada. Por eso duró casi 18 años, aunque cambiando de nombre. En sus primeros tiempos estaba de disc jockey Fabián Buscaglia y me llamaron para hacer una noche cada uno un fin de semana en el 94”, recuerda el DJ.
Asquini destaca que en esa década, los boliches “todos fueron de las llamadas megadiscos, a diferencia de Butterfly que creó época y fue un símbolo de la noche en los 80. Como ocurrió en Santa Rosa también. Pero mientras a Butterfly iban mil personas en los 90 podían superar los 2.500 fácilmente. Tenemos a Oriente, pero también fueron importantes Petroleum y en el mismo lugar después Zoo y Magnum que también se recuerdan”.
En los 90 también se da la explosión de las radios FM. Se multiplicaron y tuvieron un papel importante en las noches difundiendo la nueva música y difundiendo la movida bolichera. Arco Iris, Galaxia 102 y Open 96.9 estuvieron entre las principales. Los boliches tenían noches temáticas en algunas oportunidades con las FM.
En el 94 estalla la noche de Oriente que tendrá su reinado por el resto de la década. “En los 90 cambia la música. Antes era más bolichero. Para entonces en los boliches de Buenos Aires y Rosario comenzó a pasarse más electrónico y de bailanta. Se escuchaba la movida tropical y se empezó a imponer fuertísimo en el verano del 94 y 95. Grupos como Sombras o Fantasmas del Caribe. El cambio en Pico fue automático. Antes esa música era algún tema de Sebastián, cuarteto pero no cumbia. Después ya se escuchaba Ricky Maravilla, Lía Crucet. Empieza además fuerte por los programas de televisión sobre todo con Tinelli, todo giraba alrededor de ese programa e influenciaba mucho a la música. Si no ponías la música que sonaba ahí no estabas en lo último. A diferencia de los años ochenta, para entonces había más llegada de música y más publicidad para impulsar los grupos musicales”, indica.
Hubo también un cambio social en la circulación de la gente. “En los 80 estaban bien distinguidos quienes le gustaba la música bolichera e iban al Butterfly, y a quienes les gustaba la música más popular, de bailanta e iba a los bailes. En los 90, cuando comenzó a pasarse cumbia en el boliche, todos iban a los boliches”, recuerda.
La marca de una década
El periodista Asquini detalla sobre esos años: “En los 90 hay un profundo cambio sociocultural donde el acceso al consumo se expande a amplios sectores sociales. Con el 1 a 1, el dólar barato atrae grupos y espectáculos, y se impone la cultura del shopping y las usinas de la moda como MTV o Marcelo Tinelli. Entramos de lleno en la globalización donde las y los jóvenes de todo el mundo comparten hábitos y gustos semejantes. Hubo nuevas modas y los hábitos y costumbres fueron cambiando. Asistimos a la era del CD y nuevas tecnologías, a las canchas de padel y a la irrupción de los remises, por poner algunos bien marcados en Pico”.
Se expande la televisión y su influencia y comienza la concentración multimediática. El peso creciente de la imagen televisiva, incrementado por el acceso al cable y la videocasetera. Las clases medias y altas se apropian de la cumbia como la música bailable y divertida por excelencia, antes más de consumo popular.
General Pico fue cambiando también en los 90 para bien, y para mal. Se fue modernizando y expandiendo, pero también se notó en sus calles la crisis generada por el modelo económico en el cierre de industrias y empresas.
La historia de básquet con el Club Independiente parece dar cuenta de cómo se vivieron esos años y es casi una parábola social. Pico explotó con la participación de los Rojos en la Liga Nacional de Básquet. Y tuvo el logro más importante del deporte pampeano con la obtención del campeonato 1994/95 y la Liga Sudamericana en 1995, además de los subcampeonatos en los torneos 93/94, 96/97 y 98/99. Las noches vibraban en el Gigante de la Avenida. Pero como está el ascenso, también está la caída. A pesar del gran apoyo del gobierno provincial, las deudas crecieron por los oscuros manejos dirigenciales y terminaron hundiendo al club en lo deportivo (descendió y tuvo que vender su plaza) y en lo económico.
Transformaciones y final de época
Muñoz recuerda los cambios que se dieron en la noche piquense y que marcaron los 90. “Los fines de año llegaba a haber fiestas de 4.500 personas en Oriente. Toda la gente que asistía era de secundario y parte de universitarios, pero muy joven. Dejó de ir gente más grande a los boliches, que había ido en otra época, porque se encontraban con un hijo o un sobrino. Eso era porque todo el mundo iba al mismo lugar”, señala el entrevistado.
En el 96 y 97 todas las fiestas ya estaban relacionadas con alguna marca de bebida alcohólica. “Me parecía excesivo. Pero ese consumo de más cerveza o bebidas como Pronto fue una cuestión de costos para quienes iban al boliche. En los 90 los tragos eran caros y la cerveza empezó a ser barata. Costaba pagar un trago y ahí se impusieron por ejemplo los happy hour, con la bebida a mitad de precio. La recesión de la segunda mitad de los 90 también golpeó los bolsillos”, indicó.
Las noches de Oriente como estrella de la noche piquense duraron hasta la crisis de 2001-2002 para luego comenzar a decaer. Si bien el boliche se mantendría varios años más. Luego empezaron a tomar fuerte auge los bares con música como El Reino en la calle 18, en la que también iba un público más grande que encontró su lugar. En Pico llegaron a funcionar cinco bares en una misma noche.
Si los 80 fueron el reinado de Butterfly, los 90 con la explosión de la noche y las nuevas tendencias fue el reinado de Oriente como marca, si bien hubo otras megadiscos. Una década que marcó al país, llena de contradicciones, pero también un antes y un después en los consumos y las modas.