Pedro, forma parte del grupo de Veteranos de Guerra de Malvinas. Estuvo 74 días en las islas. Fue uno de los Infantes de Marina que llegó en la madrugada del 2 de Abril.
La preparación fue intensa, aunque no imaginaban, ni sabían lo que les esperaba. Entre Febrero y Marzo, realizaron varias maniobras con todo el equipaje. “Nos sorprendió, nos parecía raro, eran muy estrictos, muy exigentes, nos llamó la atención, porque eran de lunes a sábados, salvo los domingos”, contó.
A mediados del mes de marzo llegaron hasta el Golfo San José, al norte de la península Valdez, donde estuvieron alrededor de una semana. Regresaron el día 26 de marzo. Sin saberlo él y sus compañeros, la fecha de zarpar nuevamente se acercaba y el destino eran las Islas Malvinas.
Pedro hace una pausa, pierde su mirada en la ventana que da a calle 19, baja la cabeza y sus ojos se llenan de lágrimas al traer recuerdos que él solo conoce y vivió.
Luego sigue el relato. “El día 27 de marzo nos piden que nos alistemos y que llevemos todo lo que teníamos. Pensábamos que nos iban a subir a los camiones íbamos a dar unas vueltas y nos iban a traer de nuevo a la base”.
Pero no fue así, alrededor de 400 soldados, incluidos suboficiales y oficiales se embarcarían con destino a las islas. “En realidad tuve la certeza recién cuando el comandante Büsser realiza la arenga y nos dicen que estamos convocados a recuperar las Islas Malvinas. Ese fue un momento es donde explota el buque con un ¡Viva La Patria!, que no lo olvidaré nunca más”. Allí les distribuyeron las municiones.
Pedro gesticula, mueve sus manos, hace pausas en su relato intentando no olvidar detalles. “Pero es imposible contar lo que sucedió cada día”, remarca una y otra vez y cuenta que la orden recibida por el comandante era ser duro con el enemigo, pero amable con los habitantes y evitar bajas propias y ajenas dentro de las posibilidades.
El desembarco debía realizarse el día 1 de Abril, pero una feroz tormenta en pleno alta mar lo impide. Finalmente llega el 2 de Abril. Nadie durmió en las horas previas en el buque “Cabo San Antonio”. A las 6 de la mañana tocamos tierra.
“Los buzos tácticos habían desembarcado horas antes. Cuando nosotros bajamos, los ingleses nos estaban esperando y hubo fuego cruzado, inclusive tuvimos el apoyo de una corbeta que nos respaldaba”. El control de la isla se tuvo alrededor de las 11 de la mañana.
El batallón del cual formaba parte tuvo 15 días en Puerto Argentino y de allí fueron destinados a la península Camber, ubicada frente a Puerto Argentino, “porque existía la posibilidad de que en ese lugar desembarcaran los comandos ingleses”. El día 13 de Junio, vuelve a entrar nuevamente en combate. Un día antes de la rendición.
Sentado en una de las salas de la casa de los Veteranos de Guerra, reflexiona señalando que “pienso que todo se hizo pensando que los ingleses no iban a venir, pero vinieron y lo hicieron con todo y además contaron con apoyo de EEUU y Chile”.
“Los ingleses buscaban traductores, soldados que hablaran inglés, para que les dijeran dónde estaban sembradas las minas”
Después de entrar en batalla la noche anterior, llegó la hora de la rendición. “Allí se vio que ellos eran profesionales de la guerra. Cuando llegamos a Puerto Argentino ya habían tomado el lugar, nos hacen dejar las armas, las municiones y el casco. De allí nos llevan hasta la pista del aeropuerto”.
Cuenta que los ingleses buscaban traductores, soldados que hablaran inglés, para que les dijeran dónde estaban sembradas las minas. “De hecho hoy en día están plantadas en el lugar”, afirma.
Finalmente el día 20 de Junio trasladan en helicópteros hasta el buque Bahía Paraíso a los más de 600 soldados argentinos que todavía estaban en la isla prisioneros.
Malvinas quedó grabado en el corazón de Pedro y de todos los participaron de la gesta. “Por esos caprichos de la historia, nos tocó estar en ese lugar. No fue un paso más. Dimos lo mejor por la Patria y lo volveríamos a hacer”.
