En La Pampa, como en todo el país, los ingenieros agrónomos pueden circular libremente con el carnet del Colegio de Ingenieros Agrónomos, lo cual les permite ir al campo a monitorear lotes o seguir de cerca las labores de cosecha.
Aunque una vez en el campo empiezan las complicaciones, porque hoy las cosas se tienen que hacer con mayores precauciones, y porque la situación restringe, por ejemplo, la salida de los granos.
“Lo más complicado es el tema del transporte, los camiones ya no quieren hacer más traslados porque como está todo cerrado se les llega a romper el camión y no pueden arreglarlo, no encuentran los repuestos, no hay nada abierto, entonces nosotros ya empezamos a embolsar”, explicó en diálogo con Clarín Rural, Aldo Riesco, quien asesora más de 5.000 hectáreas sembradas con girasol en diversos puntos de La Pampa. Y agrega: “En el campo se sigue trabajando, no hay otra, es biología. Hay que continuar”.
Asimismo, el asesor comentó que “ahora, en la cabina de las máquinas va siempre una sola persona. Ya no puede subirse él para medir personalmente la humedad de los granos y compartir unos mates con el maquinista. Parecen nimiedades pero son detalles que hacen a la naturaleza del trabajo”.
Finalmente, Riesco apuntó a terminar esta misma semana con la cosecha y afirma que los rindes son más bajos que los del año pasado. “Este año por la seca se trabajó mal, se tuvo que sembrar más tarde, además hubo problemas con cortadora”, dice. En girasol confitero los rindes rondaron entre los 1200 y los 2000 kilos por hectárea, mientras que los aceiteros estuvieron entre los 1800 y 2500 kilos por hectárea.
Fuente: Lucas Villamil (Clarín Rural).