Alumnos cordobeses ganaron $17.000 en un concurso y usaron el dinero para construir una silla que le permita pararse a su compañero

Alumnos cordobeses ganaron $17.000 en un concurso y usaron el dinero para construir una silla que le permita pararse a su compañero
26 Octubre, 2019 a las 20:45 hs.

A fines del año pasado y como sucede antes del cierre del ciclo lectivo, los alumnos y profesores de la especialidad mecánica del IPET N°48 Presidente Roca de la ciudad de Córdoba tuvieron un debate en pos de decidir el próximo proyecto a diseñar para competir en las ferias de ciencias de este 2019.

Se presentaron sobre la mesa cuatro o cinco opciones, siempre con la premisa principal de responder una demanda, de trabajar en tecnología asistida destinada a personas con discapacidad. En el medio de la charla surgió el nombre de un compañero, Brian Oliva.

Brian tiene 17 años, cursa el sexto año de la especialidad electrónica y padece mielomeningocele, una rara afección congénita que le impide desplazarse con normalidad. A raíz de ello usa valvas y bastones canadienses para movilizarse. En la escuela, donde debe hacer trayectos largos entre las aulas distanciadas, debe usar silla de ruedas.

La condición, además, limita al estudiante de realizar diferentes tareas, de utilizar distintas máquinas. De hecho, “se volcó hacia la electrónica porque entre las distintas ramas disponibles (electricidad, automotor, carpintería, mecánica) era la más apropiada para él”, cuenta su madre, Estela.

Al grupo de mecánica se le ocurrió, entonces, elaborar una silla bipedestadora que le permita a Brian superar esas limitaciones, con la intención de luego regalársela. La iniciativa tuvo apoyo unánime.

Con la idea definida, “empezamos a investigar y vimos distintos modelos: hay manuales en las que el usuario pierde la movilidad al estar de pie, no les permite desplazarse como una silla de ruedas. Las del estilo que pensamos son carísimas”, recordó a este medio Fernando Porporatto, uno de los tres profesores a cargo de la especialización.

Para concretar el proyecto contaron un presupuesto extra: $17.000 que les otorgaron al ser destacados en la Feria Nacional de Innovación Educativa de 2018. Ese dinero lo invirtieron en materiales.

La puesta en marcha comenzó en marzo, con la participación de casi 30 alumnos de sexto y séptimo año. “Los de séptimo hicieron el diseño en una plataforma informática, un programa para dibujar. A partir de ahí hicimos los primeros bocetos y después los empezamos a plasmar en tamaño real, con caños, ruedas y demás”, recordó el docente. Luego se sumaron tareas de tapicería, pintura y hasta de lengua, para redactar el manual de usuario, como si fuera un producto de venta al público.

El proceso de elaboración duró seis meses. En todo ese tiempo, Brian no se enteró de nada. “No le dijimos porque no le queríamos crear una falsa expectativa, no lo queríamos emocionar”, explicó Porporatto.

Al prototipo lo fueron probando los mismos alumnos mientras le hacían un seguimiento a Brian: pasaban por cerca suyo y lo miraban “para sacarle detalles, contexturas” en pos de aproximarlo a su medida. En el ensayo de a comienzos de septiembre en la feria zonal de ciencias, el dispositivo funcionó de la mejor manera. Eso dio pie para dejar atrás el secretismo.

Hace dos semanas, el docente llamó y le contó de la iniciativa a Brian y a sus padres. “Cuando se enteró se puso muy contento y para nosotros es una grandísima emoción, más viniendo de parte de compañeros que lo conocen poco, prácticamente de vista. Ahora se le han abierto muchas puertas, la misma asignatura lo ha invitado para especializarse más en la materia. Su expectativa es poder salir adelante y manejar máquinas que hasta el momento no había podido”, dijo Estela tras recibir la noticia.

El paso siguiente consistió en acondicionar la silla al cuerpo del alumno. Algunas adaptaciones se implementaron sobre la base de indicaciones médicas, como el uso de una faja en vez de un cinturón o el uso de abrojos y no de broches.

La silla bipedestadora representa otros beneficios para Brian además de la autonomía para movilizarse y trabajar: “Me ayuda en el funcionamiento del sistema urinario, del sistema digestivo, la sangre circula mejor. Y estando parado la vista es otra”. Durante el verano que se avecina la usará con el fin de corregir eventuales imperfecciones una vez que se reanuden las clases en marzo.

Ahora la silla está desarmada. Desde este lunes, una delegación de la escuela viajará a Buenos Aires y la expondrá en la nueva edición de la Feria Nacional de Innovación Educativa que tendrá lugar en Tecnópolis. El proyecto fue denominado “Nos ponemos de pie” y puede continuar a futuro: la intención es producir varios ejemplares destinados a personas que los necesiten y no posean los recursos económicos; para ello necesitarían de la colaboración ajena.

Antes del viaje a Buenos Aires, hubo tiempo para una jornada especial. El martes pasado organizaron un acto en el que hicieron entrega de la silla a Brian. Estuvieron presentes sus padres, los profesores y todos los alumnos que aportaron su granito de arena.

Fernando Porporatto es docente desde hace 32 años. Ese día, revela, la emoción lo superó. “Los chicos me preguntaban ‘profe qué le pasa que está flojito’, y yo les dije que uno, con 56 años y tres hijos, aprecia todo desde otro punto de vista: cuando lo vi a Brian y vi la cara de toda la gente que lo miraba cuando empezó a manejar el torno, se me hizo un nudo en la garganta. Fue el mejor día de toda mi carrera como docente”.

Fuente: Infobae.

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