Cine: La odisea de los giles y la búsqueda de la dignidad perdida

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26 Agosto, 2019 a las 22:45 hs.

Para quienes vivimos esos tiempos de crisis económica, social e institucional profunda y dolorosa, no es necesario mayor presentación sobre el momento en que viven, y sufren, y renacen sus personajes. Parece tan lejano ese tiempo, pero que parece actualizarse constantemente por estos días.

Por Norberto G. Asquini



La odisea de los giles es un comedia dramática que transcurre en plena crisis de 2001-2002, pero que interpela nuestro presente.

El espectador se deleitará con esta historia que despierta risas y sonrisas, que emociona, en la que se identifica con sus personajes o los relaciona seguro con alguien de sus recuerdos. Y no podrá dejar de pensar en cierta asociación, porque lejos tampoco estamos, con nuestra realidad.

Para quienes vivimos esos tiempos de crisis económica, social e institucional profunda y dolorosa, no es necesario mayor presentación sobre el momento en que viven, y sufren, y renacen sus personajes. Parece tan lejano ese tiempo, pero que parece actualizarse constantemente por estos días.

El guión está basado en un relato del escritor Eduardo Sacheri y llevado al cine de la mejor manera por Sebastián Borensztein. La película pinta una mínima historia, pero la pinta desde lo Sacheri, desde una épica de lo cotidiano, desde una heroicidad no buscada pero asumida por “los menos”, desde la persona que frente a la injusticia se lanza a su deber ser. Con lo que tiene y puede.

Para mejor asistimos a la actuación de un grupo de actores de primera línea: Ricardo Darín, Luis Brandoni, Verónica Lliñas, Daniel Araoz, Carlos Belloso, Rita Cortese, el Chino Darín.

Nadie desentona en ese grupo de vecinas y vecinos que lo pierde todo frente a quienes se enriquecieron con la crisis, y de la peor manera. Robando la plata que habían juntado para formar una cooperativa. Dejando sueños y vidas rotas. Así, el grupo arma un plan para vengarse. Que no es venganza ni revancha. Es buscar justicia entre tanto atropello.

Y allí están el anarquista y el peronista empujando. Fino intérprete Sacheri del héroe cotidiano, encuentra en el representante de la justicia social en clave popular o en el del ideario libertario a quienes se pondrían al frente de esas patriadas para enfrentar a los poderosos. De recobrar la dignidad perdida, aunque sea volando todo. Y también de los dilemas y las decisiones que asumen las personas comunes, agobiadas por la realidad que las golpea, pero que un día dicen basta.

No llegan solas estas historias en estos tiempos. Ni son inocentes. Vienen cargadas de actualidad, aunque apenas sean referenciales. Es un cine que divierte, pero que en el fondo interpela nuestro presente.

Así como El secreto de sus ojos en 2009, detrás de su historia de amor y del policial nos hablaba de un Estado represivo de los setenta y de la impunidad, en plena explosión de la memoria y los derechos humanos. Así como Las viudas de los jueves en la misma época hablaba de la cruda ética neoliberal del menemismo cuando se había salido del infierno posconvertibilidad.

Cuando fui a ver la película, Augusto, adolescente de 15 años, ajeno a esa debacle de 2001-2002, miró la primera parte de La odisea de los giles y exclamó “Uh, como ahora”. Después se deleitaría con las vicisitudes que emprenderán sus personajes en el camino de recuperar la dignidad perdida. Juntos, que es la única manera de lograrlo.