Bebe Abandonado: Primero lo atendió en terapia intensiva y luego lo adoptó

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2 Agosto, 2019 a las 15:46 hs.

Andrea Ferrari Zapatero, de 37 años, es radióloga. En 2015, conoció a Juanchi, un nene prematuro que había sufrido parálisis cerebral.



La elección de Andrea Ferrari Zapatero, una radióloga de 37 años, de tatuarse una frase de Julio Cortázar no fue casual: “Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. Esa fragmento de Rayuela, que lleva en su brazo, resume su largo camino para adoptar a Juanchi, un bebé que atendió en la terapia intensiva de Neonatología del Hospital Santojanni.

Ese primer encuentro, en abril de 2015, fue desolador. Juanchi había nacido con parálisis cerebral en la semana 29 de gestación. Su mamá biológica lo había abandonado tras el parto. Estaba solo luchando por su vida, pesando apenas un kilo.

“A los 15 días que nació, me tocó hacerle una placa de tórax porque estaba intubado. Como no se quedaba quieto, le tuve que poner las manos en el pañal. Ahí las enfermeras me contaron su historia y pedí tenerlo a upa. Apenas lo agarré, se me quedó dormido”, recordó Andrea en una entrevista a TN.com.ar.

Ese gesto de confianza del bebé la “compró”. Durante los tres meses que estuvo en terapia intensiva, la radióloga lo fue a visitar todos los días. “Quería que supiera que había alguien con él”, recalcó. Finalmente, después de medio año, los médicos le dieron el alta. Como su caso estaba judicializado, lo trasladaron a un hogar en Avellaneda. Andrea no se iba a rendir tan fácil: insistió hasta que le dieron esa información e inició los trámites legales para poder ir a verlo.

“Me anoté como referente Afectivo, que sería como una madrina. Tuve que presentar el registro de antecedentes penales, vinieron a mi casa y presenté mucho papelerío. Una vez que me aceptaron, empecé a visitarlo hasta tres veces por semana. Además lo llevaba a mi casa, en Villa Luro, los fines de semana”, detalló a este medio.

Al poco tiempo, una pareja que estaba inscripta en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga) se interesó en Juanchi. Junto con Andrea, los cuatro fueron a una consulta con un neurólogo que les dio un diagnóstico fulminante. “Nos dijo que no iba a ver ni oír y que iba a tener problemas motrices degenerativos. A su vez le diagnosticaron una posible parálisis cerebral”, aclaró la radióloga. Los posibles adoptantes desistieron.

Andrea no tenía en mente convertirse en madre, pero algo en ella cambió. “Cuando la pareja no quiso adoptarlo, me hizo el click de que él iba a quedarse en el hogar. Me di cuenta de que no importaba cómo estuviese conformada una familia, lo que importaba era el amor”, argumentó.

Sin perder el tiempo, Andrea se asesoró para presentar su caso a la Justicia. A fines de 2016, le otorgaron la guarda pero sin fines de adopción. Era un primer paso, pero seguía corriendo el riesgo de que otra familia se quedara con su tutela definitiva. En medio de esa incertidumbre legal, en el fondo, ella estaba tranquila. “Todo el universo conspiró para que estemos juntos”, expresó a TN.com.ar.

Al año siguiente, en octubre de 2017, recibió la noticia que tanto estaba esperando: el juzgado le había concedido la adopción plena. Como si fuera poco, la tutora legal del caso había pedido, de manera inmediata, que Juanchi llevara su apellido. Oficialmente, ya era su hijo.