Unas elecciones discretas en medio del caos nacional

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12 Mayo, 2019 a las 12:29 hs.

por Oscar Guisoni



Faltan apenas unos días para las elecciones pampeanas y lo primero que llama la atención es la ausencia de clima electoral en las calles. La discreción llega a tal extremo que ni siquiera se han publicado las clásicas encuestas en los medios locales. Los candidatos, salvo raros chispazos, no se saltan al cuello en la prensa, no hay grandes actos ni voluminosos despliegues publicitarios y hasta en las redes sociales la inversión en publicidad no parece ser similar a la de otros comicios.

A simple vista, el bajo perfil tiene varios motivos. El caos en el que ha caído la economía nacional ha hecho que mucha gente vuelque su bronca hacia “los políticos” sin discriminar colores o ideologías, atizados por los grandes medios de comunicación que jugaron sus cartas en 2.015 al gobierno de la fiesta, los globos y los milagros que jamás ocurrieron y que ahora que el barco se transformó en Titanic sólo encuentran como salvavidas el remanido “todos los políticos son iguales”.

Además, los grandes gastos publicitarios en un contexto en el que cuesta llenar el carrito en el supermercado, tampoco quedan bien, ni mucho menos garantiza votos, como bien lo supo sentir en su cuero el “Colo” Mac Alister, que desparramó toneladas de dinero en las redes para terminar sacando menos votos de los que se necesitan para tener un diputado provincial.

El otro factor que impulsa a la discreción son los intereses concretos de los dos actores fuertes en la escena. En el peronismo están firmemente convencidos de que no hace falta levantar grandes olas ya que el contexto nacional y lo que viene sucediendo en los otros comicios que se han realizado en provincias hermanas indican que los oficialismos son claramente favoritos a nivel local, ya que cuando el barco grande se tambalea a nadie le gusta cambiar el timón de la pequeña barca salvavidas. Esa lógica implícita pesa hoy más que nunca en La Pampa. ¿Para qué arriesgarse a cambiar en un mar revuelto y con la oposición provincial que está pegada, mal que le pese, al capitán del barco fallido?

En Cambiemos se nota demasiado el esfuerzo por esconder la marca. Abandonando el amarillo por el rojo radical han tratado de desmarcarse del gobierno nacional desde el momento mismo en que se produjeron las elecciones internas, pero no parece haber grandes entusiasmos entre sus propias filas y muchos son los que se preguntan: “Si no ganamos en otros contextos ¿por qué abría de suceder ahora con las tormentas de frente”? Las encuestas, que nadie quiere publicar pero que las hay, las hay, los ponen a larga distancia de alcanzar la gobernación.

En General Pico el terreno se muestra un poco más pantanoso. Después de la victoria de Cambiemos en las elecciones de medio término de 2017 se encendieron todas las luces de alarma. La composición social de la ciudad da caldo de cultivo a Cambiemos, aunque la derrota de Mac Allister haya dejado a Martín Maquieyra huérfano de una victoria política que le hubiera dado otro impulso.

Tanto propios como opositores reconocen a su vez que Fernanda Alonso era la mejor candidata que podía ofrecer el peronismo a la ciudad. Su campaña hasta el momento no se ha salido del libreto del oficialismo prolijo. Con fuerte impronta territorial, al FREJUPA le funciona más el barrio que los grandes anuncios publicitarios y su larga experiencia en la gestión municipal refuerza sus chances de repetir gobierno.

Las terceras fuerzas en liza, a falta de sondeos oficiales, son una verdadera incógnita. ¿Cuánto voto podrá obtener Tierno?, ¿Cuánto del descontento de los “pañuelos celestes” podrá capitalizar el pastor Robledo con su candidatura evangélica? ¿Qué porción de la torta del FREPAM se llevarán los socialistas? Las urnas están prontas a hablar. Y nada indica que vaya a haber grandes sorpresas.

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