Si hay algo que caracterizó como un hilo común en La Pampa al año político 2018 fue un escenario en el que todo pronóstico pareció fallar y los vaivenes, sorpresivos y no tanto, fueron la norma.
Por Norberto Asquini
La sorpresa y el péndulo
La situación del país fue condicionando las estrategias de cada sector en la provincia. Luego de la ola macrista de 2017 y la buena performance de Cambiemos en las legislativas de La Pampa, se sacudió la política provincial. En febrero, el presidente Macri parecía encaminarse a la reelección sin problemas y todo era festejo en la oposición local. Sin embargo, en los meses siguientes la economía comenzó a deteriorarse con una serie de medidas desacertadas y se llegó a una crisis que pocos habían anticipado. La megadevaluación, los fuertes recortes en el gasto público y el acuerdo con el FMI provocaron una caída en la imagen de Macri y la formación de un escenario electoral más competitivo, con el resurgimiento de Cristina Fernández a pesar de la causa de los cuadernos.
En La Pampa se fueron dando varios sorpresas. Desde la elección ganada por la oposición en la UNLPam después de 16 años de hegemonía oficialista, hasta los entretelones de la expulsión del ministro de Seguridad Juan Carlos Tierno, detrás de la que se tejió toda una novela. El funcionario se había mantenido aferrado a su silla, presionando al gobernador y provocando a sectores del PJ, hasta que las desinteligencias con el jefe de Policía le dijeron basta.
Parte de ese escenario cambiante en lo político fue el movimiento de péndulo que se observó en varios temas. El debate por la legalización del aborto sacudió a la sociedad. Las discusiones se dieron en todos los ámbitos y partió a todos los espacios políticos en un 50 y 50 de adhesiones y rechazos. En junio, la militancia por la legalización llevó a que por un escaso margen en Diputados (129 a 125) se produjera una histórica aprobación. El PJ La Pampa torció la votación con una decisión que recorrió los medios de todo el país e hizo que el diputado Sergio Ziliotto, sin saberlo, fuera sacando chapa para empezar a pensar un fututo más allá de su banca. Esa votación provocó una más encendida militancia de los sectores religiosos que se oponían a la ley y que reaccionaron en contra. Y el Senado le dijo no. Por ahora.
Los cambios y el anuncio
El 2018 fue un año de especulación política, en la que los actores fueron pensando cómo acomodarse frente a la situación económica nacional. El PJ comenzó a cambiar el escenario con dos definiciones novedosas en su ingeniería electoral: conformar un frente electoral con fuerzas anti-Macri y, sobre todo, con el desdoblamiento de las elecciones provinciales en 2019, medida que sobre fin de año apretó aún más los tiempos y cercó con el almanaque a los partidos de la oposición. Durante 2018, todos apostaban a una fecha de comicios que finalmente fue mucho más sorpresiva. En esos cambios de escenarios, la postura del gobernador Carlos Verna manteniéndose equidistante dentro del peronismo nacional y posicionándose como el más duro opositor a la política macrista llevó a un acercamiento impensado en otros tiempos con CFK.
El pronóstico que nunca nadie iba a acertar se conoció el 6 de septiembre. La noticia fue una bomba que conmocionó a la provincia. Ese día el gobernador Verna, que ya había decidido ir a la reelección, anunció que tenía cáncer, que debía hacer un tratamiento médico y que no se presentaría para otro mandato. La definición sacudió el tablero, porque en los hechos fue un cambio de ciclo para la política pampeana: la “generación del 83”, la de los líderes fuertes, la de los caudillos del PJ que gobernaron durante 36 años, dejaba la conducción de la provincia.
Se lanzaron entonces análisis de la posible crisis interna y de la luchas sangrientas que acarrearía esta definición. Nuevamente fueron desacertadas. Verna fue actor central en la definición del candidato para su sucesión, que decantó en Ziliotto, y de un armado que cerró con todos los sectores del peronismo en una lista, con algunos sacudones, pero sin confrontaciones. Un cambio casi impensado que se esperaba recién para 2023 se dio sin mayores dramas.
La oposición y sus dilemas
La oposición no estuvo exenta de estos vaivenes. Durante el año se especuló que el precandidato macrista, Carlos Mac Allister, no llegaba a presentarse como candidato. Finalmente renunció a la secretaría de Deporte y encabezó la lista del PRO cerrando a lo “Colo”, con listas que responden a su figura, promoviendo nombres leales y dejando algunos heridos.
La sacudida más importante, las novedades más complejas, las tuvo su socio político. Los radicales terminaron padeciendo el año 2018. Se partió el Frepam cuando el socialismo anunció que no iba a sumarse al frente macrista. Conformaron un frente que se llamó Cambiemos a pesar de que les hacía ruido el nombre. Sus desinteligencias internas, alimentadas por la presencia del PRO, llevaron a realizar una encuesta para definir su candidato. Los dos principales postulantes, Juan Carlos Marino y Francisco Torroba, se bajaron sorpresivamente y el precandidato que “aguantó los trapos” fue Daniel Kroneberger, en un cierre de lista muy desprolijo. Finalmente, la acusación al senador Marino por abuso sexual por parte de una asesora, en momentos del #MiraComoNosPonemos, terminó de ponerle el moño a un año que ya se prefiguraba enredado, y que va a dejar marcas en la UCR.
El 2019 está a la vuelta de la esquina. En pocas semanas habrá algunas internas y el 19 de mayo se define todo en las urnas. Un escenario impensado hace solo unos meses.