Medios nacionales hacen referencia de la muerte de Puccio en General Pico hace 5 años

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4 Mayo, 2018 a las 12:30 hs.

El líder del siniestro clan murió en General Pico el 4 de mayo de 2013.



Los sepultureros y los empleados de mantenimiento lo llaman el “barrio de los olvidados o los indigentes”. Las tumbas de ese sector del cementerio de General Pico no tienen flores, apenas se distinguen con las chapitas que llevan el nombre del difunto. Una de ellas dice: “Arquímedes Rafael Puccio, 14-9-1929/4-5-2013. QEPD”.

El siniestro líder del clan que secuestraba y mataba empresarios en el sótano de su casa de San Isidro murió en esa ciudad pampeana a los 82 años. En estos cinco años ningún familiar fue a llevarle flores: sólo los curiosos llegan hasta esa sepultura. Es probable que este mes el famoso asesino sea cremado. El plazo para permanecer en ese sector está vencido.

Hace cinco años nadie quería ocuparse del entierro. Su cuerpo ocupó un cajón barato en el osario donde van a parar los cadáveres que nadie reclama. Comparte espacio con un hombre que murió hace treinta años: los une la misma cruz de piedra carcomida. La lápida del asesino es obsoleta y la letra desprolija tallada con un punzón delata que fue hecha de apuro, como para sacársela de encima. Al menos al otro muerto le dejaron una vez flores de plástico, que se perdieron una tarde de viento y la lluvia.

El cadáver de Puccio estuvo abandonado a su suerte durante una semana. La policía llamó a una sobrina para que se ocupara del velatorio y del entierro, pero la mujer sólo se mostró interesada en quedarse con las pocas pertenencias de Puccio: unos 50 libros, revistas viejas, manuscritos, un teléfono celular, y un poco de ropa. Al precario entierro de Puccio no fue nadie. En rigor, habría que contar a cuatro asistentes: dos policías que custodiaban el cuerpo y dos sepultureros.

Un día antes de morir, le pidió al pastor que lo cuidaba que tomara nota.

–Me gustaría que mi epitafio tuviera esta frase de un emperador romano. Anote bien, pastorcito, por favor. “Dispuse de todo y lo tuve todo. Pero no me sirvió de nada”.

En sus últimos días, Puccio sentía la muerte adentro suyo. Algo que lo devoraba. Había encontrado un rival más insaciable e impiadoso que él, capaz de doblegarlo. No podía caminar. Lloraba y la tristeza se le había instalado en esa mirada que antes era sólo rabia y frialdad.

Perdió todo: hasta la voz de mando. Hablaba como un moribundo. El hombre que antes ordenaba matar, ahora apenas podía hacerse oír.

La banda de los Puccio cayó el 23 de agosto de 1985, en San Isidro. Arquímedes fue detenido con sus cómplices, entre ellos sus hijos Daniel “Maguila” y Alejandro, talentoso wing tres cuartos del CASI, un tradicional equipo de rugby de San Isidro, y ex jugador de Los Pumas. Entre 1982 y 1985, los Puccio habían secuestrado y matado a los empresarios Ricardo Manoukian, Eduardo Aulet y Emilio Naum.

 

 

Fuente: Infobae