Por Norberto G. Asquini
Las legislativas de este domingo en La Pampa mostraron en toda su dimensión la “grieta pampeana”: un exiguo resultado, cabeza a cabeza, voto a voto, en una elección polarizada en la que el PJ ganó y mantuvo el “mito de su imbatibilidad”, mientras Cambiemos acarició la gloria en un comicio en el que casi hizo historia, y también a su manera, la hizo.
Nunca hubo una votación tan pareja en La Pampa, en la que cada voto contó. Fue el equilibrio de los decimales, con una diferencia de menos del 0,5%: la mitad respaldó al gobernador Carlos Verna, la mitad al presidente Macri, o a sus representantes. En el departamento Capital apenas hubo 200 votos de diferencia y en el de Maracó 100. Fueron votos estratégicos y útiles: no quedaron indiferentes a las “dos Pampas”. Casi un empate técnico en el que el electorado se dividió en dos partes simétricas, dos proyectos políticos y de poder que quedaron legitimados. Esa paridad casi no dejó neutrales: bajaron drásticamente los votos blancos y nulos, aumentó el nivel de participación con respecto a las PASO y las otras cuatro listas quedaron reducidas al rincón de las fuerzas testimoniales.
El estratega que no falla
Al PJ no le fue para nada fácil ganar y la mínima diferencia conseguida con un esfuerzo de movilización tremendo, así lo demostró. Si bien en los últimos días de campaña sus dirigentes habían tenido un poco de respiro. El justicialismo había comenzado muy abajo después del resultado de las primarias detrás de Cambiemos y tuvo que poner “todo” para descontar. Hasta el mismo Verna, como ocurrió con otros mandatarios provinciales, tuvo que ponerse la campaña al hombro. El heterogéneo conglomerado justicialista solo pudo unirse detrás del mandatario, y el complejo aparato peronista hizo el resto. De hecho, su figura fue la que revirtió el desastre de las PASO. Y frenó al mismo Macri y su “ola amarilla”. Verna ha sido un estratega de la política, y reafirmó que todavía no le ha llegado la hora al PJ pampeano. La vigencia del justicialismo, a pesar del susto, quedó a salvo.
La Pampa fue una de las contadas provincias en las que el peronismo ganó a pesar de la performance de Cambiemos que arrasó en otros distritos con la marca del presidente. Una de las pocas que revirtió el resultado de las PASO y remontó casi 20 mil votos. Frente a la maquinaria cambiemita que quería repetir su performance, y que estuvo muy cerca -apenas perdió 2.700 votos- estuvo el Estado peronista que se jugaba sostener 34 años ininterrumpido de ejercicio del poder. Observemos esto en perspectiva: Cambiemos ganó en Buenos Aires, en CABA, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, entre otras. Apenas San Luis también dio vuelta el resultado de las primarias como La Pampa.
Estas generales mostraron que el camino hacia el 2019 no va a ser fácil para el PJ mientras se sostenga esta realidad. Y en parte marcará la relación que sostendrán Verna y Macri. Ahora el gobernador se ha visto fortalecido en su postura frente a la Casa Rosada con la confianza del votante pampeano. Pero también la mitad de los votantes son opositores. A nivel nacional, Verna también logró destacarse como uno de los pocos mandatarios provinciales que ganaron su distrito. No será un dato menor.
La consolidación de Cambiemos
Para Cambiemos fue un golpe a la ilusión. Pero no tanto. Fue una dulce derrota. El secretario de Deporte, Javier “Colo” Mac Allister pudo hacer nuevamente historia y no le alcanzó, pero a su modo también la hizo, dijimos más arriba y ahora completamos. Es la primera vez que una coalición opositora saca más de 95 mil votos en una general en la provincia, y que se pone tan cerca de un triunfo frente al PJ -salvo en las legislativas de 1985-. Con los votos a favor de Macri, Mac Allister quedó como la referencia de ese espacio hacia 2019. Sin Cambiemos, sin sus dirigentes vinculados a la Casa Rosada, la oposición se desinfla. Esta vez, a pesar de los análisis previos -como los de los medios tradicionales que nuevamente erraron sus cálculos- la coalición que llevó a Martín Maquieyra como candidato pudo retener los votos conseguidos en las PASO.
La exigua diferencia -a pesar de la fortaleza del PJ en dar vuelta un resultado tan adverso- todavía le da argumentos a Mac Allister de que hay para él un “cambio de ciclo” en el país y en La Pampa. Y esta vez además pudo sortear el internismo crónico del radicalismo, cuyos dirigentes estuvieron esta vez un poco más despabilados. O por lo menos los votantes que siempre habían seguido a ese partido se dieron cuenta de que están frente a una opción real de poder representada en el macrismo y que los hace soñar sobre las posibilidades de alternancia de cara a 2019. Mac Allister y Maquieyra igualmente no pudieron “salvarle la ropa” a la UCR: perdió la interna, por primera vez desde 1983 no tuvo un candidato propio que encabece una lista y, el domingo se confirmó, se quedó esta vez sin “meter” ningún legislador nacional. Errores estratégicos de una dirigencia que parece ir en otro sentido al que van sus votantes.
El choque de dos mundos
Algo quedó claro hacia adelante. El PJ necesita a todas las vertientes del peronismo detrás de su boleta y ampliar ese frente, mientras continúe el apoyo a Macri o a la coalición Cambiemos y sus representantes en La Pampa. Y que Cambiemos ya es una realidad en la provincia, a pesar de las voluntades que pueda tener en contra más por intereses y desconfianzas personales que por cuestiones ideológicas.
La polarización en la provincia, la “grieta pampeana”, está planteada de cara a 2019. Quedan dos largos años que serán peleados paso a paso por ambos bandos. Son dos Pampas que esperarán ansiosas ese momento para volver a medirse.