Por Norberto G. Asquini
Un analista porteño preguntó la semana pasada al autor de esta columna sobre cómo estaba estructurado el escenario electoral en La Pampa. “Es la competencia entre dos marcas”, fue la respuesta espontánea. El PJ pampeano y el Cambiemos nacional son las dos marcas que se están enfrentando para definir el 22 de octubre el camino hacia 2019.
En tiempos de crisis de los partidos, sellos formales ya de la política nacional, el PJ pampeano y Cambiemos son mucho más que siglas. Son, dijimos la semana pasada, proyectos políticos y de poder. Marcas registradas.
¿Qué representan ambas en La Pampa? Lo provincial y lo nacional, la continuidad y la novedad, la matriz histórica y el cambio de paradigma, lo dominante y lo emergente, el peronismo y la oposición. Hegemonía y renovación, dos términos que no son ni buenos ni malos per se. “¿Y el resto?”, me preguntan unos y se quejan otros. Ambas fuerzas centrales concentraron en las PASO casi el 90% de los votantes, y esa polarización se puede mantener o profundizar el domingo 22 empujada por el voto estratégico. Los frentes y partidos del 10% restante quedaron cercados en el rincón testimonial, si bien pueden ver crecer sus respaldos (el Frente Progresista desde el radicalismo, el humanismo desde el sector K).
El eje Provincia-Nación, más fuerte
Dos clivajes se superponen en esta elección. El tradicional de peronismo y no peronismo, los dos campos estructurantes de la política pampeana -escenario que se fue acentuado por la preponderancia del PJ y la falta de alternancia-; y otro con el que convive, pero que ahora es más dominante: el de Provincia-Nación. Este último clivaje se ha profundizado en La Pampa desde que Carlos Verna es gobernador y Mauricio Macri presidente. Un tiempo político muy diferente a otros donde había afinidades entre las administraciones de La Pampa y Nación (Marín-Menem o Jorge-CFK). El politólogo pampeano Gabriel Díaz Zolorzalo indica al autor que “siempre hubo provincialismo en La Pampa, pero no era tan fuerte como para instalar temas y dividir a las fuerzas políticas en torno al eje Nación-Provincia”. Ahora se ha transformado el escenario, y la posición en que quedó Cambiemos-PRO-macrismo en estas elecciones de 2017 es una muestra. La marca PJ tiene así su fortaleza en lo provincial, la marca Cambiemos en ser la referencia nacional.
Mutaciones de la política pampeana
¿Está mutando la política en La Pampa luego del sorpresivo resultado de las primarias pasadas? Sí, pero no fue tan repentino este proceso si se lo sigue desde hace unos años. No fue una caja musical donde el payaso saltó para sorprender a todos una tarde de domingo, casi como una escena de “It”.
Cambiemos-PRO cambió, valga la redundancia, el eje de la política pampeana. No por méritos locales solamente, sino por empuje de una tendencia nacional. Cambiemos se ha convertido en una fuerza nacional y consolidada por tener los resortes del Estado. Al menos por ahora. El escenario pampeano tradicional de PJ versus UCR -o una alianza encabezada por el radicalismo-, y una tercera fuerza competitiva que aparecía y desaparecía, se trastocó. En la política nacional surgió una fuerza distinta a las tradicionales que no solo traspuso los límites de la Capital Federal sino que gobierna la Casa Rosada, la PBA y la CABA, y los analistas hablan de que el 22 de octubre podría llegar al 40% de los votos. Un actor político nuevo, con perfil propio más allá de ser una coalición y que puede consolidarse a nivel nacional.
Cambiemos, encabezado por el PRO, es una tercera fuerza que emerge por sobre las estructuras tradicionales y puede -aunque no se sabe el caudal- sumar desde ambos campos, desde el peronista y por supuesto desde el no peronista. Una tercera fuerza provincial que ahora es segunda, no a fuerza de estructura, sino de votos. Moderó así el clivaje peronismo-no peronismo y acentuó el de Provincia-Nación.
Cambiemos se levanta sobre las ruinas de la UCR. La tradicional frase “en los pueblos hay solo peronistas y radicales”, ahora está en duda. Hay PJ y Cambiemos. Esto no significa que el PRO absorberá o sustituirá al radicalismo, solo que lo alineará o lo incorporará detrás de su proyecto. Vamos a los ejemplos. Los legisladores nacionales de la UCR han cambiado el eje de su discurso tras las PASO. Daniel Kroneberger antes crítico al macrismo y celoso de su avance, ahora se presenta junto a Martín Maquieyra y es el representante cambiemita. De ambiguo proceder, el senador Juan Carlos Marino ahora pide conformar una mesa Cambiemos.
Cambiemos le da otro aliciente al votante no peronista, convirtiéndose en una posible opción de poder, con el impulso del gobierno nacional y dejando atrás los fracasos de las antiguas alianzas encabezadas por el radicalismo.
Cambia todo, hasta el peronismo
Pero la mutación no se ha dado solo en el campo de la oposición al PJ, sino también en el peronismo mismo, aunque no sea tan explícita. Hay tendencias y procesos que se sostienen, pero los escenarios políticos van transformándose aceleradamente de una elección a la otra.
En esta coyuntura el PJ pampeano tiene una debilidad: a la distancia sufre la crisis del peronismo nacional que no tiene un proyecto para 2019. Y tiene su fortaleza: su aptitud histórica para interpretar las demandas y humores de la sociedad y su labilidad para adaptarse a cada época.
Es prematuro, y bastante, pensar que está en juego el mito de la invencibilidad del peronismo provincial. Y aquí su mutación: el PJ pampeano es también una marca porque pudo ser más que PJ solo. Hace dos años parecía fracturado en una interna feroz, hace un año todavía parecía fragmentado. Verna pudo conformar una coalición a la que se agregaron massistas y kirchneristas, y que tiene enfrente un enemigo declarado. Frente al divisionismo que se observa en el peronismo nacional y que lo ha debilitado, conformó una coalición electoral al sumar todas las tendencias, hasta los sectores disidentes. Por supuesto, y como espejo de lo que ocurre en el escenario nacional, tuvo un duro golpe en las PASO, lo que hoy trata de revertir con otras herramientas.