Don Miglio: “Mecánico empecé y mecánico voy a morir”

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5 Agosto, 2017 a las 20:00 hs.

Marbel Juan Miglio es su nombre y nació en Ojeda. Hace  más de cuarenta años que llega a General Pico.



Su madre se llamaba  Inés Gallo y su  padre Andrés Miglio. Marbel, único hijo, hizo la primaria en la escuela de Falucho.

Cuando tenía 12 años, después de la escuela su madre lo llevaba al taller del pueblo para hacer tareas de limpieza. Fue aprendiendo de a poco y ascendiendo en las tareas. Muy joven instala su primer taller en la localidad de Falucho. Más tarde cuando la Renault termina su edificio de la calle 17, se viene a General Pico para trabajar en el taller y pasa 27 años de su vida entre motores.

Cuando llego a General Pico ya estaba casado con Delia, su amiga, compañera y esposa de toda la vida con quien tuvo dos hijos,  Carlos y José quienes le dan cinco nietos.

Marbel recuerda el esfuerzo de ambos para construir la casa y el taller, ya que Delia con sus trabajos de costura aportaba lo suyo. Hasta terminar la casa alquilaban en la calle 28. Todavía no se hace a la idea de que Delia ya no está físicamente. Pasaron juntos 58 años de casados.  Los tiempos ahora son otros, hace lo que puede y lo que quiere pues se ha sumado el hijo de Carlitos, (Lalo) y su taller ahora es una tradición de tres generaciones.

Las manos engrasadas y curtidas por el roce con las piezas son la carta de presentación de los Miglio.  El aroma adentro de un taller infunde una adrenalina distinta y además son lugares de encuentros, de mates. Personas con un amor en común por los fierros.

Don Miglio viaja en el tiempo y recuerda a sus hijos estudiando, la decisión de dejar  de trabajar en Manera Pérez  y sumar a sus hijos. Saca cuentas y señala que ya han pasado casi  40 años. Se pone serio y dice: “Tengo más de 60 años de mecánica”.

“Al principio que estuve en Manera estuve 20 días en fábrica para especializarme y después  hacia cursos muy seguido. Cuando vine acá no había nada, había que salir de abajo”, señaló en su diálogo con este medio.

Su otra gran pasión es la restauración de autos y nos muestra su Torino que se lo vendió un chico de Trenel que era muy amigo de Pepe, (como llama a su hijo mayor). Le llevó cuatro años y medio reconstruirlo todo. Lo tiene guardado pero cuando hay encuentros lo saca para ir a otros pueblos a exposiciones o fiestas.

“En un principio era hincha de Cheverolet, pero ahora soy de Torino”, señala entre risas. “Nunca creí en la oposición de Cheverolet y Ford. Ahora estoy haciendo una copia de otro coche, vamos a ver qué sale porque ahora uno dispone de tiempo, lo hace  para no andar pensando cosas raras, ya nadie me manda así que soy libre de todo, (risas), igual con los nietos me queda tiempo para renegar”, puntualizó.

Con “Don Miglio”,  se da una relación que excede el marco de cliente, muchas veces nace una amistad, porque está el consejo justo para economizar a la hora de comprar un repuesto o hasta compartir unos mates.

En este caso pudo  trasladar su  profesión a sus hijos y sus hijos a la tercera generación.  Lalo, su nieto,  continúa  el mismo sendero de mirar los vehículos desde una fosa. La vida de la familia ha girado al ritmo del taller.

Como broche final, Don Miglio es categórico en señalar que nunca cambió la mecánica por otro trabajo; “Mecánico empecé y mecánico voy a morir”.