UCR-PRO: Las grietas, la ambigüedad y las recetas nacionales

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12 Mayo, 2017 a las 14:40 hs.

Por Norberto Asquini



El frente “de toda la oposición” pampeana que propuso la UCR es un laberinto político tan enmarañado que solo se podrá resolver por urgencias o presiones electorales. Por ahora esa invitación no parece cerrarle a los demás invitados. Las dos fuerzas principales, radicales y el PRO, quieren una alianza por distintas razones, de la que ambas piensan beneficiarse, pero con fórmulas electorales muy diferentes. La UCR, que lanzó la piedra, pretende un frente de carácter “provincial” bajo el nombre Propuesta Frepam. El PRO quiere Cambiemos, que sea coherente con la alianza a nivel país, ya que será una elección nacional, y con el propósito de esa alianza: apoyar al presidente Mauricio Macri. El nombre es y no es lo mismo, implica quien conduce la oposición y quien impone las condiciones para las listas.

La UCR agita la necesidad de un “frente de todos” contra el PJ, para no dejarle margen de maniobra al PRO. El PRO dice que no competirá si no es como Cambiemos. Entre sus aliados el MID sostiene esa idea. Del otro lado no está tan fácil y la grieta para el acuerdo se agiganta: el socialismo, principal aliado del radicalismo, ya dijo que no irá con el PRO con el que no coincide a nivel nacional. Ya tiene lista armada y avanza porque tiene tomada esa definición. El Fregen sostiene, al menos públicamente, algo similar. El GEN fue convocado, pero ya había zapateado contra la UCR cuando se juntó en 2015 con el macrismo. La UCR usó hasta al massismo para hacerle la convocatoria al PRO, cuando sus fuerzas están negociando con el PJ. 

La ambigüedad política 

La UCR empuja a una alianza con el PRO por las necesidades y los intereses de sus dirigentes. Anular competidores, encabezar la lista o lograr una alianza que pueda llegar a mezclar ambas fuerzas en una lista para tener apoyo de Nación son algunas de las razones. La convicción no tiene demasiada fuerza en esta maniobra.

Francisco Torroba debe renovar su banca para continuar como referencia máxima del no peronismo, a pesar de las resistencias de parte de los dirigentes de la UCR que esperan que tenga un traspié, y tenerlo al PRO en un frente le quitaría competitividad. Martín Berhongaray, uno de los más interesados en la alianza, sabe que esta elección es una oportunidad para dar un salto y que es ahora. Juan Carlos Marino, otro impulsor de la alianza que quiere presentarse en 2019 como candidato a gobernador, es cultor ese doble discurso: enfrentar al PRO en la provincia, apoyar a Cambiemos y a Macri a nivel nacional. En la UCR todos juegan a no perder.

Por eso los radicales están atrapados en la contradicción permanente de ser y no ser que agita su debate interno, más allá de que estén de acuerdo con la alianza. Afirman que el frente propuesto en La Pampa es de carácter provincial, pero la elección será nacional y el eje de la campaña será un plebiscito a la gestión Macri. Aseguran que están con Cambiemos a nivel nacional, pero no quieren apoyar al presidente bajo esa denominación en el territorio. Intentan despegarse de un gobierno nacional del que son parte, sin embargo los votantes verán a sus candidatos como representantes de esa gestión. ¿Cómo harán para marcar esa distancia? ¿Cómo explicar en la campaña que “tienen diferencias con Macri”? ¿Por qué un votante que apoya a Macri se volcaría por una lista radical teniendo una lista amarilla enfrente? Ese es un punto a favor del PRO y su lista: serán los representantes de Macri en La Pampa, tendrán todo el apoyo del presidente y sus funcionarios y los recursos de Nación. Y hasta serán los que usarán la polarización con el PJ, y el PJ con ellos. 

Las recetas amarillas

El autor de esta columna consultó a uno de los operadores del Ministerio del Interior cómo ven este frente desde el microcentro porteño. El titular de la cartera, Rogelio Frigerio, es parte de la mesa chica. Pero el armado político del PRO, y Cambiemos, lo ejecutan el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. Peleados, distanciados por sus perfiles y metodologías, los dos dirigentes ahora sellaron sus diferencias de cara a la campaña. De esa mesa salen la estrategia nacional, que en cada distrito está condicionada por la realidad territorial de cada provincia.

La orden que bajó de la mesa chica fue armar Cambiemos en todo el país, la marca electoral de Macri. ¿Se evalúa un plan B? De haber alianza en La Pampa, el PRO quiere competir contra el radicalismo con una lista pura del macrismo. En el radicalismo se pretende una lista de unidad entre ambas fuerzas que sea encabezada por un hombre de la UCR.

El macrismo interpreta que el candidato en las elecciones legislativas será Macri y su gestión, como ocurrió en Provincia de Buenos Aires donde va acompañado por la figura de la gobernadora Vidal, y que los nombres que integren la lista no importarán demasiado como tampoco la cuestión de su conocimiento. Pero una de las recetas que están pensando en las últimas semanas es hacer jugar en los distritos más complicados a figuras del gabinete. El diario La Nación, nuevamente, mencionó días pasados que harían “bajar” a La Pampa a su principal referente, el secretario de Deporte Javier “Colo” Mac Allister. Una decisión que resiste el funcionario, pensando en su cargo y en las posibilidades políticas en 2019. “Lo que definan en la mesa será lo que se ponga en marcha”, indica el interlocutor.

De haber alianza UCR-PRO, ¿se habilitará una interna? La segunda de las recetas que están aplicando en Cambiemos es la “lista de consenso”, como en Provincia de Buenos Aires, por nombrar uno de los distritos. Una negociación para que encabece un candidato de una de las dos fuerzas, el que mejor mida, condicionado a un acuerdo con el otro partido para 2019. ¿Habrá un candidato radical en el primer lugar en La Pampa? ¿Buscará Torroba, a pesar de todo, ser el candidato de la unificación? Esto tiene una contra, es muy difícil un acuerdo atado a 2019. Casi una eternidad en tiempo tan líquidos.

De concretarse una alianza entre UCR-PRO, será un acuerdo muy forzado por las necesidades de ambos. Los dos sectores políticos son el agua y el aceite. Cualquier sociedad entre ambos términos es electoral y termina el 22 de octubre a la tarde, si no antes. ¿O acaso después comenzarán a trabajar juntos en la Legislatura o en los concejos donde ambos tienen representantes?