El hecho ocurrió el viernes Santo en la localidad de Speluzzi.
Los niños, traviesos por naturaleza, no miden el peligro. Además muchas veces las cosas prohibidas son las que más placer suelen causarles.
Carola es la mamá. Su hijo tiene apenas un año y cinco meses. Con lágrimas en los ojos comienza el relato de cómo su hijo volvió nuevamente a nacer.
“Eran más o menos las cinco de la tarde del viernes Santo. Yo estaba lavando, limpiando la casa y había puesto en el horno una torta. Mi marido se había acostado porque junto a mi hijo mayor, Juan Simón (8), habían limpiado todo el patio”.
De repente el silencio cortó la tranquilidad de la casa. A Carola, se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas, cuando comienza a revivir lo sucedido. No era normal el silencio ya que Juan Ignacio se hace escuchar en todo momento. “Sentí algo en mi interior. Corrí hasta el garage,que está en construcción y donde están las máquinas porque siempre anda detrás de mi marido, pero no estaba en ese lugar e inmediatamente lo ubiqué en la pileta, en la “pelopincho”.
“Lo encontré flotando, grité y mi marido se levantó. Juan Ignacio estaba dormido, – para mi inconsciente-, le hice la primera reanimación y como pensé que la había hecho mal, le hice una segunda y si bien no se despertó, vomitó agua. En ese momento, yo gritaba y es como que me mareo. Ahí lo agarraron mis vecinos y entre ellos había una persona, Fabián Fernández, un médico veterinario, que le hizo una tercera reanimación de la cual mi hijo despierta, pero no lloraba, no reaccionaba. A él también le debo la vida de mi hijo”.
Carola hace una pausa. No quiere olvidarse ningún detalle. “le digo a mi marido que saque el auto, pero enseguida llegó, Marcos Vassarotto, un cabo de la policía pampeana, responsable del departamental de Speluzzi. “Estaba trabajando en la comisaría de albañil, así como estaba lo cargó en la camioneta y salimos para Pico. Mi hijo no lloraba, tenía los ojos abiertos pero no lloraba. El policía había llamado a Pico y ya nos estaban esperando en el hospital, veníamos a toda velocidad. La verdad es que le salvó la vida a mi hijo”.
“En la guardia lo recibieron. Todavía no reaccionaba. Después de varios minutos logró el llanto. Para la gente del hospital sólo tengo palabras de agradecimiento, al igual que para toda la gente de Speluzzi”, dice una vez más y vuelve a repetirlo “siempre estaré agradecida”.
Son las diez de la noche. Carola se da cuenta en ese momento que está descalza y su marido pide que le traigan un pantalón porque había llegado en calzoncillos al hospital. La vida de su hijo estaba en peligro y nada importó la estética en ese momento.
El conmovedor relato tuvo un final feliz. Juan Ignacio de apenas un año y cinco meses se ha vuelto a escuchar en la casa. Volvió la vida, volvió la alegría, volvió la paz, aún cuando los gritos y llantos rompen el silencio del hogar que comparte junta a su mamá Carola, su papá Eduardo y su hermano, Juan Simón.