Por Norberto Asquini
La política toda ha quedado supeditada, condicionada, a los vaivenes de la gestión del presidente Mauricio Macri. Las decisiones que se toman en la Casa Rosada derraman, sin querer, en todo el territorio. Impregnan definiciones y posturas políticas, tanto de gestión como electorales. Y La Pampa no es la excepción.
En la provincia tenemos dos campos en los cuáles se estructura el escenario político: el peronista y el no peronista. Mientras el peronismo se unifica detrás de una gestión, una lista para las elecciones legislativas y una posición política que confronta con el gobierno nacional, el arco no peronista aparece disperso frente a qué postura tomar con el gobierno nacional.
Dinámica de los altibajos
Los altibajos en los niveles de aprobación del gobierno de Macri, y el humor social, parecen modificar el panorama pampeano. En marzo estalló la crisis del Correo, a la que le sucedieron una serie de decisiones desacertadas que fueron deslizando por la pendiente la imagen del gobierno nacional. En marzo, esto se abonó con las medidas de fuerza y movilizaciones de docentes y otros gremios contra el proyecto económico. El 1º de abril, cuando se produjo la marcha a favor del gobierno “para que lo dejen gobernar”, en defensa de la democracia y en contra del kirchnerismo, esa tendencia pareció cambiar de sentido. Para entonces, la estrategia de la polarización con el kirchnerismo, y con los sectores que los funcionarios consideran “mafias”, comenzó a rendir sus frutos. El día 6 se mostró otra cara de ese giro con la puesta en marcha de la represión a un piquete que cortaba una ruta, justificado ante la sociedad por el accionar de algunos grupos de izquierda. La golpiza el domingo a quienes quisieron colocar una carpa docente en la Plaza de los Dos Congresos remarcó esa línea de acción. Hay igualmente una cuestión que es relativa a toda esa confrontación y es el vínculo entre la ocupación de la calle y el contenido de las urnas, como indicó un columnista porteño. La calle no mide toda la temperatura social y política existente. Las movilizaciones no se deben tomar como un todo. Marchas y contramarchas, paros y anti-paros no representan dos polos excluyentes, sino que hay múltiples matices. No todos los que reclaman contra el gobierno nacional son K, no todos los que lo respaldan les cae bien la figura de Macri. Pero la estrategia de la polarización es funcional a los dos términos de una dialéctica que se autoreproduce entre el presidente y CFK.
La alianza imperfecta
Volvamos a territorio pampeano. Cambiemos, la alianza nacional entre el PRO y la UCR, hoy parece una ilusión en territorio provincial, un sello que se fue devaluando. En el radicalismo esto tuvo que ver con la caída en la consideración de muchos de la gestión macrista, con las rispideces con el PRO local y sobre todo por un posicionamiento nacional. En la Convención realizada en La Plata el 3 de abril se ratificó Cambiemos nacional, pero eso no evitó que se colaran las críticas al macrismo por no abrirle el gobierno a sus “socios menores” del radicalismo. Además se liberó a los distritos provinciales para que consumasen sus propios frentes electorales. Mientras en Mendoza o Jujuy todos van adentro de la misma bolsa, con un PRO sin mayor presencia, en Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe hubo división.
Esto tiene impacto directo sobre la conformación o no de una alianza en La Pampa, tema central en la Convención Provincial del 6 de mayo. En la actualidad menguaron las posturas de los radicales que pretendían integrar Cambiemos -sobre todo intendentes como Leandro Altolaguirre, que ha bajado línea para que no haya ninguna crítica de sus funcionarios al gobierno nacional-. Entre los decepcionados está el mismo presidente del partido, que en su momento promovía la alianza. Están quienes quieren sostener el Frepam para enfrentar directamente a Propuesta Federal (el PRO pampeano) y definir qué tiene cada uno y enviarle un mensaje a la Casa Rosada. Están los nostálgicos del sello UCR en solitario. Y apareció una nueva postura intermedia de quienes observan que la denominación Cambiemos trae más complicaciones que beneficios: reeditar Propuesta Frepam, como en 2015. Frepam o Propuesta Frepam, parecidos pero muy diferentes, llevarían a provincializar la campaña y despegarse de los vaivenes del gobierno de Macri.
El arco opositor se dispersa
En esta dinámica, el arco opositor se dispersa. El PRO lanzó una advertencia en boca de Carlos Mac Allister sobre los cambios de humor del radicalismo y los continuos choques entre funcionarios locales y nacionales, como sucedió durante la crisis de las inundaciones en Santa Rosa. Si desde la Casa Rosada la orden ha sido conformar Cambiemos en cada provincia, la idea que entusiasma a los dirigentes locales del PRO es llevar la boleta amarilla en solitario y capitalizar el apoyo a la figura de Macri que consideran todavía tendría un 30% de predicamento en La Pampa. Afirman que sin sus socios radicales, podrían igualmente llevar el nombre Cambiemos.
Del lado del Frepam, el socialismo avisa por lo bajo que no va a integrar una boleta con el macrismo y que ya tiene pista propia si el radicalismo desiste de sostener el Frepam. Esa campaña está lanzada.
El adversario perfecto
El peronismo tiene al “adversario perfecto” en Macri. La confrontación ha sido explícita por parte del gobierno justicialista con Nación, y así lo dejaron más que claro los cruces discursivos durante la fugaz visita del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, a raíz de las consecuencias que dejaron las tormentas en la capital provincial. Ese escenario es atizado por una postura de dureza del gobierno provincial, y forzada por una serie de acontecimientos que han puesto en tensión a ambas gestiones como los incendios o las inundaciones, por nombrar los más extremos.
Es una incógnita el voto pro-Macri -o sus representantes- en La Pampa. Hay un electorado que todavía aguarda una mejora en la economía del país que está estancada -“esperanza viene de esperar”, se mofaría Diego Capusotto- pero sobre todo están aquellos que todavía consideran que hay que derrotar al kirchnerismo que desestabiliza la gestión macrista y le pone palos en la rueda. Pero también está el malestar de los desencantados que observan las promesas incumplidas y un proyecto económico que está a la deriva.
Dijimos que La Pampa tiene su propia grieta, y es la del gobierno del PJ versus Macri. El justicialismo se ha unificado para enfrentar ese escenario. La mayor o menor fortaleza de ambos dependerá de cómo esté la situación del país hasta minutos antes de que la boleta ingrese en la urna.